Niños muertos
«Detrás del debate sobre la libertad de expresión sigue estando el horror de un padre asesino de sus dos hijos con la intención de hacer sufrir a la madre de los niños»

El asesino José Bretón. | Redes sociales
La semana pasada aparecieron en los medios tres asesinatos de niños. Dos en España y uno en Francia. Comenzaré por el de este último, que se llamaba Émil Soleil y cuando lo asesinaron tenía solo dos años y medio. Era el 8 de julio de 2023. El niño fue visto por última vez por dos vecinas de Le Haut-Vernet, una población a 1.200 metros de altitud del Departamento de Alpes de Alta Provenza. Acababa de llegar para pasar las vacaciones en la residencia de sus abuelos maternos. Los padres, al igual que los abuelos, son católicos pertenecientes a organizaciones radicales.
El fiscal determinó inicialmente que su muerte pudo haber sido debida a una «caída» o que pudo haber sido víctima de un asesinato.
La búsqueda se organizó de forma masiva y fracasó hasta que en marzo de 2024 fueron hallados por un senderista en los Alpes la cabeza y unos cuantos dientes. El hallazgo posterior de más huesos y restos de la ropa del niño alimentó la hipótesis de un asesinato, al que finalmente todo apunta. La Fiscalía informó del incidente de la detención como sospechosos de sus abuelos Philippe Vedovini y su esposa, junto a sus dos hijos mayores de edad.
Los cuatro han sido ya acusados de «homicidio voluntario» y «ocultamiento del cadáver» del niño. La pista que ha podido llevar a los investigadores ha sido, según lo que se ha difundido, las escuchas telefónicas efectuadas por la policía durante la fase de pesquisas, en las que afloraron las fuertes tensiones familiares.
Los medios locales revelaron que el abuelo Philippe Vedovini había sido detenido en los años 90 por un incidente de violencia y asalto sexual en una escuela privada. La sombra de la sospecha cayó sobre él, definido por quienes le conocían como «un hombre dominante que aterrorizaba a la gente».
«El caso francés resulta quizás más profundo y terrible. ¿Cómo unos abuelos pueden asesinar a un nieto de tan solo dos años y medio?»
Las sospechas se convirtieron en certezas con los arrestos de los abuelos. La abogada de los abuelos, Isabelle Colombani, informó que habían sido puestos a disposición judicial, aunque prefirió no hacer ningún comentario. La investigación sigue adelante con operaciones forenses en varias partes del país.
Mientras toda Francia cuenta y no acaba, en España se abre un debate en torno a los niños Ruth, de seis años, y José, de dos, los hermanos asesinados por su padre, José Bretón, que fue juzgado y condenado a prisión permanente revisable. La causa del escándalo aquí es un libro que ha escrito Luisgé Martín, en donde se le da la palabra a José Bretón, el asesino. No sé si el libro verá al fin la luz, pero yo, de momento, me sumo a las palabras escritas por Manuel Jabois en El País el miércoles 26 de marzo:
«No se puede hablar con un asesino que está más contento con la charla que tú, y sobre todo no se puede inferir de su entusiasmo cuatro razones peregrinas y obviar la que está a la vista de todos, que es la de continuar torturando a su exmujer desde prisión después de matar a sus hijos».
Sea como sea, este caso español ha abierto un debate en torno a la amplitud que puede alcanzar la libertad de expresión. Y el caso francés resulta quizás más profundo y terrible. ¿Cómo unos abuelos pueden asesinar a un nieto de tan solo dos años y medio? Pero detrás de ese debate formal en España sigue estando el horror de un padre asesino de sus dos hijos con la intención de hacer sufrir a la madre de los niños.