The Objective
José Luis González Quirós

Otra ocurrencia de Feijóo

«Si el líder del PP cree que puede suplir una oferta atractiva sólo a base de ingenio, no solo puede perder él una oportunidad sino que España entera pague los platos rotos»

Opinión
Otra ocurrencia de Feijóo

Ilustración de Alejandra Svriz.

Cuando el PP apostó por Feijóo como líder, creo recordar que la diputada Cayetana Álvarez de Toledo afirmó que se trataba de escoger «al adulto presente en la habitación», lo que es seguro que constituía un elogio del elegido, aunque me temo que no dejaba en muy buen lugar al resto de concurrentes. Feijóo ya lleva tres años al frente del partido y su trayectoria parece, en efecto, serena, pero sus actuaciones no acaban de dar la sensación de que sepa qué es lo que hay que hacer para ganar las elecciones, quiero decir aparte de afirmar un día sí y otro también que Sánchez es un desastre y que las perderá irremisiblemente.

Es posible que la responsabilidad de esa supuesta ignorancia no sea del todo suya, pero no deja de ser el presidente con plenos poderes del partido que no acaba de acertar con la fórmula. Tal vez se deje llevar por esa fe que siempre ha tenido este partido según la cual la victoria es inevitable y lo más importante que hay que hacer es no equivocarse, un presupuesto bastante discutible a la vista del desmentido que supuso el chasco electoral de julio de 2023.

A falta de intentos serios para construir un programa coherente, amplio y bien definido, algo que no es nada fácil de hacer y que requiere un nivel de participación ciudadana que brilla por su ausencia, el PP parece apostar por mantener una línea de actuación basada en las ocurrencias, en hits informativos que lo mantengan en el candelero del día a día, en ese museo de minucias efímeras que son los periódicos al decir de Borges, y que son más fáciles de formular que cualquier asunto de fondo, que es lo que se hace cuando se cree que basta con señalar las abundantes patrañas del Gobierno.

Una de las últimas ocurrencias de Feijóo ha consistido en afirmar que necesita reunirse con el JEMAD para ponerse al tanto de la situación a la vista de la demanda europea para aumentar la inversión en Defensa. Como es natural, el Gobierno ha respondido a la sugerencia vetando cualquier contacto y argumentando algo así como que los políticos hablan con los políticos, pero no con los militares. La ocurrencia de Feijóo ha sido contestada con una especie de esperpento, de manera que podría pensarse que el líder del PP ha dado de nuevo en la diana al mostrar la naturaleza miserable y autoritaria del Gobierno. 

Tal explicación valdrá seguramente para los muy entusiastas del político gallego, pero es muy poca cosa para los que pensamos que el PP está muy lejos de hacer lo que necesitamos, que no acaba de formular un proyecto político perfectamente definido y nítidamente distinto de lo que hace el Gobierno, para quienes pensamos que, por mucho que estemos contra las políticas falsarias y regresivas de Sánchez, necesitamos escuchar algo distinto a las críticas y protestas que continuamente suscita. El PP debiera hacer algo más que oponerse, debería ponerse, colocarse en algún escenario claro que sea capaz de ganarse el voto, no de los millones que le van a votar haga lo que haga, sino el de los otros millones que no le votan, precisamente, por lo que no hace debiendo hacerlo.

«El PP debiera tener estudiada una política de Defensa y haberse sentado a trabajar con muchos conocedores de la situación»

Si nos tomamos en serio la demanda de información de Feijóo deberíamos concluir que cada español tendría que reunirse, como mínimo, con un cabo primero, para enterarse de cómo está el asunto mediante fuentes propias y fiables, y los que escribimos en los papeles tendríamos que entrevistarnos, al menos, con un subteniente o un alférez.  Pero ese es un panorama tan absurdo como la suposición de que reuniéndose con el Jemad Feijóo empezará a poder pronunciarse con fundamento sobre un tema tan grave.

La política no puede hacerse así de ninguna manera, es una idea tan descabellada como la sugerencia de los alfiles del Gobierno sobre que los políticos solo deberían hablar con otros políticos. La realidad es que el PP debiera tener estudiada una política de Defensa y que para ello tendría que haberse sentado a trabajar y debatir con muchos conocedores de la situación, militares y civiles, y estudiar a fondo la abundante cantidad de fuentes documentales que existen sobre el particular, como sobre cualesquiera otros asuntos de interés político. Así se ha hecho siempre, también por el PP, cuando se hace, claro.

Si el PP tuviese a punto esa clase de trabajos no tendría mucho sentido pedir una reunión ni con el Jemad ni con nadie, porque ese trabajo le prestaría apoyo suficiente a Feijóo para hablar con fundamento y defender una posición que no consista en esperar a ver lo que dice Sánchez para responder más o menos lo contrario. La política del pin-pon, dime que piensas que te responderé con un revés habilidoso, puede ser entretenida y es, sobre todo, fácil, pero el PP debiera estar ya al cabo de la calle de que parece ser una política insuficiente.

Por supuesto que el PP puede reunirse con militares y que es lógico que los militares le reporten al PP sus problemas profesionales y estratégicos, como lo hacen o debieran hacer los sindicalistas, los profesores o los notarios y las amas de casa. Pero no sólo ahora, que pintan bastos, sino de manera habitual y constante. Si no es con esa base ya me dirán cómo es posible formular una política que no se limite a ser un juego de palabras, eso que hace tan bien Sánchez cuando para escurrir el bulto de la demanda de inversión en Defensa que nos hace Europa dice que no le gusta la palabra rearme, exquisito que es el muchacho.

«Las ocurrencias de Feijóo, y esta del Jemad no es la primera, pueden servir para salir del paso, pero no llevan a ninguna parte»

Las ocurrencias de Feijóo, y que conste que esta del Jemad no es la primera, pueden servir para salir del paso, pero no llevan a ninguna parte. El presidente del PP no puede dar la sensación de que improvisa, pero peor sería que no estuviésemos ante una sensación, deseablemente equivocada, sino ante el muy lamentable hecho de que el PP renuncie a ser el protagonista de políticas serias y bien pensadas y se fíe al ingenio y el don de la oportunidad de sus portavoces que, por otra parte, no parecen gozar de un prestigio, digamos, indescriptible.

El PP lleva sin hacer un Congreso mínimamente político nada menos que desde el de Valencia en 2008. Un Congreso que, por cierto, podría considerarse como un grave paso en falso, puesto que tras la invitación que se hizo a que los liberales y los conservadores abandonasen el partido no tardó mucho en llegar, tras el espejismo de la derrota a Zapatero, el profundo desfondamiento electoral del partido.

Feijóo ya ha superado el plazo razonable para convocar un Congreso ordinario del PP, pero parece dejarse llevar por la suave inercia de no tocar nada, no sea que eso les haga perder las elecciones. Él verá lo que hace, pero si piensa que puede suplir la ausencia de una oferta política bien pensada y atractiva con ocurrencias más o menos brillantes, puede estar jugando con fuego y lo que a muchos nos preocupa no es que él pueda perder su oportunidad, sino que España entera pague los platos rotos de tanta frivolidad disfrazada de constancia.

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