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Carlos Padilla

Elogio (pelota) a Carlos Alsina

«Su estudio es el lugar que más temen los ministros, pero también la oposición. El presidente Sánchez más que temer, en su habitual táctica, lo desprecia»

Opinión
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Elogio (pelota) a Carlos Alsina

Carlos Alsina. | Europa Press

A Carlos Alsina le importa la radio, y ya luego el periodismo. De hecho, llegó al periodismo por la radio y no al revés. Escuchaba a gente en el transistor, gente que se lo pasaba bien, gente que se reía, gritaba goles, cantaba canciones, imitaba a los gerifaltes de la democracia. Ya más tarde se enteró de que además de disfrutar haciendo eso, todas esas personitas de rostro desconocido cobraban dinero. Es este hombre reservado y poco dispuesto a que le entrevisten, un hombre pegado a un medio: la radio. A la que le ha dedicado, salvo el barbilampiño comienzo en el ABC y Cambio 16, toda su trayectoria profesional. Y la radio, su radio, es Onda Cero. Esto en el fútbol es ‘One Club Man’, o sea, solo un equipo, solo una frecuencia, solo una emisora.

Los de Punto Radio estuvieron a punto de llevárselo hace ya tiempo. Pero hizo contraoferta la emisora verde y se quedó con el hombre que hace unas horas celebraba en el Teatro Pavón de Madrid, diez años liderando las mañanas de la cadena de Atresmedia. Diez años de Más de Uno. El programa que vino a sustituir a un peso pesado de las ondas, sevillano de acogida, almeriense de nacimiento, criado en Cataluña, y el que se alegra cada mañana de saludarles: Herrera, Carlos. Ya aviso, no es este un artículo objetivo, ecuánime, ponderado. Es un elogio, o sea, un ejercicio pelota. Tampoco sobrepasa los límites del elogio al que te paga, el «ay, qué bueno es mi jefe», ni es el obsceno ejercicio de sexar periodistas que hacía el costalero que hoy trabaja en la sección de propaganda del Gobierno. Pero avisados estáis.

En este escaparate mediático de tertulianos, comentaristas, presentadores a los que se les trasluce escandalosamente el deje. Es decir, a los que se acercan tanto al partido del que informan que acaban siendo indistinguibles. En un panorama donde te incitan a elegir bando, formar trinchera y analizar las cosas dependiendo del quién y no del qué. Y donde tantos consumidores de información buscan que les den la razón, sentirse representados, y odiar a quien toque: Alsina ha construido por las mañanas un espacio, diría un oasis, de periodismo no alineado, de búsqueda de la verdad, de la coherencia. Un lugar donde no te tratan como un imbécil. Un sitio donde, dedal y alfiler en mano, se ven las costuras del discurso político, se analiza el cumplimiento de la palabra dada, se rechaza el tono mitinero, las frases huecas y el grito de quien confunde pasión con decibelios. Y además con ironía y sin perder, cuando se pueda, la sonrisa.

Su estudio es el lugar que más temen los ministros, pero también la oposición. El presidente Sánchez más que temer, en su habitual táctica, lo desprecia. Y solo si hay nuevas elecciones, podría darse el caso de que iniciara una nueva ronda de entrevistas que incluyera los micros de Onda Cero. Pero los que acuden van para allá pertrechados de datos, trucos, y respuestas ensayadas por si acaso. Y la táctica ‘alsiniana’ no solo requiere paciencia: dejar que se explayen, no cortarles apenas, que se vayan cociendo en su propia salsa de argumentarios cambiantes, sino que demanda conocimiento, lecturas, agudeza. No es tener la verdad siempre, es buscarla constantemente. El triunfo de Alsina se pudo ver bien el otro día. Saltaron los ayuseros más entregados a la presidenta de la Comunidad a decir que Alsina no era para tanto, tras la entrevista que este le hizo. Lo elogiaron aquel día quienes se mostraron profundamente decepcionados cuando fue Sánchez, y ya saben, «¿Por qué nos ha mentido tanto, presidente?»

Me consta, porque él mismo lo ha dicho, que Carlos Alsina disfruta más de lo que no es tan viral-término que posiblemente tampoco le agrade-, o sea, que la política, las entrevistas, la actualidad nuestra de cada mañana, pues bien, claro. Pero ese locutor se lo pasa mejor escribiendo ficción, radioteatro, construyendo más radio dentro de su propio programa: Kennedy, Apollo 11, la Segunda República, Chaves Nogales, lo de todas las Navidades. Una radio que se escribe, que se piensa. Una radio de excelencia que ahora, en su faceta mañanera, cumple una década. «El elogio debilita», dice José María García. Lo comparto. Permítanme hoy el debilitamiento contra Alsina. No pasará otra vez, créanme. Carlos, créeme.

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