Begoña (punto) Gómez
«Hoy el círculo más íntimo de Sánchez está imputado. Su esposa, su hermano y la ‘troupe’ de ministros y altos cargos que reunieron Aldama y Ábalos»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Las izquierdas son muy avispadas para destruir a alguien. Luego no saben construir, pero hay que reconocer que desde que se inventó lo de levantar el puño y entonar un himno de guerra han demostrado una gran maestría en la demolición política. Por eso, muy pronto, en cuanto apareció Luis Bárcenas, aseguraron que la anotación «M. Rajoy» se refería al entonces presidente Mariano Rajoy. Dijeron que no hacía falta juicio ni sentencia. Había que empurar de inmediato al del PP, llevarlo al solar de la demolida Carabanchel por facha, y que partiera rocas con un martillo.
Pero, hete aquí que, oh sorpresa, cuando la UCO cita a una «Begoña» en su informe sobre el rescate de Air Europa dicen que no es la mujer del presidente del Gobierno, sino que puede ser cualquiera, y que un demócrata debe esperar al juicio en respeto a la presunción de inocencia. Ja. Y lo dicen como si el informe no recogiera una frase de Aldama a Koldo en referencia a Javier Hidalgo que decía: «Se está buscando la vida y acaba de llamar a Begoña». A ver, estamos a un telediario de TVE de que digan que cabe la posibilidad de que fuera «Begoña (punto) Feijóo», o «Begoña (punto) Ayuso».
Lo ha afirmado Patxi López, que pide a los periodistas que cierren el pico amparándose en que los tribunales no han dicho nada todavía. No dice lo mismo cuando se refiere a casos de gente cercana al PP, donde asume los argumentos de los denunciantes. Ya ocurrió en 2017. En aquel entonces, Transparencia Internacional (TI) sacó un informe sobre la corrupción del entorno de Rajoy. En el documento se decía que todos los populares eran corruptos y la prensa de izquierdas llegó a publicar una encuesta de TI en la que se decía que el 91% de los españoles lo reconocía.
Tampoco es que esa organización, TI, sea un grupo muy científico ni cuerdo. En febrero publicaron un informe con el titular: «La corrupción tiene un papel devastador en la crisis climática». Vamos, que las orgías de Ábalos y compañía con dinero público en Teruel, con Pilar Alegría en el escenario, y Óscar López poniendo el local, a quien jode es al medio ambiente, no a los contribuyentes.
Sí, son una panda de tarados posmodernos, pero si en 2017 el PSOE se hizo eco de su informe sobre el PP de Rajoy, este año resulta que el Gobierno de Sánchez dice que son una ONG sin credibilidad. El motivo es que la España de la coalición progresista y el aprovechamiento indepe ha bajado diez puestos en el índice de corrupción de TI hasta ser superados por Ruanda, un país donde el partido gobernante obtiene el 99,18% de los votos y se reservan 24 escaños para las mujeres y uno para los discapacitados. No cuento más para no dar ideas.
«La izquierda bufó, y bufa, porque ‘M (punto) Rajoy’ no fuera sentado en un banquillo como imputado»
La izquierda bufó, y bufa, porque «M (punto) Rajoy» no fuera sentado en un banquillo como imputado. Qué menos cuando su entorno político, que no familiar, estaba enfangado hasta las trancas y se había destruido a martillazos un par de ordenadores con pruebas incriminatorias. Puede ser. Lo cierto es que hoy el círculo más íntimo de Pedro Sánchez está imputado. Una, su esposa, por hacer negocios desde Moncloa.
Otro, su hermano, por un puesto de trabajo con dinero público al que ni siquiera honró con su esfuerzo. A estos se suma la troupe de ministros y altos cargos que reunieron Aldama y Ábalos, que fue mano derecha de Sánchez en el Gobierno y en el partido. Ya están nominados Marisú Montero, Ángel Víctor Torres, Óscar López, Reyes Maroto, Illa, Ribera, Marlaska y Pilar Alegría, además de la presidenta de las Cortes, Armengol, a la que Koldo, el conseguidor de Ábalos, llamaba «cariño».
Todo es presunto, por supuesto. Quedan las sentencias, que creo esta vez no podrá anular el Tribunal Constitucional de Conde Pumpido gracias a los héroes de la Audiencia Provincial de Sevilla. Pero habrá que esperar y no hacer juicios públicos, ni levantar comités de salud televisiva, ni redes sociales con guillotina. Es la diferencia.