El turismo español debe ser proactivo
«Si a las economías de donde proceden los turistas les va mal, su capacidad de gasto en viajes disminuye, afectando a la demanda turística internacional»

Playa del Levante de Barcelona.
En un contexto de tensiones comerciales, volatilidad financiera y desaceleración en los principales mercados emisores de turistas nuestro país se enfrenta a una etapa de incertidumbre. En 2024, viajaron a España 93,8 millones de personas. Y parece probable que factores como las subidas arancelarias de Estados Unidos, la amenaza de una recesión norteamericana y el enfriamiento de las economías europeas podrían terminar golpeando con fuerza a uno de los motores tradicionales de la economía española: el turismo.
Impacto contundente
Aunque los aranceles afectan de forma directa a las exportaciones españolas de sectores como la automoción, la agroindustria, la máquina herramienta, los productos farmacéuticos o la piedra natural, sus repercusiones indirectas sobre el turismo son más significativas. Las guerras comerciales encarecen el comercio internacional y reducen el dinamismo económico global, disminuyendo el poder adquisitivo de los ciudadanos de los países afectados.
Para España, esto implica una exposición indirecta pero real. Si a las economías de donde proceden los turistas les va mal, su capacidad de gasto en viajes disminuye, afectando a la demanda turística internacional. Es un efecto dominó en el que España no participa directamente, porque las ventas de España a EEUU representan sólo el 5% de nuestras exportaciones. Aun así, acabará teniendo un impacto en nuestro sector turístico.
Estados Unidos se enfría
Estados Unidos representa un mercado clave para el turismo de largo alcance en España. Los visitantes norteamericanos se distinguen por un gasto medio elevado y una clara preferencia por experiencias premium: hoteles de lujo, gastronomía de alto nivel y turismo cultural. Sin embargo, la amenaza de recesión en EEUU y la depreciación del dólar frente al euro constituyen un doble golpe para este flujo turístico.
Cuando la economía estadounidense entra en zona de turbulencias, sus ciudadanos tienden a reducir el gasto en ocio, priorizar el turismo nacional o buscar destinos más baratos. España, por tanto, podría perder parte de ese mercado que resulta clave por su rentabilidad y estacionalidad.
Europa se estanca
Alemania, Francia y Reino Unido constituyen el verdadero corazón del turismo en España. Juntos representan más del 60% de los visitantes que llegan cada año. Por consiguiente, las recientes señales de desaceleración económica en estos países, generada por los aranceles de Trump, es motivo de preocupación creciente en el sector.
Con una menor renta disponible, los turistas europeos podrán optar por vacaciones más cortas, destinos nacionales o escapadas más baratas. Esto afectaría de forma directa a las zonas más dependientes del turismo internacional, como Baleares, Canarias, Andalucía, Madrid, Cataluña y la Comunidad Valenciana.
El impacto irá más allá de las cifras de llegada porque también se traducirá en un menor gasto por visitante, una caída en la ocupación hotelera y una posible pérdida de empleo en sectores relacionados con el turismo.
Una caída en los ingresos turísticos podría deteriorar nuestra economía e incrementar el desempleo. Por ejemplo, el empleo estacional (los llamados fijos discontinuos) y los trabajadores de servicios vinculados al turismo representan una parte importante de la ocupación en muchas regiones. Una desaceleración sostenida del sector podría generar un repunte en el desempleo, especialmente en las zonas costeras.
La competencia global se intensifica
En este contexto de incertidumbre, otros destinos turísticos podrían aprovechar la situación para ganar cuota de mercado. Países del Mediterráneo oriental, del norte de África o incluso algunos destinos asiáticos ya están mejorando su oferta y abaratando precios.
España, tradicionalmente uno de los líderes del turismo mundial, no puede confiarse. Debe apostar por diversificar su oferta, atraer turistas con mayor capacidad de gasto, mejorar la calidad de los servicios y fortalecer su imagen de destino seguro y sostenible.
Anticiparse para resistir
El sector turístico español se encuentra ante una encrucijada. Las señales de alerta que provienen de EEUU y Europa deben ser tomadas en serio. No se trata solo de medir las llegadas, sino de prever tendencias, reforzar ventajas competitivas y preparar al sector para un entorno global cada vez más exigente.
Como advirtió John Maynard Keynes: “El difícil arte de la economía consiste en anticipar lo que va a pasar”. En turismo, como en economía, la proactividad y la adaptabilidad serán las claves para mantener a España, junto a Francia y Estados Unidos, en el podio del turismo mundial.