Crónica de una conmemoración instrumentalizada
«Queda por ver si la nueva comisión va a admitir la importancia de la contribución española a la guerra de independencia contra Inglaterra, reconocida por el congreso»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Aunque pudiera parecer lo contrario, tanto la orden ejecutiva del presidente Trump para desarrollar la conmemoración del 250 aniversario de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos como la decisión del Gobierno español de no crear una comisión oficial sobre ese aniversario son ambos ejemplos de la injerencia del poder político en un acontecimiento histórico que sería recomendable tratar de forma objetiva.
La orden ejecutiva del 27 de marzo contiene una contundente acusación sobre la supuesta tendencia revisionista que habría intentado socavar la imagen del valioso legado de libertad, derechos individuales y bienestar, presentando a la sociedad americana bajo el prisma negativo de una actitud racista, sexista y clasista.
En la orden se descalifican instituciones de gran prestigio, como la Smithsonian Institution, acusando a varios de los museos que dependen de esta magna institución cultural de haber practicado una ideología que favorece la confrontación racial y social.
Un artículo del New York Times (20-4-25) describe y analiza la promesa de Trump de restaurar una visión positiva de la historia de Estados Unidos aprovechando el 250 aniversario de la Declaración de Independencia que define como «Sestercentenario» «con todo un año de celebraciones». El artículo también recoge la reacción de protesta por parte de los que integran la Organización de Historiadores Americanos, que argumentan: «No se trata de una llamada a la cordura –la palabra inglesa que utiliza la Orden es «sanity»–, pues bajo pretexto de esa cordura más bien lo que se pretende es destruir la verdad».
De momento, Trump no ha disuelto la Comisión del Sestercentenario, un grupo bipartidista que se reúne en Mount Vernon y que fue constituido por el Congreso en el 2016, pero ha cambiado las personas que dirigen esa comisión y ha despedido a la agencia «Precision Strategies» contratada durante la administración de Obama, designando a otra agencia para que se encargue de organizar los eventos en torno al aniversario.
«El sector más a la izquierda de la coalición del Gobierno socialista no quiere participar en una actividad que ensalce un triunfo militar en un contexto colonial»
Queda por ver si la nueva comisión va a admitir la importancia de la contribución española a la guerra de independencia contra Inglaterra, reconocida por el congreso y el expresidente Obama, que designó en 2014 al militar malagueño Bernardo de Gálvez como ciudadano honorario de los Estados Unidos, galardón que ya habían obtenido el marqués de Lafayette y Winston Churchill.
Al no haberse producido una declaración oficial al respecto, es difícil saber cuáles son las razones por las que el Gobierno no ha creado una comisión gemela a la estadounidense que se ocupe del 250 aniversario de la Declaración de Independencia desde el punto de vista de España. Aunque podemos suponer que el sector más a la izquierda de la coalición del Gobierno socialista no quiere participar en una actividad que ensalce un triunfo militar en un contexto colonial.
En ese sentido, no parece que se tome en cuenta que esa victoria contribuyó a la emancipación de las colonias inglesas, que a partir de ese momento asumirían un papel decisivo en la historia mundial. Tampoco se valora el hecho de que Gálvez –incluso bajo los parámetros actuales–, fuese un personaje «políticamente correcto», lo que demostró no sólo en la guerra contra Inglaterra, –al hacerse rodear de tropas de negros, pardos y criollos–, sino también cuando fue nombrado virrey de Nueva España porque, a diferencia de otros altos funcionarios que habían ocupado el mismo cargo, mantuvo una fluida relación con las clases populares de México.
Es de suponer que las fundaciones de la sociedad civil que, con la ayuda de poderosas empresas, desean mantener el prestigio de España en EEUU, van a continuar los proyectos ya iniciados de conmemoración del 250 aniversario de la Declaración de Independencia. Pero probablemente no podrán contar con la ayuda de las instituciones gubernamentales que, en 2007, permitieron que la Fundación Consejo España Estados Unidos presentase la monumental exposición Legacy sobre la contribución española a la independencia y el simposio paralelo en el que participaron los más destacados hispanistas de Estados Unidos, Inglaterra, España y México. Ambos se celebraron en la National Portrait Gallery de Washington, uno de los principales museos de la Smithsonian Institution contra la que el presidente Trump arremete en su orden ejecutiva, proponiendo ya un programa para su completa remodelación.