The Objective
Rafael Pampillón

Desajuste en la economía española

«El mercado de trabajo español sigue mostrando una gran desconexión entre la formación del sistema educativo y las necesidades del tejido productivo»

Opinión
Desajuste en la economía española

Ilustración de Alejandra Svriz

El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó el lunes la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre del año, que muestra un debilitamiento del mercado laboral. 

En cuanto al crecimiento económico del primer trimestre, según el dato avanzado este martes por el INE, el Producto Interior Bruto (PIB) también se aprecia una desaceleración. Entre enero y marzo, el PIB creció el 2,8% respecto al mismo periodo de 2024. Una ralentización, después del 3,4% del cuarto trimestre de 2024. 

Crece el empleo en la población inmigrante

En el primer trimestre del 2025, el crecimiento vino impulsado por la demanda nacional y principalmente por el consumo privado, que aumenta un 3,5% en tasa interanual. Esta subida se debe al aumento de la población, casi toda de origen inmigrante. También en el empleo se nota el aumento de la población inmigrante. Mientras aumenta la tasa de actividad y el empleo en la población extranjera, se reduce, en cambio, en la población española. 

Es sabido que los primeros trimestres no suelen ser favorables para el mercado laboral español. Pero el de este año ha sido especialmente malo. Al habitual efecto negativo de que la Semana Santa cayera en abril se añadió el deterioro sufrido por la mala climatología. Un mal tiempo que se hizo notar en el aumento del desempleo en todos los sectores de actividad, especialmente en los servicios, con 125.000 parados más.

También en el primer trimestre, la población ocupada se ha reducido en -92.500 personas. Sin embargo, vuelve haber un claro contraste entre extranjeros y nacionales. Los ocupados extranjeros aumentan en 52.000 personas, pero la ocupación española se redujo en 144.500. No es algo nuevo. Viene ocurriendo desde la pandemia. Y gran parte del empleo de la población extranjera se produce en sectores de baja productividad. Por eso, según el INE, la productividad por puesto de trabajo equivalente a tiempo completo registró en el primer trimestre de este año una tasa interanual del 0,1%.

Respecto al desempleo, el paro aumenta en, 193.700 personas, el peor dato en un primer trimestre desde 2013. La tasa de paro también aumenta y se sitúa en el 11,4% de la población activa, frente al 10,61% del trimestre anterior. La población activa se incrementa en 101.200 personas. Pero mientras los activos extranjeros aumentan (98.000 más) los españoles se estancan (sólo 3.500 más).

Un mercado laboral distorsionado

Desgraciadamente, el paro juvenil (16-24 años) sigue siendo muy elevado, alcanzando el 26,5% (frente al 24,9 % del cuarto trimestre de 2024). Otra mala noticia es que, durante el primer trimestre, una parte de la juventud española perdió su empleo (61.000 personas).

El mercado de trabajo español, y en particular el de los jóvenes, continúa mostrando una gran desconexión entre la formación que ofrece el sistema educativo y las necesidades reales del tejido productivo. Son muchos los universitarios que se ven obligados a aceptar empleos por debajo de su cualificación. En otros casos, se ven abocados a trabajar en el extranjero. Esta sobreabundancia de titulados universitarios supera con creces la capacidad de absorción del mercado nacional. Y genera un efecto dominó: el exceso de graduados compite por empleos que requerirían menor formación, desplazando así a otros perfiles y creando un círculo de insatisfacción y desaprovechamiento de talento. 

Para corregir esta situación, se requiere una reforma en profundidad de las políticas de empleo y formación, orientando la educación hacia salidas laborales reales. Y ajustando la oferta de titulaciones a la demanda del sistema productivo. Solo una vinculación más estrecha entre universidad y empresa, y una apuesta decidida por la formación profesional y continua, permitirán reducir la brecha entre formación y empleo.

Un 34% de los empleados desempeñan tareas para las que están demasiado preparados, y cerca de la mitad trabajan en ámbitos ajenos a su formación. Este desajuste, el mayor de toda la UE, limita las expectativas de desarrollo profesional.

Riesgos sociales y educativos

La Comisión Europea acaba de volver a situar a España en la parte baja de la tabla en materia social y laboral. En su más reciente evaluación, señala como principales amenazas la alta proporción de población en riesgo de pobreza, una distribución desigual de la renta y una baja eficacia de las prestaciones sociales. El acceso a la vivienda, la precariedad laboral y el elevado desempleo completan el panorama.

En el ámbito educativo, Bruselas advierte sobre el elevado abandono escolar temprano y la persistencia de desigualdades educativas, factores que dificultan la integración de los jóvenes en el mercado laboral. La tasa de abandono sigue por encima de la media europea y lejos de los objetivos nacionales para la próxima década.

Además, España padece una escasez estructural de especialistas en sectores clave como las energías renovables, los servicios digitales o la sanidad. Al mismo tiempo, sigue dependiendo de mano de obra inmigrante para trabajos menos cualificados en sectores como la hostelería, la agricultura o el comercio.

Jornada laboral y tejido empresarial

A estos problemas de nuestro mercado laboral se une la propuesta de reducir la jornada laboral, que ha generado una fuerte contestación entre los empresarios. Argumentan que, si se aplica sin ajustes salariales y sin negociación, supondría un incremento de costes que muchas pymes no pueden asumir. El aumento del salario mínimo y de las cotizaciones sociales, unido a la reducción de la jornada laboral va a representar un coste muy elevado para estas empresas.

Las pymes, que constituyen la base del tejido empresarial, presentan menores niveles de productividad y tienen menos margen para absorber el impacto de estos cambios. Un informe reciente estima que la reducción obligatoria de la jornada podría suponer un coste económico cercano a los 48.000 millones de euros anuales si no se acompaña de mejoras en la eficiencia y la tecnología.

Una oportunidad 

El futuro del empleo en España dependerá en gran medida de la capacidad para afrontar estos desafíos. Para que el mercado laboral mejore será necesario apostar por la productividad, la formación profesional, el reciclaje y la innovación tecnológica. Solo así se podrá crear empleo de calidad para las nuevas generaciones. Como dice un proverbio chino, toda crisis encierra una oportunidad. Está en nuestras manos comenzar a recorrer ese camino.

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