Por qué soy liberal
«Quiero alzar mi voz y pedirle al empresario español que supere sus complejos y defienda sus ideales. Decir lo que necesita la empresa no es política»

'La Libertad iluminando el mundo', mundialmente conocida como la Estatua de la Libertad. | Anna Sergeeva (Zuma Press)
En los últimos años y con un Gobierno claramente persecutorio a la actividad empresarial, el empresariado, en general, se ha rendido y ha sucumbido a los ideales antiempresa. El resultado hoy es la aceptación de discursos antiliberales e intervencionistas. Se agradece la protección del Gobierno, aunque suponga perder flexibilidad y oportunidades empresariales, y se hace con resignación. Es la aceptación del mal menor.
Por supuesto, el resultado ha sido nefasto. Los pasos que damos hacia atrás, sabemos que no los vamos a recuperar. Por eso, quiero alzar mi voz y pedirle al empresario español que supere sus complejos y defienda sus ideales. Ya lo dijo hace unos días Juan Roig. Decir lo que necesita la empresa no es política. Y defender la libertad de empresa hoy supone una obligación para el empresario, pero también para las organizaciones empresariales, que no pueden caer también en la espiral del silencio que sufrimos. No entiendo de otra manera la representación empresarial.
Soy liberal porque creo en el ser humano. Creo en su capacidad de creación, de sacrificio, creo en su búsqueda de un futuro mejor y en su inclinación por el bien y la justicia. Creo en la responsabilidad individual y en el respeto irrestricto al proyecto de vida de los demás. Creo que cada uno sabe lo que es mejor para sí mismo. Como creo en el ser humano, creo también en sus derechos inalienables a la vida, la propiedad y la libertad.
Soy liberal porque creo que la cooperación voluntaria es la mejor forma de organización social. Una cooperación voluntaria que se expresa en todo tipo de acuerdo libre entre partes, voluntariedad que implica que ambas partes ganan.
Soy liberal porque creo que el derecho de propiedad comienza con el derecho sobre los frutos del propio trabajo, sea manual o intelectual. Como creo en el derecho de propiedad, estoy en contra del robo en todas sus formas, lo que incluye la corrupción, los impuestos abusivos y los controles y reglamentos estatales excesivos.
Soy liberal porque creo en la no violencia. El robo, la corrupción, los impuestos abusivos, la mentira, el incumplimiento de contratos y las limitaciones arbitrarias a la libertad individual, son todas formas de violencia a las que me opongo.
Soy liberal porque no creo que haya «clases» de personas. No hay «clase trabajadora», «clase media», «clase empresarial» o ninguna otra. Hay individuos que cooperan libremente porque se dan cuenta de que eso les permite mejorar y, en el proceso, contribuyen a elevar la condición de todos. Eso lo he visto en la empresa, donde todos, empresario y empleados, buscando cada uno mejorar su situación, al mismo tiempo son parte de un mismo barco a cuyo buen rumbo contribuyen.
«También soy liberal porque creo en el Estado de derecho y en un gobierno limitado con respeto escrupuloso a la separación de poderes»
Soy liberal porque creo en la economía libre y en todo lo que ella implica: libertad de empresa, libertad para comprar, vender, contratar e invertir, en los términos que voluntariamente acuerden las partes. Una libertad, obviamente, siempre dentro del marco de la ley y respetuosa de los derechos de terceros. Una libertad económica que es, no solo la única compatible con la dignidad humana, sino además la herramienta más eficaz para mejorar el nivel de vida de todos. La historia es contundente al respecto, al menos para todos los que tengan la mente suficientemente amplia como para ver lo evidente.
Aunque está implícito en los párrafos anteriores, subrayo que también soy liberal porque creo en el Estado de derecho y en un gobierno limitado con respeto escrupuloso a la separación de poderes. Sin ley no hay libertad; sin gobierno limitado, avanzamos hacia la tiranía.
Soy liberal porque creo en la igualdad ante la ley y no en la forzada y liberticida igualdad de resultados. Forzada igualdad de resultados que, por medio de impuestos confiscatorios y de la redistribución de la riqueza, quita incentivos para producir y es el inicio de un camino de empobrecimiento.
Soy liberal porque no creo que la competencia sea la ley del más fuerte, sino que es el medio que nos ayuda a sacar lo mejor de nosotros mismos. La competencia, en verdad, se nutre de la colaboración entre individuos: cada empresa es un equipo, más grande o más pequeño, según el caso, en que muchas personas contribuyen a un fin común.
Soy liberal porque creo en una moneda estable, libre de manipulaciones monetarias que crean inflación, burbujas y distorsiones. Manipulaciones monetarias que en todos los casos acaban consumiendo el capital que deberíamos acumular siempre que busquemos mejorar el nivel de vida de todos. Con inflación y manipulaciones monetarias se hace más difícil planificar, ahorrar e invertir; se hace más difícil prosperar.
Soy liberal porque no soy resentido, ni envidioso, ni creo en la lucha de clases; tampoco creo que sea bueno excitar sentimientos tribales ni nacionales, ni la búsqueda de diferencias o la creación de grietas entre grupos de personas.
Soy liberal porque soy optimista. Optimismo al que llego al ver de lo que ha sido capaz el ser humano cuando se lo dejó actuar en libertad. Optimismo que me hace estar agradecido por todo lo que he recibido de las generaciones pasadas y que me obliga moralmente a poner mi granito de arena para entregar algo aún mejor a las generaciones que vengan.