The Objective
Román Cendoya

¿Mensajes privados?

«Pedro Sánchez debe entender que su presencia en La Moncloa, aunque le permite un vergonzoso y bochornoso control de algunos instrumentos del Estado, es un acelerador en las investigaciones»

Opinión
¿Mensajes privados?

Ilustración: Alejandra Svriz.

La RAE, entre las diferentes acepciones del término “privado”, ofrece dos que dejan muy claro el concepto.  “Particular y personal de cada individuo” y “que no es de propiedad pública o estatal, sino que pertenece a particulares”. Es muy importante ser consciente de qué significan las palabras para definir las situaciones adecuadamente. Probablemente, “privado” es la palabra más falsamente reivindicada en la última semana por los socialistas, los miembros del Gobierno y todos los pseudoperiodistas amanuenses del equipo de opinión sincronizada de Pedro Sánchez.

La privacidad es un derecho fundamental que corresponde a todo ciudadano. El personaje público, que por serlo no pierde su condición de ciudadano, también tiene derecho a la privacidad. Todos. Incluidos los que no son de izquierda. Por ello es muy importante evaluar lo publicado para entender si se está violando un derecho fundamental. Los mensajes no son privados por tres motivos. El primero es que todos corresponden a los teléfonos oficiales de que, como cargos públicos que son, disponen los autores de los mensajes. Esos teléfonos son pagados por todos los españoles. El segundo es que todos los afectados son cargos públicos y en lo publicado hablan de lo público. El tercero es que el contenido de los mensajes tiene un profundo calado político o trata sobre gestión pública. 

Es sorprendente escuchar a tanto socialista defender “lo privado” cuando su mantra reivindicativo siempre es lo público. Como la medicina pública esa a la que no van. O la enseñanza pública esa que no saben dónde está, como les pasa con su lugar de trabajo al hermano de Sánchez o a las asistentes sexuales de Ábalos.

“La actitud del sanchismo respecto a los mensajes vuelve a demostrar que la presunta ética y los valores que Pedro Sánchez ofrecía, cuando era oposición, eran postureo, toda una sarta de mentiras, fakes y bulos”

El aparato presidencial clama por aclarar dos obviedades: quién los ha filtrado y saber su origen. Es obvio que el filtrador es José Luis Ábalos, quien ha reconocido la veracidad de los mensajes y quien sale mejor parado por las conversaciones. Además, pone en evidencia que él era el centro sobre el que se creó y pilotaba el sanchismo. Ábalos era “una motivación”, “un estímulo” y además era “nuestro tronco”, según escribió la vicepresidenta primera. Por su importancia, lideró el discurso de la moción de censura. Y respecto al origen, es obvio que son fruto de la vulgaridad de todos y cada uno de los que escriben los mensajes. El origen sólo puede ser gente del ínfimo nivel que, con Pedro Sánchez a la cabeza, dirige España.

La actitud del sanchismo respecto a los mensajes vuelve a demostrar que la presunta ética y los valores que Pedro Sánchez ofrecía, cuando era oposición, eran postureo, toda una sarta de mentiras, fakes y bulos. Toda una estafa a la sociedad. Pedro Sánchez, sobre el mensaje “sé fuerte, Luis” que envió Rajoy a Bárcenas, dijo en el debate entre candidatos que mantuvieron en televisión: “Usted tenía que dimitir. Cuando mandó ese SMS a Bárcenas, usted tuvo que dimitir. Usted no debía seguir siendo presidente del Gobierno y tampoco ser candidato a la Presidencia del Gobierno. Usted debía haber dimitido, asumir la responsabilidad en primera persona y haber abandonado la Presidencia del Gobierno, señor Rajoy”. Con todo lo leído hasta hoy, ¿cuándo dimite Sánchez, convoca elecciones y además no se presenta? Una vez más, maldita hemeroteca. En la historia ya está instalado como el mayor mentiroso de la política.

¿Qué puede esperarse de un personaje que, para dirigir España, escoge para su Gobierno y el de las Comunidades Autónomas a una “pájara”, un “maltratador”, “un petardo” y “un impresentable”? Nada que no sea el destrozo general que sufre hoy España. No hay nadie responsable que mantenga en su equipo a gente cuya valoración y opinión sea la que Pedro Sánchez tiene sobre ellos. Si supiera gobernar, ya los habría cesado a todos. Lo que puede resultar incomprensible es la actitud de Margarita Robles. Sabiendo lo que opina de ella Pedro Sánchez, continúa en el Gobierno. No ha dimitido. La única explicación a su continuidad es su absoluta indignidad. 

El Gobierno, el partido y los palmeros intentan, de todas las maneras posibles, desviar la atención hacia la privacidad para que no se entre en profundidad sobre los mensajes publicados. Es que la corrupción que destilan y la mala praxis salpica a todos.

El penoso Bolaños aseguraba que los mensajes son “un ataque absolutamente despiadado a la privacidad, en este caso, al presidente del Gobierno”. Falso, no hay nada privado. Además, también dice cosas como que no hay “nada que pueda comprometer a nadie” o que Sánchez “está tranquilo porque nada lo incrimina”. Doblemente falso. Lo publicado sobre el rescate a Air Europa compromete a Pedro Sánchez, a su mujer Begoña, y, por la actuación del Gobierno, a Calviño, Ábalos y a todos los miembros del Consejo de Ministros que, el 3 de noviembre, decidió rescatar a Air Europa. El trámite del rescate, por un total final de más de seiscientos millones entre préstamos inmediatos y otras ayudas, tuvo una tramitología muy singular. Ser amigo de Begoña supone una aceleración en la concesión cinco veces superior a la de cualquier otra emergencia. ¿De verdad Bolaños que “no hay nada que pueda comprometer a nadie”? La audiencia señala que Begoña Gómez, la esposa del presidente, vendía favores y ofrecía “supuestas influencias a cambio de contraprestaciones de diversa índole”.

Pedro Sánchez demuestra su vulgaridad y frivolidad en los mensajes. Su concepto patrimonialista del Estado y del dinero público: “Luego bien que pedirá recursos de los PGE”. Es un autócrata que, a pesar de los miles de asesores, desconoce la realidad de España. Considera que IAG es una compañía inglesa. No es cierto.  Es española, con sede en Madrid, donde el 19 de junio celebrará su próxima junta general de accionistas. El presidente y la mayoría del equipo de dirección son españoles. No sé si es bueno que se entere. Sánchez es muy capaz de gastar otros tropecientos mil millones de euros de los españoles para comprar un porcentaje y colocar a otro amiguete y sus compinches en la presidencia, desalojando al exitoso equipo de profesionales que lidera Luis Gallego. De Madrid, España.

Queda mucho por saberse. Y cuanto más se sabe es peor para el presente y futuro del presidente. Pedro Sánchez debe entender que su presencia en La Moncloa, aunque le permite un vergonzoso y bochornoso control de algunos instrumentos del Estado, es un acelerador en las investigaciones. Hay mucho material y muchas ganas. Son muchos los que sienten lo mismo que la mujer de Santos Cerdán quien, fruto del nerviosismo ante algún previsible informe de la UCO o de algunos antiguos mensajes, ha dicho con sutil elegancia “estoy de este puto país hasta los cojones”. El problema es que hay mucha gente que está igual. Pero no por los motivos de la mujer del tres del PSOE. Es público que la gente atribuye la responsabilidad de ese malestar general a Sánchez y su entorno. Por eso, todo lo relacionado con Sánchez y el sanchismo es de carácter público e importa.

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