The Objective
Esperanza Aguirre

'Una liberal en política'

«Defender la libertad es conseguir que el Estado esté al servicio de los ciudadanos y no los ciudadanos al servicio del Estado. Esto es lo que concluye mi último libro»

Opinión
‘Una liberal en política’

Ilustración de Alejandra Svriz

Hace dos días he tenido la oportunidad de presentar mi último libro, Una liberal en política (Ediciones Deusto), que he escrito movida por la preocupación que me provoca la actual situación de España, que tiene a su frente a un autócrata, que se dice socialista, pero que ha hecho suyos con entusiasmo los objetivos de todas las otras fuerzas que sostienen su gobierno Frankenstein.

En el libro he intentado utilizar la experiencia acumulada a lo largo de mi vida política para abordar el análisis de algunos de los principales problemas a los que hoy tenemos que enfrentarnos todos los españoles que queremos seguir siéndolo y que queremos recuperar el espíritu de concordia de la Constitución de 1978.

Ahí he prestado especial atención a la evolución de la ideología de los partidos de derecha y de izquierda desde la Transición hasta ahora.

Así he intentado describir cómo el PSOE, que era un partido socialdemócrata, al estilo del SPD alemán de Willy Brandt, se ha convertido en el representante europeo del comunismo bolivariano, conjugando el wokismo con las ideas de Laclau y su «socialismo del siglo XXI», que es el nombre detrás del que se esconde el totalitarismo comunista de toda la vida. Sánchez ha hecho suyos los objetivos de las fuerzas que quieren acabar con España: independentistas con los filoterroristas, rompiéndola y los comunistas sustituyendo a Felipe VI por una república bolivariana poniendo a su frente un sucedáneo de Maduro, que bien podría ser el propio Sánchez.

También he recorrido la trayectoria de la derecha, con un momento cumbre, cuando Aznar consigue que el PP sea la casa común de todos los que nos encontrábamos a la derecha del PSOE -conservadores, democristianos, liberales y hasta socialdemócratas-, para después desembocar en la aparición de distintas opciones, como ahora estamos viendo.

«Todas las leyes hoy en vigor responden a la ideología socialista»

Para mí, lo más importante de mi libro es la llamada de atención acerca de que, de hecho, desde 1982 hasta ahora, el PSOE ha gobernado el doble de tiempo que la derecha y, no sólo eso, sino que todas las leyes hoy en vigor responden a la ideología socialista.

Y ello a pesar de que los dos pilares sobre los que se sustenta la ideología de la derecha: España y la libertad, son los principios más atractivos que uno puede imaginar. Y, sin embargo, la derecha no ha conseguido transmitir con la fuerza que sería necesaria la ilusión que la defensa de esos dos principios debería provocar en los ciudadanos.

Hasta la misma palabra «España» está anatemizada (recuerden cómo todavía hoy es sustituida por «Estado español» o, simplemente, «Estado» o «País»), como si hubiera sido un invento de Franco.

Hay que tener claro qué es España, nuestra patria, con una historia, una cultura y unas tradiciones, de las que podemos y debemos estar orgullosos.

«España, y lo español están institucionalmente acosados por la hipertrofia de los sentimientos locales, regionales y autonómicos»

Y hay que saber que, para empezar, España, y lo español están institucionalmente acosados por la hipertrofia de los sentimientos locales, regionales y autonómicos. Está bien festejar y cultivar las características de las patrias chicas, pero sabiendo muy bien eso, que son chicas, y que no pueden tapar el sentimiento patriótico de ser españoles, que es algo infinitamente más grande.

Esto se ha reflejado en los planes de estudio de nuestra Primaria y Secundaria (no hay que olvidar que la columna vertebral de la cultura de una nación es la Secundaria) en Geografía, Historia, Literatura y Arte. Lo lógico es que, al terminar la instrucción obligatoria, todos los españoles supieran qué es España y, además, estuvieran orgullosos de ser españoles.

Y en las regiones que están infectadas de independentismo, hay que recordar a Cambó que quería una Cataluña grande en una España también grande, para lo que pretendía que Cataluña fuera la locomotora de España. Y también a Unamuno, que pensaba de manera parecida, cuando decía sobre este asunto que «El deber de Cataluña para con España es catalanizarla y el deber para con España de parte de Vasconia es el de tratar de vasconizarla».

Siempre he sido una partidaria acérrima de la inmigración, y creo que el futuro de España será mejor gracias a los inmigrantes, siempre, claro está, que se integren en nuestra historia, nuestra cultura y nuestras costumbres, que para eso han elegido a nuestra patria como su destino y, en definitiva, que se conviertan en españoles.

«Los peores enemigos de España están aquí dentro y, sobre todo, dentro del Gobierno»

Pero, además, no creo que nadie tenga dudas de que los peores enemigos de España están aquí dentro y, sobre todo, dentro del Gobierno. Independentistas, unidos a filoterroristas, y comunistas, que tienen a Castro y a Maduro como modelos, han conseguido, a cambio de poner a Sánchez en el Falcon, que los socialistas hagan suyos sus siniestros objetivos. Lo que hace aún más urgente la defensa de España.

Si España tiene que ser un principio de atractivo insuperable, lo mismo digo del otro eje sobre el que tiene que construir sus políticas la derecha española: la libertad.

Una libertad que está amenazada, cuando no ya eliminada, por la acción del Gobierno de vocación totalitaria que sufrimos.

Defender la libertad es recuperar la separación de poderes, es asegurar la independencia de los jueces, es acabar con el intervencionismo del Estado en la economía y hasta en las empresas privadas, es derribar el muro que Sánchez ha construido para enfrentarnos a unos contra otros, es separar la memoria de la historia, es hacer del mérito y la capacidad la base de la función pública y de nuestro sistema educativo, es rechazar los dogmas de la corrección política que el establishment ideológico nos impone, es defender la libertad de expresión y, en definitiva, es conseguir que el Estado esté al servicio de los ciudadanos y no los ciudadanos al servicio del Estado.

Esto es lo que concluye mi libro, escrito desde mi larga experiencia y desde la conciencia de la gravedad de la situación que ahora vive España.

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