Oposición: la autodestrucción como estrategia
«Auténticos expertos en la amplificación del desacuerdo, PP y Vox logran anular el único consenso mollar posible: que este Gobierno es inaguantable»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Los audios que hemos conocido (esos que dan cuenta de cómo el entorno del PSOE maneja la Fiscalía) no son dignos de una democracia. Sin embargo, todo apunta a que, lamentablemente, el sanchismo puede –y podrá– permitirse cualquier delirio en este país mientras conserve varias ventajas estratégicas. A saber:
1) La izquierda en España jamás se avergüenza de sí misma.
Por injusta que sea la misión, grotesca la consigna, indigesto el socio, vergonzoso el aforamiento, indigno el puterío u obscena la grabación, hay una fe militante en la causa y una obediencia comunicativa a prueba de sumarios.
Todo lo contrario de lo que ocurre en el no-sanchismo –eso que en teoría debería ejercer como oposición.
Hemos comprobado cómo el centro implosiona cada vez que alguien intenta habitarlo. Pero incluso en su disolución, existe únicamente para dejar claro que no es de derechas. Y la derecha, resignada o combativa (sí, también, señores de Vox), arrastra una culpa histórica que le impide desmontar la superioridad moral que la izquierda se ha autoatribuido… aunque no resista el más mínimo escrutinio: ni el fáctico –ahí están la depravación y el cinismo que los medios están destapando– ni el histórico –hay apellidos franquistas sentados hoy, sin complejos, en el Consejo de Ministros.
2) La oposición se sabotea con admirable precisión.
Hace tiempo que estudio un concepto poco tratado aún en la literatura académica: el fratricidio informativo. Descrito en la doctrina militar estadounidense, se refiere a los daños autoinfligidos cuando actores del mismo bando emiten mensajes que se anulan o se destruyen mutuamente. La clave está en que la amplificación del desacuerdo sepulta lo sustancial y fortalece al adversario.
Ejemplos que lo ilustran son las informaciones discordantes sobre el Congreso del PP o sobre la cuestión de las lenguas en Bruselas esta semana.
«Los populares se entretienen aireando dudas existenciales: ¿Son más Ayuso que Feijóo? ¿Más Aznar que Rajoy?»
Mientras conocemos que las cloacas tildan de «camorra» a la UCO, enredados en su congresillo, los populares se han entretenido aireando dudas existenciales: ¿Son más Ayuso que Feijóo? ¿Más Aznar que Rajoy? ¿Más Esperanza o más Celia?
Pero peor ha sido lo de Vox. El Gobierno ha llevado al Consejo de Asuntos Generales de la UE la propuesta de declarar oficiales el catalán, el euskera y el gallego. No es un gesto cultural, es un movimiento táctico: cesión diplomática de coste millonario, beneficio simbólico y urgencia personalista, fruto del pacto con Puigdemont. Sirviéndose de toda la estructura del Estado –vergonzosamente– La Moncloa ha presionado hasta el final. De momento, ha perdido. Veremos.
El abuso y la locura utilitarista, habituales del sanchismo, no son nuevos bajo el sol. Tampoco la postura de la oposición que, en lugar de coordinar una postura firme, europea y razonada, ha optado por abofetearse en público. Macron contra Macron.
«La historia la escriben los que no se agreden a sí mismos»
Con entusiasmo de gacetilla de resistencia, Vox ha salido a revelar que el PP les llamó para que intercedieran ante gobiernos extranjeros. «Son inútiles» y «tienen la red de contactos de una zarigüeya», han sido las perlas de Fúster, portavoz de quienes parecen considerar que la lealtad es una gilipollez burguesa.
Auténticos expertos en la amplificación del desacuerdo, para anular el único consenso mollar posible: que este Gobierno es inaguantable.
Hacerlo, queridos, fortalece al adversario. Con estos mimbres, Pedro avanza. Como un tanque sin conductor… pero sin obstáculos.
Aviso al PP y a Vox: así no se construye una mayoría. Así no se convence a ese votante que quiere que Sánchez se vaya, sí, pero también desea un recambio que no le avergüence y que le motive. La historia la escriben los que no se agreden a sí mismos. Por favor, si no se ponen de acuerdo, ahórrennos al menos estos espectáculos.