The Objective
Laurence Debray

El informe francés sobre los Hermanos Musulmanes: ¿ingenuidad o celo?

«Las agresiones a la laicidad francesa aumentan cada año, pese a las declaraciones airadas de ciertos dirigentes políticos y a medidas difíciles de aplicar en la práctica»

Opinión
El informe francés sobre los Hermanos Musulmanes: ¿ingenuidad o celo?

Una niña ataviada con un hiyab en un colegio de Montpellier, Francia. | Guillaume Bonnefont (Zuma Press)

En 73 páginas elaboradas por los servicios de inteligencia, el informe entregado al ministro del Interior francés, Bruno Retailleau, a finales de la semana pasada, traza el inquietante panorama de un país minado desde dentro. Esta organización militante, los Hermanos Musulmanes, persigue un proyecto político totalitario basado en la sharía. Su objetivo es sustituir la ley civil por la ley religiosa ideologizando el islam. ¿Cómo? Infiltrándose en la sociedad desde la base para influirla desde dentro. Una estrategia bien conocida por ciertos grupos políticos.

Ecosistemas formados en torno a una mezquita permiten encuadrar la vida del musulmán desde su nacimiento hasta su muerte. El sector educativo, cuyo contenido se opone frontalmente a los valores republicanos, aparece como la prioridad de la rama francesa de los Hermanos Musulmanes: un sólido núcleo de escuelas confesionales, asociaciones caritativas, un potente semillero de predicadores, pero también comercios comunitarios o actividades deportivas, viajes, desarrollo personal, ayuda al empleo o incluso sitios de citas. Los religiosos influyen en todos los ámbitos: la caridad y la ayuda humanitaria, la formación religiosa, la familia, el matrimonio, la inserción laboral, el emprendimiento musulmán, la protección del consumidor, los servicios a la persona, la formación de adultos. Esta influencia total se traduce en un «endurecimiento de la práctica religiosa» con un número muy elevado de jóvenes que llevan la abaya y el aumento masivo y visible de niñas pequeñas con velo.

Este fenómeno explica la última propuesta de Gabriel Attal, dirigente de Renaissance, el partido de Macron: prohibir el uso del velo en espacios públicos a menores de 15 años, con el fin de evitar la influencia sobre niñas cada vez más jóvenes. Una propuesta que entusiasma al electorado de extrema derecha, pero que es poco viable en la práctica, dadas las leyes vigentes.

¿Constituye el activismo islámico una amenaza real para la cohesión nacional? Las cifras son marginales y, a primera vista, no parecen alarmantes. «Los elementos reunidos señalan 280 asociaciones vinculadas al movimiento, operando en una multitud de sectores que encuadran la vida del musulmán». Pero el problema no es el número, sino el contenido del mensaje que difunden. Ante una minoría tan activa y organizada, ¿qué puede hacer la mayoría tolerante y moderada?

Tras años de vigilancia y lucha discreta, el Estado declara ahora un enfrentamiento abierto contra este movimiento que prospera sin hacer ruido desde hace más de 50 años en el país. Un Consejo Superior de Defensa Nacional, presidido por Emmanuel Macron, ha reunido entre otros al primer ministro, al ministro del Interior –pieza central del dispositivo por encargarse de la seguridad y los cultos–, así como a sus homólogos de Asuntos Exteriores, Educación Nacional, Deportes y Economía.

«No enfrentarse al islamismo por miedo a estigmatizarlo equivaldría a abandonar nuestros valores republicanos»

En un momento en que Francia se ve corroída por un mal existencial, aturdida por su decadencia, el Ejecutivo desea golpear con fuerza, en especial para frenar la ola de la extrema derecha. El país se ha convertido en una puerta de entrada, abierta, enorme y pasiva, a toda deriva totalitaria. Pero la batalla promete ser larga y difícil. Pasa en particular por el control de las redes sociales, que amplifican exponencialmente a los predicadores en línea. Pero ¿cómo hacer que un contra-discurso republicano sea más activo y, sobre todo, atractivo en TikTok?

Emiratos Árabes Unidos y Egipto han clasificado a los Hermanos Musulmanes como «organización terrorista». «Somos mucho más débiles en Francia frente a la ideología islamista que algunos países árabes», denunció el probable futuro candidato del RN a las presidenciales, Jordan Bardella, mientras que Jordania acaba también de prohibir el movimiento por sus actividades «susceptibles de desestabilizar el país». En 2021 fue Austria la que tomó medidas contra ellos, pocos meses después del atentado yihadista en Viena que dejó cuatro muertos.

El informe recuerda que en Europa (Reino Unido, Alemania y Suiza primero; luego Bélgica, Francia e Italia) esta ofensiva islamista comenzó a partir de los años 50, al calor de los movimientos migratorios procedentes de Oriente Medio. Turquía, junto con Catar, se ha convertido en un eje poderoso de apoyo, especialmente financiero. Los analistas estiman que, unos treinta años después de la guerra en la antigua Yugoslavia, los Balcanes son ahora «la principal vía de expansión del movimiento en Europa». Su estrategia es sólida y persistente.

¿Estamos creando una sociedad francesa islamófoba? No enfrentarse al islamismo por miedo a estigmatizarlo equivaldría a abandonar nuestros valores republicanos. Y con ellos, abandonar también a los musulmanes moderados ante la influencia extremista. Lo que plantea una pregunta crucial: ¿Qué significa ser francés hoy? ¿Se puede ser francés sin adherirse a los valores de la República Francesa?

Como dijo Manuel Valls, que encarnó una izquierda republicana digna y firme tras los atentados terroristas de 2015 contra Charlie Hebdo y la sala Bataclan: «el velo no es un símbolo religioso. Es un símbolo político. Es el estandarte de una lucha, de una forma de totalitarismo». ¿Podría tambalearse nuestro modelo francés basado en la laicidad? Las agresiones a este pilar de la sociedad francesa aumentan cada año, pese a las declaraciones airadas de ciertos dirigentes políticos y a medidas difíciles de aplicar en la práctica. ¿Cómo puede protegerse la democracia europea frente a una ola tan subterránea como amenazante? No se puede ser tolerante con los intolerantes.

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