¿Qué tal en el paraíso?
“La guerra de de Netanyahu es peor que un crimen: es un error. Al margen de que logre, tras la limpieza étnica, quedarse con Gaza, ha sembrado por el mundo el odio”

Bombardeo israelí en la Franja de Gaza. | Reuters
El mes pasado estuvo unos días en mi casa una vieja amiga de Haiffa, Israel, donde estuve como turista hace muchos años. Ahora vive en Jerusalén. Estos días disfrutó, con una sensación de irrealidad casi permanente, de la paz y la alegría de vivir características de Madrid. O, en fin, de parte de Madrid.
De noche, mientras cenábamos, me explicaba que le encantaría venirse a vivir en España. La guerra y la limpieza étnica que aplica el ejército de su país contra los palestinos le repugna. Decía que en Jerusalén todo el mundo tiene miedo, si ves a un árabe piensas de inmediato que te sacará un cuchillo y te apuñalará. Al cabo de unos días, la acompañé al aeropuerto. Se volvía a su país abatida, callada, arrastrando los pies.
Pienso en ella cada vez que leo noticias sobre ese catastrófico lugar del mundo. Ayer supe que, según fuentes del ejército israelí, Hamás, la organización responsable de la matanza del 7 de octubre del 2023, cuenta con 40.000 soldados (o militantes, o terroristas, como se les quiera llamar); es decir, el mismo número que antes de la guerra. El genocidio palestino les atrae simpatizantes, ávidos de matar y dispuestos a morir. Esto parece confirmar que la guerra de Netanyahu es peor que un crimen: es un error. Al margen de que consiga –como probablemente va a conseguir—, tras la limpieza étnica, quedarse con el territorio donde el presidente americano Donald Trump quiere instalar una nueva “Costa Azul” presidida por su propia estatua, ha sembrado por todo el mundo el odio y el desprecio.
Pensé en mi amiga ayer, leyendo el editorial de Haaretz, el diario israelí preferido por la opinión de la izquierda socialdemócrata, que se publica en hebreo y en inglés. Se titula Por qué la campaña de Israel ha hecho la guerra injustificable. Se centraba en el asesinato de una familia palestina a manos del ejército israelí y dice así:
“Es una campaña de venganza que se ha salido totalmente de control”
“No hay manera de explicar, y ciertamente no la hay de justificar, lo que Israel está haciendo en la Franja de Gaza. Es una campaña de venganza que se ha salido totalmente de control. Se está continuando por razones políticas. No tiene objetivos militares ni diplomáticos y ningún apoyo internacional. Y se está llevando a cabo a expensas de las vidas de los rehenes [israelitas en poder de Hamás]”.
“No hay expectativa de que el gobierno o el hombre que lo dirige lleguen a la conclusión de que ha llegado el momento de deponer las armas. La extrema derecha quiere una guerra eterna como vehículo para ocupar Gaza, limpiándola de palestinos y preparando el terreno para el asentamiento judío”.
“Incluso aquellos que no comparten esta ideología están respaldando estos movimientos por razones cínicas y egoístas. El resultado ha sido la matanza indiscriminada de civiles, sin final a la vista”.
“Cada día ocurren atrocidades en Gaza. El viernes pasado, un ataque israelí mató a nueve hermanos, todos menores de 12 años, en su casa en Jan Yunis. Eran hijos de Hamdi y Alaa al-Najjar, ambos médicos del Hospital Nasser en el sur de Gaza, quienes no tenían conexión con Hamás. Pero aunque la tuvieran, no hay justificación para matar a sus hijos”.
“El ataque ocurrió pocos minutos después de que Hamdi llegara a casa tras visitar a su esposa en el hospital. Ella estaba gravemente herida, al igual que su hijo Adam, de 11 años, el único niño que sobrevivió”.
” A los israelíes no les interesan los gazatíes que mueren, ni siquiera cuando son niños”
“Los otros nueve niños fueron asesinados. Adam tenía nueve hermanos, y ahora es hijo único. La casa fue atacada sin previo aviso, aunque según el tío de los niños, el ejército sabe que es un complejo donde viven médicos y sus familias”.
“La explicación del ejército fue que ‘se está investigando la afirmación de daño a civiles no involucrados’. Fue una respuesta fría, seca, apática, como el país en general, que se ha vuelto insensible. A los israelíes no les interesan los gazatíes que mueren, ni siquiera cuando son niños. Ni siquiera cuando una familia de médicos pierde a nueve niños en un solo bombardeo”.
“La descripción del tío sobre la atrocidad tampoco despertó la conciencia de los israelíes. ‘Todo se incendió’, dijo. ‘Sabíamos que los niños estaban adentro y los buscamos”.
“‘Durante la búsqueda, empezamos a encontrar cuerpos quemados y partes de cuerpos. No pudimos identificarlos; todos estaban quemados. Fue una visión horrible; era insoportable'”.
“Esta guerra debe terminar porque hace mucho que cruzó todas las líneas rojas”
“¿De qué eran culpables” –prosigue el editorial- “esos niños, o la familia en general, una familia de médicos y niños pequeños? Nadie responderá seriamente a su pregunta. La mayoría de las llamadas a acabar la guerra se enfocan en rescatar a los rehenes y, más recientemente, en el daño reputacional que estamos sufriendo. Pero esta guerra debe terminar porque hace mucho que cruzó todas las líneas rojas”.
“El público debe despertar. Debe alzar la voz y exigir que termine. Debe exigir el fin de este asesinato inconcebible de civiles, incluidos niños, ya sea por inanición deliberada o por bombardeos aéreos”.
Fin del editorial. Que revela el sentir, el pensar y el pesar de muchos israelitas que no secundan la actividad criminal de su Gobierno. Supongo que los portavoces de Netanyahu no se atreverán a decir que Haaretz es un diario antisemita. O sí.
Ayer llamé a mi amiga en Jerusalén. Se alegró mucho de oírme. Me preguntó: “¿Qué tal en el paraíso?”