Así desmontamos el bulo de la «bomba lapa»
«Lo más indignante es comprobar cómo al Gobierno parece importarle una higa que la versión del atentado contra Sánchez sea falsa»

Ilustración de Alejandra Svriz.
El jueves 29 de mayo, diversos medios afines al Gobierno comenzaron a publicar informaciones sobre el capitán de la Guardia Civil Juan Vicente Bonilla, que había ocupado puestos de responsabilidad en la Unidad Central Operativa (UCO) en el inicio de la investigación del llamado ‘caso Koldo’. Se trataba en todos los casos de extractos de supuestos mensajes intercambiados con uno de sus confidentes en el año 2021.
Ya ese día las periodistas de THE OBJECTIVE Ketty Garat y Teresa Gómez empezaron a ver cosas raras, pues ellas habían tenido acceso a esos mensajes en el pasado y no recordaban esas interpretaciones que se estaban haciendo y que acusaban a Bonilla de animadversión contra el Gobierno. De hecho, Garat y Gómez ya publicaron la parte verdaderamente mollar de esos mensajes el 21 de marzo, cuando en una importante exclusiva desvelaron cómo ese confidente alertó a la Guardia Civil de que Ábalos estaba “trincando”. Y atención a la fecha de ese aviso: abril de 2021, apenas unos meses antes de la destitución del ministro de Transportes por parte de Pedro Sánchez.
El viernes 30 de mayo, la cosa fue a mayores, porque varios ministros (Óscar Puente, Óscar López, Mónica García…) y el propio PSOE se hicieron eco en redes sociales de informaciones periodísticas que directamente ya atribuían a Bonilla la intención de atentar contra Sánchez mediante “una bomba lapa” o “un sicario venezolano”.

Como ni Garat ni Gómez recordaban haber leído semejante barbaridad, y como los medios que lo estaban publicando ni siquiera parecían tener los pantallazos originales de los mensajes, pues solo publicaban reproducciones hechas por ellos mismos, fueron a buscar en su archivo los 6.318 mensajes que tenían sobre Bonilla. Y entonces se dieron cuenta de que lo que se estaba publicando obedecía a una burda manipulación: se habían omitido algunas frases para cambiar por completo el significado de la conversación. Lo que algunos estaban vendiendo como un deseo de atentar contra el presidente del Gobierno en realidad era el temor del guardia civil a ser objeto de un ataque por investigar la corrupción.
Dado que el viernes el escándalo en España era mayúsculo con esas noticias basadas en unos mensajes manipulados, ya que se estaban reproduciendo sin rubor en televisiones, radios y prensa, especialmente entre los más afines al Gobierno, decidimos elaborar una noticia para el día siguiente publicando los pantallazos originales de los mensajes de WhatsApp.


Nuestro titular de portada el sábado fue “Moncloa propaga un mensaje manipulado para hacer creer que la UCO barajó una «bomba lapa» contra Sánchez“. Se publicó a las 4.30 horas de la mañana y rápidamente se viralizó en redes sociales. Periodistas, activistas y algunos políticos empezaron a borrar sus tuits de horas antes difundiendo el bulo y los medios de comunicación que lo habían publicado fueron modificando sus informaciones originales y en ciertos casos hasta pidieron disculpas por el error. Curiosamente, algunos al cambiar sus titulares siguieron manipulando, pues pasaron a sugerir que Bonilla pedía “alto y plomo” para Sánchez, cuando en realidad en su chat esa expresión iba destinada al etarra Josu Ternera.
Lo que nos resultó absolutamente desconcertante fue que hasta tres ministros (María Jesús Montero, Pilar Alegría y Óscar López) insistieran ese mismo sábado en la teoría del supuesto magnicidio, siendo plenamente conscientes ya de que todo era falso. El Gobierno no parecía tener ningún interés ni en rectificar ni en pedir disculpas. Es más, aprovecharon el caso para atizar a Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, porque Bonilla ahora trabaja como gerente de seguridad en el Servicio Madrileño de Salud. Y algunos activistas hasta acusaron a Ayuso de formar parte de una supuesta rama corrupta de la Guardia Civil que pretendía atentar contra Sánchez.
Lo de implicar a Ayuso nos pareció una auténtica locura, pero resulta que, oh casualidad, THE OBJECTIVE ya había anticipado el pasado 20 de enero que el PSOE iba a hacer eso. Ese día publicamos una noticia con este titular: “El PSOE tantea a empresarios de la trama de los hidrocarburos para ofrecerles un pacto”. Que es justo lo que se ha demostrado la semana pasada con los audios donde Leire Díez ofrece beneficios al empresario Alejandro Hamlyn a cambio de información sensible contra la UCO. Y atención al subtítulo de esa información: “El objetivo de los emisarios socialistas es desacreditar a la UCO e implicar a Ayuso y a las cloacas del Estado”. Justo lo que Óscar López hizo con tanto empeño el sábado por la mañana en un mitin del partido.
Y precisamente ahora es ahí, en el tema Ayuso, donde muchos están poniendo el foco, una vez que se ha demostrado que aquí nadie quería matar al presidente del Gobierno. Hay quien pide la destitución de Bonilla por sus opiniones políticas en un chat privado. Y hay quien está difundiendo la idea de que cuando el Partido Popular de Madrid denunció el ‘caso mascarillas’ ante la Fiscalía Anticorrupción en marzo de 2022 (y que derivó en 2024 en las detenciones de Koldo y Aldama) lo hizo con información privilegiada que les pasó el entonces capitán desde la UCO… y que por eso luego lo han premiado con un empleo público.
Eso último es otra falsedad tan grande como la catedral de Burgos, porque resulta que la denuncia que el PP de Madrid llevó a los tribunales en marzo de 2022 está basada en informaciones periodísticas publicadas el 14 de abril de 2020 y siguientes. Lo sé porque yo dirigí al equipo que destapó en ‘Vozpópuli’ lo que entonces llamamos ‘caso Soluciones de Gestión’. Era plena pandemia y, mientras algunos aplaudían en los balcones, nosotros hacíamos periodismo. Antes, en enero de 2020, ya habíamos desvelado el ‘Delcygate’ y posteriormente sacamos el escándalo del rescate de Plus Ultra. Y como nadie nos hizo ni puñetero caso, me vi obligado a escribir un libro (‘Conexión Caracas-Moncloa’, ediciones B) denunciando los tres escándalos. Ese libro se publicó en febrero de 2022, justo un mes antes de la denuncia del PP ante Anticorrupción.
Todo esto me deja absolutamente desolado, porque es evidente que ya no importa la verdad o la mentira. Hemos desmontado un bulo de campeonato (el intento de asesinato del presidente por parte de una facción de la Guardia Civil), pero el Gobierno sigue sin darse por aludido. Saben bien que ahora lo importante es el relato y que, como se ha demostrado sobradamente desde 2018, una mentira mil veces repetida se convierte en verdad, sobre todo si el que la dice tiene el poder y un ejército de propagandistas a su servicio.