¿Como en Sudán?
«Cada semana, un estreno, podría ser el lema de esta temporada política. Y no parece que vayamos a salir del fatídico bucle donde parecen empeñados en meternos»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Recuerdo que en plena efervescencia del procés –cuyos efluvios llegaron a las islas– escribí un Diario en la creencia de que el análisis de las cosas –y dejar constancia de ellas– favorece un cierto bálsamo para vivir. Más que notas acabaron siendo crónicas del día a día, como si me las hubiera encargado algún periódico y poseían, casi todas ellas, la tensión eléctrica del momento. Pero también poseían otras cosas que han hecho que, leídas años después, aguanten –de fondo y de forma– y no hayan caducado. No se publicaron entonces –eran de consumo interno– pero acabarán publicándose un día u otro. Las encabeza un magnífico poema de Auden y esto siempre es un reto porque es difícil estar a su altura.
En medio de aquella vorágine –porque lo fue, grande y variada: había donde elegir y no lo digo positivamente– convenía detenerse algún día y leer algún fragmento que condujera a una especie de oasis para descansar y tomar fuerzas. Aquellos días no fueron fáciles de soportar, y digo soportar y no vivir. Acudí a algunas páginas operísticas de Stendhal, al tono ligero como el champán de La Rochefoucauld o a la estoica austeridad de los Santos Padres del desierto, pero no a autores que, gustándome mucho, no encontraba apropiados para ese momento. Por ejemplo Jünger y sus Diarios –que habrían añadido leña o pesadumbre al fuego– o la prosa meditativa o escritura del pensamiento de Proust –no quería que se contaminase ni un ápice y poder seguir leyéndolo al margen–.
Repasando aquellas notas encuentro una visita a la correspondencia de Lorenzo Villalonga, –como quien visita a un tío abuelo a pedirle consejo– que apunté entonces y viene de perlas para lo que el país está viviendo ahora. Decía así: «Descansa el espíritu. Hay gentes que no necesitan descansarlo porque no lo cansaron nunca. Son, precisamente, quienes cansan a los demás». Pues eso. A lo mejor ni saben lo que es el espíritu y lo confunden con una clase de pilates…
Cada semana, un estreno, podría ser el lema de esta temporada política. Y cada vez de peor calidad, la crítica. Ahora nos agarramos a Valle-Inclán, a Goya y al rosario de la aurora y no parece que vayamos a salir del fatídico bucle donde parecen empeñados en meternos. Antes he escrito «lo que el país está viviendo ahora» y no sé si lo está viviendo como una realidad o como una ficción. El procés fue una aceleración y esto de ahora es un estancamiento. Ni uno ni otro son buenos y a veces me viene a la cabeza una frase del poeta José María Álvarez: «Vivir en España como los ingleses en Sudán». Algo así decía esa frase que tiene ya medio siglo.
«Ahora el cinismo y la mentira lo invaden todo al son de la canción del verano –’Y tú más’ su título–»
Se ha perdido la expresión aprendiz de brujo y su significado. Se empleaba mucho durante la Transición, pero fue perdiendo fuelle a medida que España iba convirtiéndose en un país distinto y con fe en sí mismo. Ahora el cinismo y la mentira lo invaden todo al son de la canción del verano –«Y tú más» su título–. Ya saben como acaban las parejas adictas a la misma canción.
Habrá que andarse con ojo, porque nos estamos quedando sin antídotos.