Sánchez tiene un plan para volver a gobernar
«No es precisamente una joya de la orfebrería política y además va a arrojar a los leones a los gobiernos socialistas en la mayoría de las comunidades autónomas»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Tras los meses de furia que hemos vivido desde que comenzó este annus horribilis para el presidente del Gobierno; con su señora, su hermano, su fiscal general y buena parte de su entorno partidario pillados con las manos en la masa de actividades escasamente edificantes y algunas de ellas presuntamente delictivas, la mayoría de la opinión pública asume que tanto él como su Gobierno y su partido están amortizados y que no tienen posibilidad alguna de repetir la carambola que les llevó a poder formar gobierno tras las pasadas elecciones. Pero Sánchez, cuyo partido en medio de esta marejada no solo no baja del 27%-28% de intención de voto y que incluso se permite el lujo de crecer unas décimas en apoyo ciudadano en medio de la tormenta, tiene un plan.
Pues sí, Sánchez tiene un plan para volver a gobernar tras las próximas elecciones. Un plan que no es precisamente una joya de la orfebrería política y que además va a arrojar a los leones a los gobiernos socialistas en la mayoría de las comunidades autónomas y ayuntamientos en los próximos lustros, sacrificando la implantación territorial del PSOE y su misma identidad como proyecto político autónomo, pero miren, al menos es un plan.
La última oleada de encuestas publicada a comienzos de esta semana, especialmente la macroencuesta autonómica de NC Report para La Razón era tremendamente clarificadora, las federaciones regionales del PSOE lo van a tener harto complicado: en aquellas que no gobiernan hoy, obtendrán un resultado peor que en 2023 y en las pocas en las que lograron hacerse con el gobierno, lo van a tener muy complicado para mantenerlo, especialmente en Asturias e incluso en Castilla-La Mancha.
Así las cosas el plan se desarrollará de la siguiente manera
1.- El primer paso es engordar a Vox en las encuestas cercanas al gobierno y situarlo por encima del 15%-16% de intención de voto superando los 50 diputados, un número que no solo activaría las transferencias de voto PP-Vox, sino que llenaría los titulares de los medios propagando de nuevo el mantra aquel de «Que viene el lobo ultraderechista».
2.- El segundo paso consiste en perder clamorosamente las elecciones autonómicas y municipales, propiciando que en muchas de ellas sean imprescindibles pactos PP- Vox para obtener gobiernos, algo que será celebrado por el partido ultra exigiendo carteras de corte ideológico y con salida directa a la prensa de sus cafradas.
3.- El tercer paso es el más complicado: esperar pacientemente a que alguno de esos gobiernos, o todos ellos, comience a lanzar baterías de iniciativas cafre-ideológicas con esa cadencia infernal que solo saben hacer ellos.
4.- Y el cuarto paso ya se lo suponen, agotar la legislatura usando todas las posibilidades de las que dotan las leyes al presidente del gobierno y convocar elecciones en medio del fragor de las políticas reaccionarias de Vox planteando una dicotomía que sirva para sacar a sus avergonzadas huestes de la abstención pidiéndolas un último esfuerzo para evitar que un gobierno de ese tipo llegue a la Moncloa.
¿Va a funcionar? Sinceramente no creo, tiene muy pocas posibilidades de éxito, pero que no les quepa duda de que van a darlo todo hasta el último minuto para lograrlo, y recuerden que como decía Juan Gómez (Juanito) 90 minuti en el Bernabéu son molto longo.