Los críticos
«Comienza a expandirse por los medios madrileños la especie de que existe una suerte de quinta columna de la socialdemocracia dispuesta a sitiar la sede de Ferraz»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Tras la última serie de presuntas corruptelas puestas de manifiesto por la UCO y que afectan a nada menos que a dos ex secretarios de organización del PSOE, es decir los verdaderos mandarines de la sede de Ferraz, comienza a expandirse por los medios madrileños la especie de que existe una suerte de quinta columna de la socialdemocracia que a pesar de los 11 años de poder absoluto sanchista, sobreviviría en las catacumbas y estaría dispuesta en perfecto orden de batalla a abandonar las sombras y sitiar la sede de Ferraz hasta la dimisión del secretario general y presidente del Gobierno.
Un ejército dorado perfectamente entrenado y pertrechado cuyo objetivo sería tomar al asalto al PSOE, romper sus numantinas defensas y traerlo de nuevo hacia la luz de la socialdemocracia bersteiniana. El problema es que ese ejército de existir, solo lo haría en Castilla-La Mancha, y no en toda ella.
Por eso cada vez que un viejo líder del PSOE histórico insinúa una operación para recuperar el poder basando su análisis en la potencia de la militancia, la visión de estado de la misma y sus valores profundamente democráticos aprendidos desde las agrupaciones locales, a mí me invade una profunda desazón.
Y es que lo que sucede es que están hablando de una militancia que tras 11 años de Pedro Sánchez ya no es más que un recuerdo, una militancia que ya no existe. Una militancia creada a la imagen y semejanza de Sánchez y que tras tantos años, cree fehacientemente que tener el carnet del PSOE significa básicamente aceptar de forma acrítica todo lo que dice el secretario general y, sobre todo, servir de guardia de corps en las redes sociales imitando a los camisas pardas de las SA, agrediendo a quienes se atrevan a salirse un milímetro de la línea marcada por Moncloa.
Una militancia más cercana en su funcionamiento diario a las agrupaciones del peronismo y en la que cualquier disidencia será entendida como traición, compuesta además por gente o muy mayor, a la que ya le da igual la marcha del país siempre que les suban todos los años la pensión, o demasiado joven, que cree que militar en el PSOE solo consiste en acudir a los actos públicos del partido a aplaudir la última ocurrencia de Sánchez y que las agrupaciones del partido solo sirven para tomar unas cañas de vez en cuando, justo antes de ir todos juntos a la manifestación woke que toque en el calendario.
Razones todas ellas por las que creo que a pesar de las buenas intenciones de los medios de comunicación por encontrar un sector crítico en el PSOE capaz de producirle problemas internos, el resultado de las pesquisas tras la apisonadora que ha pasado Sánchez por las estructuras del partido durante los últimos 11 años solo va a ser capaz de llevarles a la frustración y después, a la melancolía.