The Objective
Ricardo Dudda

El brillante misterio de Jia Zhangke

«Zhangke hace cine en China, un régimen censor de las artes. Y, sin embargo, su cine es libre y radical. Quizá sobrevive porque es un maestro de la sutileza y la elegancia»

Opinión
El brillante misterio de Jia Zhangke

Fotograma de 'A la deriva'.

Al salir a la calle, la película seguía. En un bulevar arbolado, de pronto el rugido del metro, que sale de una boca subterránea. Hay gente en los balcones, toldos verdes, terrazas llenas, unos perros con collar iluminado. Todo parece que se integra perfectamente en lo que acabo de ver, A la deriva, la última película del chino Jia Zhangke, que se estrena en España el 27 de junio. Al mismo tiempo, no tiene nada que ver. El filme habla de la migración interna en China, de su rápida industrialización en las últimas décadas; pero es también una historia de amor universal y, sobre todo, es cine y es vida. Salgo del cine profundamente contaminado de ella. 

Zhangke es el mejor cronista de la China contemporánea, de sus cambios radicales en las últimas décadas. Es un sociólogo brillante y, a la vez, un estilista originalísimo. Me cuesta explicar su maestría sin resultar muy abstracto o sin adjetivar demasiado. Pero me resulta muy fácil ver en él una identidad, una autenticidad. Es un autor porque tiene personalidad. Sus gestos, sus decisiones, parecen todas novísimas, nunca antes hechas, a pesar de que lo nuevo realmente nunca existe, robamos y heredamos constantemente. 

A la deriva es su última película y abarca varias décadas. Podría ser una saga épica (personajes que van cambiando y envejeciendo) y, sin embargo, es una historia mínima. Es un collage perfecto. Usa metraje de sus anteriores películas (Naturaleza muerta y Placeres desconocidos), también usa mucho material documental. Resulta fascinante y extraño ver a la misma actriz en otros papeles y películas, todo reciclado y reutilizado y remontado. Como si el director nos hiciera un guiño: pues claro que es todo artificio, el cine lo es, y, sin embargo, ¿no te resulta profundamente verdadero? 

El principio de la película es un largo prólogo de material documental sobre la entrada de China a la Organización Mundial del Comercio en 2001: hay histeria, optimismo, fiestas, mucha música. A ratos parece Sans soleil, el célebre documental sobre Japón (y no solo sobre Japón) de Chris Marker, pero me parece incluso mejor: aquí no hay semiótica ni teorización sobre las imágenes, como le gusta hacer a Marker. Aquí las imágenes hablan por sí solas. En toda la película ocurre eso. Ni siquiera en la segunda parte hay apenas diálogos. Los amantes no intercambian ni una palabra; si se atrevieran a hacerlo, entrarían en combustión y explotarían, tan llenos de emoción que están.

Él se ha marchado al Delta del río de las perlas a trabajar, es donde hay un boom inmobiliario a principios de los 2000; años después, ella lo busca porque lleva mucho tiempo sin dar señales de vida. La película termina con el covid, un tema que podría provocar hartazgo (ya no queremos ver nada de lo que ocurrió esos meses-años) y que, sin embargo, resulta fascinante aquí: la pandemia de pronto recupera su misterio y extrañeza. 

Zhangke hace cine en China, un régimen censor e intervencionista de las artes. Y sin embargo su cine es libre y radical. Quizá sobrevive porque es un maestro de la sutileza y la elegancia, virtudes de las que carece cualquier tipo de burócrata censor. 

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