The Objective
Carlos Padilla

Feijóo debe pintar el retrato

«Miente Feijóo cuando dice que no le faltan ganas para la moción de censura, le faltan cuatro votos. Lo que no tiene son, precisamente, las ganas»

Opinión
Feijóo debe pintar el retrato

Ilustración de Alejandra Svriz.

Sería tan sencillo como llegar a la sede parlamentaria, sin el miedo a decepcionar a esos progresistas dolidos que nunca te van a votar, y coger el cuadro donde pintar el retrato. Y retratar, en un lienzo para los archivos del Congreso, lo que algunos están dispuestos a tragar. Tragar antes de admitir que la alternancia política es un principio fundamental de la democracia. Que lo hagan, que voten y queden retratados. Que voten y que conste su teoría en acta: es soportable el insoportable hedor a corrupción, antes que dejar caer a un gobierno del que sacar tajada. Ahí están las rayas, que diría Aitor Esteban. Allí están los herederos del 15-M, con la casta, el chorizo y el pan. Y será derrotado el Partido Popular, claro, pero ya no le podrán criticar los suyos por una inacción desesperante.

Miente Feijóo cuando dice que no le faltan ganas para la moción de censura, que en realidad le faltan cuatro votos. Miente porque lo que no tiene son, precisamente, las ganas. ¿Quiere presentar un proyecto ante los españoles? Hágalo en las Cortes, hágalo ante los representantes que el pueblo ha elegido. Diga en qué consiste su oposición, cuál es la idea que tiene en la cabeza de lo que es España, a donde quiere llevarla, qué se supone que es realmente “desmontar el sanchismo”. Dígalo todo, y veremos si es firme, si el personal se lo compra. No hablo ahora de los diputados, hablo de lo que los ciudadanos perciben. Ante una legislatura más que moribunda, directamente nonata, en un momento donde el presidente, noqueado por los escándalos, ha pasado de la pena al ataque, el PP debe mostrar sus cartas.

Y sé bien que andan ahora de preparativos ante el cónclave popular, donde cambiarán algunos cardenales y el sumo pontífice genovés seguirá siendo el mismo. Aunque, con todo, desespera lo poco habilidoso de la oposición ante la huida hacia adelante del líder del ejecutivo, y el desprestigio de las instituciones. Se sigue manchando los estandartes de la nación española, desde la judicatura hasta la UCO, para alborozo de la mayoría de los socios gubernamentales. Y porque, a mayor debilidad del presidente, mayor capacidad de negociación, o sea, de obtener beneficios tienen los partidos que le auparon al poder. Es posible, me dirán, que la moción de censura de Feijóo cambiaría el foco de las corruptelas a la más que previsible derrota del candidato popular, y con todo y con eso, vale la pena.

Si hay una única derrota más que puede permitirse el gallego es esta. O quizá le valga. Igual puede llegar y decir, «denme su voto y mañana mismo convoco elecciones». Y aparecen cuatro de nosequé esquina del hemiciclo y se lo dan. Seguramente teman en el PP que igual hasta sale adelante la moción con los que ahora critican tanto. Pero es que da la sensación de que hay un temor enorme al qué diran.

Temen a los que nunca les van a votar. Temen a un posible balón de oxígeno para el presidente. Temen a los que practican con ellos su habitual táctica de dominación por superioridad moral. Temen y esperan. Y llegará el verano, las playas y los táper de tortilla, y acabaremos volviendo a las oficinas, y lo que ahora es amenaza para Sánchez, ya se encargará él de martillear con un relato que lo convierta en oportunidad. Es el animal político más resistente de la historia de la democracia. Y seguiremos pensando en qué galaxia están las rayas del PNV. Quizá convenga una derrota. Igual a la larga, lo ven con otros ojos.

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