El plan es resistir
Sánchez no tiene previsto dejarlo, al menos de momento: confía en hacer profundas reformas en estos dos años y acudir a las urnas en mejor situación que hoy

Ilustración de Alejandra Svriz.
España es un país curioso. A pesar de que el sanchismo lleva siete años instalado en La Moncloa, algunos siguen pensando (y actuando) como si tuviéramos un presidente del Gobierno normal. Por eso el viernes pasado, cuando la UCO irrumpió en la sede del PSOE y en el Ministerio de Transportes, y supimos que Salvador Illa se encontraba a la vez reunido con Pedro Sánchez, muchos creyeron que había llegado el final y fantasearon con su dimisión. Confundieron, una vez más, deseos con realidad… y miles de españoles volvieron a perder apuestas y comidas ese día.
Los dos hombres más importantes del socialismo español estuvieron reunidos no para diseñar la sucesión de Sánchez, sino para medir hasta dónde llega el lodo (atención a la inquietante conexión de Illa con ‘Chili’) y preparar la estrategia de resistencia numantina que vamos a ver durante las próximas semanas. Frente a lo que algunos bienintencionados creen, no estamos ante el final del sanchismo. Estamos ante el final de la democracia.
Tras la dimisión de Santos Cerdán, Sánchez se reunió con los grupos parlamentarios que lo sostienen. Como era de esperar, todos siguen dispuestos a seguir apoyándolo, pero han elevado el precio a pagar. Y fue de eso de lo que hablaron Illa y el presidente del Gobierno: de cuáles van a ser y cómo se van a articular las próximas cesiones al independentismo para ganar aire hasta 2027.
El plan no es dimitir, el plan es resistir. Por la sencilla razón de que Sánchez no tiene salida posible y necesita mantener los resortes del poder para enfrentarse en mejores garantías a los problemas judiciales que le amenazan y que le amenazarán. Se lo dijo con toda crudeza a Gabriel Rufián (ERC) en su reunión de La Moncloa: “No me pidas que quite los aforamientos porque los necesito”.
Por tanto, lo que viene ahora es lo más peligroso. Primero: reforma judicial y medidas contra la prensa digital (y también toma por asalto del Grupo Prisa para quitarle el control a Joseph Oughourlian). Más adelante: reforma electoral (lo ha anticipado ya Iván Redondo, que sigue asesorando en la sombra).
¿Apoyarán sus socios semejante atropello al sistema democrático? Depende de lo que obtengan a cambio. El PNV está pillado por los hidrocarburos, así que los únicos escollos reales son los ‘indepes’ y la extrema izquierda. Y ahí es donde tendrán que entrar en juego las consultas sobre la independencia y sobre el modelo de Estado. Todos contentos y la derecha sin tocar poder.
Hay quien tiene la teoría de que estamos en la agonía del sanchismo y de que cuanto más tarden las elecciones peor será el resultado para el PSOE. Eso es que no conocen lo suficiente al presidente del Gobierno. En dos años da tiempo de sobra para cargarse la democracia y acudir a las urnas en mejor situación que hoy. Cuando no hay salida, la única salida es resistir. Y Sánchez ha demostrado sobradamente que es un experto haciéndolo.