The Objective
Antonio Agredano

Colonia de pistacho

«Trabajar cansa. Mientras que Sánchez firma una cosa y vende la contraria. Mientras el Gobierno se sobrevive a sí mismo. Y el tonito del aquí los listos y allí los demás»

Opinión
Colonia de pistacho

Ilustración de Alejandra Svriz.

Trabajar cansa. Es el título de un poemario de Cesare Pavese. En uno de sus poemas, escribe: «Pero cuando le digo / que es uno de los afortunados que han visto la aurora / en las islas más bellas de la tierra, / al recuerdo sonríe y responde que el sol / se levantaba cuando el día era viejo para ellos».

Siempre andamos en búsqueda. Como perros olisqueando el contorno de un jardín. Como moscas estampándose contra el cristal atraídas por la luz pero incapaces de entender la profundidad.

El sanchismo nos ha dejado ya una pegajosa melancolía. Como esas trampas donde agonizan los ratones. Agotados tras intentar escapar en vano. Ni la verdad existe ya en esta España hecha a la medida de lo pequeño. Donde el éxito es mirado con desprecio y la vulgaridad se confunde con la conciencia de clase. Como si la humildad tuviera que ser arrabalera y el refinamiento sólo se entendiera como una derrota. Buenos y malos. Trepas y puros. Azules y rojos. Adiós a los matices y a las dudas.

Trabajar cansa. Mientras que Pedro Sánchez firma una cosa y vende la contraria. Mientras el Gobierno se sobrevive a sí mismo. El país se despereza. Los niños cargan sus mochilas y cambian el colegio por la escuela de verano. En la televisión y en la radio nos riñen desde bien temprano. Votamos mal, perdemos demasiado tiempo en redes sociales, bebemos de más. Hemos dejado de alimentar nuestro yo interior. Hemos caído en brazos del fascismo por cuestionar a un Gobierno que agoniza. Y no estamos en lo importante.

Aunque yo creo que lo importante es que el verano se ha convertido en un lujo. Las plazas hoteleras se han encarecido más de un 20%. Las familias recortan sus días de descanso: una semana se convierte en cinco, y un tercio directamente renuncia a las vacaciones. Así, el deseo de desconectar, la necesidad de parar, choca contra una factura imposible.

«Lo esencial cuesta ahora un 21% más que antes de la pandemia. Hay una sensación constante de empobrecimiento»

Más cosas importantes: llenar la cesta del supermercado se ha convertido en un acto de resignación. Compramos menos, pero lo pagamos mucho más caro. No hablamos de excesos, sino de lo básico: comida, bebida, productos de higiene. Lo esencial cuesta ahora un 21% más que antes de la pandemia. Hay una sensación constante de empobrecimiento, esa que no se mide solo con datos, sino con la mirada de quien compara tiques, recorta marcas o prescinde de aquello que antes era habitual. Mientras los servicios tiran del consumo global, lo cotidiano se encoge. Es una desigualdad silenciosa, de neveras medio vacías y obligación de seguir hacia delante.

Las colonias frutales de los supermercados dan la medida de lo que somos: capricho y fugacidad. Han puesto anuncios en Movistar, porque se ve que la cuota mensual ya no les parece suficiente. Los ministros defienden bulos creados al dictado del poder. El humor siempre cae del mismo lado. Cada vez que entro en X siento que respiro insecticida. El alquiler de mi piso, que hace dos años me parecía un robo, hoy me parece un milagro. Pero Trump. Pero las hormigas de Antena 3.

Miss Asturias. Me impresiona Miss Asturias. No recuerdo su nombre. Cada vez que me monto en un tren, voy citando a las novias de José Luis Ábalos que trabajaron, o quizá trabajan, en empresas públicas en torno al ferrocarril, como si fueran cuentas de un rosario.

«Trabajar cansa. Impuestos para el engorde público. Campañas que no cambian nada. Aplicaciones que no funcionan»

Óscar Puente. Félix Bolaños. María Jesús Montero. De verdad. ¿Qué país estamos construyendo? Y aún me siguen comentando en redes sociales con la foto de Feijóo con Marcial Dorado. Colonia de Pistacho, lasañas al microondas, verano de piscinas comunitarias y la foto con el narco.

Trabajar cansa. Impuestos para el engorde público. Campañas que no cambian nada. Aplicaciones que no funcionan. Y el tonito. El tonito del todo mal. El tonito del aquí los listos y allí los demás. El tonito. El tonito sanchista. El tonito de sus alrededores. La caída de párpados de Yolanda Díaz. El paso acelerado del ministro Bustinduy que es el paso acelerado de esos compañeros de trabajo que van con prisa a todas partes porque en realidad no hacen nada.

Felipe González ha dicho que no va a votar al PSOE de Pedro Sánchez. Cuando hay grietas, hasta los arquitectos desconfían de sus propios edificios.

Publicidad