The Objective
Jorge Vilches

Ahora, la autodeterminación

«Para escapar a la corrupción, Sánchez planteará un nuevo régimen porque la siguiente condición para apoyar a su gobierno será una consulta de independencia»

Opinión
Ahora, la autodeterminación

Ilustración de Alejandra Svriz.

Hace unos días nos preguntamos por los pasos que puede dar un tirano corrupto cuando está atrapado. Lo decíamos al hilo de que salieran los escándalos de corrupción de los dos últimos secretarios de organización del PSOE, personas muy cercanas a Pedro Sánchez, y por la entrada de la UCO en la sede de Ferraz. En esta tesitura, el autócrata acorralado solo podía hacer dos cosas, desechando la dimisión y el adelanto electoral, claro: embarrar con otro tema o avanzar hacia el cambio de régimen. 

Una de sus salidas era distraer la información con otras cuestiones que ocuparan espacio y tiempo en el debate público. Ese papel lo ha cumplido la actuación de Sánchez en la reunión de la OTAN buscando el enfrentamiento con Trump. Quiso engañar a la ciudadanía envolviéndose en la bandera del progresismo pacifista que resiste al yanqui loco. No ha durado mucho. En cuanto salieron de la reunión Tusk y Meloni dijeron la verdad: Sánchez había firmado el mismo documento que el resto sin oponerse. 

La otra manera de que se blanqueen o minimicen sus responsabilidades en la corrupción económica ha sido con un acto de corrupción política. Para eso está sirviendo la sentencia sobre la amnistía aprobada por el Tribunal Constitucional de mayoría sanchista. El golpe al Estado democrático de derecho ha sido tremendo con independencia de lo que diga el Tribunal europeo porque ha evidenciado la rendición socialista al independentismo y la ruptura del consenso político de 1977, al tiempo que satisfacía una demanda de los rupturistas. 

La maniobra ha sido tan evidente que hasta Felipe González ha confesado que no volverá a votar al PSOE mientras esté Sánchez. Lo sorprendente es que lo diga ahora, como si el muchacho no hubiera apuntado maneras desde hace años. Recordemos que en 2016 lo echaron por intentar un pucherazo y querer un pacto con los independentistas, que al año siguiente se fue del Congreso para no facilitar la gobernabilidad, que se alió con Pablo Iglesias cuando prometió que no lo haría, que colonizó el Estado, atacó al Poder Judicial y a la prensa libre, que desmontó el PSOE y lo purgó a conciencia, que lleva pactando con Bildu y Junts desde julio de 2023, y que se deja guiar por Zapatero, el tipo más tóxico en la democracia española desde 1977.

La amnistía, y en eso acertó González, es una puñalada a la democracia y al orden constitucional que acerca un nuevo horizonte para el independentismo. Parece que la jugada sanchista pasaba por aprobar una amnistía incompleta, sin la malversación, para tener todavía atado a Puigdemont. Por eso salieron los títeres sanchistas, Salvador Illa incluido, pidiendo al Tribunal Supremo que no se oponga a la voluntad del legislador y conceda la amnistía a Puigdemont. Pero el sanchismo no solo insulta así a los contrapesos de la democracia, sino que demuestra que calcula mal.  

«Si un golpe o una declaración unilateral de independencia ya no es un delito, lo próximo es un referéndum de autodeterminación»

Si un golpe o una declaración unilateral de independencia ha dejado de ser un delito, lo próximo es un referéndum de autodeterminación. Puigdemont no es tan importante como para que Junts no compita en independentismo con ERC y no aproveche la debilidad del Gobierno de Sánchez. Ya lo anunció Rufián: hay que explotar la situación que propicia la quiebra del sanchismo todo lo que se pueda. 

De esta manera, lo próximo será el referéndum. Lo ha dicho este viernes Jordi Turull, la mano derecha de Puigdemont: «El conflicto político sigue vigente y sólo puede resolverse con una votación que permita a los catalanes decidir su futuro». Esto encaja con la idea del Estado español como algo plurinacional que ahora defienden los dos partidos gobernantes en España, el PSOE y Sumar. A esto se unirá el PNV, del cual ya se puede despedir el PP de Feijoo. 

Por ahí van a ir los pasos de Pedro Sánchez para escapar a la corrupción económica. Planteará el establecimiento de un nuevo régimen porque la siguiente condición para apoyar a su gobierno en el Congreso será el poner una fecha a una consulta de independencia. Y no olvidemos la unión del País Vasco y Navarra. Volveremos a hablar del viejo tema de España como problema, y los «progresistas» sacarán de nuevo la idea de que en la voz y voluntad de las naciones peninsulares está la solución. De las portadas desaparecerán Koldo, Ábalos, Cerdán, Begoña Gómez, el hermanísimo y el «número uno», como el expediente Picasso perdió interés para los periódicos tras el golpe de Primo de Rivera en 1923.

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