Bolaños, al servicio del Maduro español
“Podemos estar a punto de acabar con la separación de poderes y de consentir un referéndum para la autodeterminación de Cataluña. Y Bolaños al timón de la nave”

Ilustración de Alejandra Svriz
Sánchez, gracias a prometer la amnistía y a otras concesiones a sus socios, fue investido presidente del Gobierno, formó un nuevo Gabinete en el que a Félix Bolaños le nombró ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes de España. Quizás no prestamos demasiada atención a lo que ese triple ministerio, con sede, por supuesto, en el complejo de La Moncloa, quería significar.
¡Ahí es nada concentrar en una sola persona las competencias de los que, en condiciones normales, habrían sido tres ministerios! Y eso, cuando Sánchez no se ha cortado un pelo a la hora de fraccionar competencias para crear ministerillos y así satisfacer a sus aliados, hasta el punto de que tiene un Gabinete que ha batido el récord nacional con los 22 que se sientan, para aplaudirle, en el Consejo de Ministros.
Y, sin embargo, en Bolaños ha concentrado las competencias de tres ministerios, que merece la pena recordar.
Ser ministro de la Presidencia le convierte en el controlador absoluto de la acción del Gobierno: él preside la Comisión de Secretarios de Estado y Subsecretarios, en la que se analizan y censuran todas las propuestas que los distintos ministerios quieren llevar al Consejo de Ministros. En definitiva, desde ese puesto controla de manera absoluta el Poder Ejecutivo.
Ser ministro de Justicia, como su mismo nombre indica, le convierte en el responsable último de la Administración de la Justicia en España. Eso significa que tendría que ser el máximo defensor de la independencia de la Justicia y, sin embargo, estamos viendo cómo, sin la menor vergüenza, está aprovechando su puesto para controlar al Poder Judicial.
“Desde este triministerio, se controla al Poder Ejecutivo y al Poder Legislativo. Y se intenta controlar al Poder Judicial”
Y ser ministro de Relaciones con las Cortes nos está mostrando día a día cómo controla absolutamente la marcha del Congreso, con una presidenta absolutamente a su servicio y una Mesa que ni siquiera intenta disimular una mínima independencia de La Moncloa, de manera que ni por casualidad se admiten asuntos que puedan molestar a su inquilino, al que, además, se le permite faltar siempre que le da la gana y al que nunca se le obliga a contestar lo que se le pregunta. También vemos cómo intenta torear al Senado para que no moleste demasiado al Gobierno.
Sin miedo a equivocarnos, podemos decir que, desde este triministerio, se controla absolutamente al Poder Ejecutivo y al Poder Legislativo. Y se intenta controlar al Poder Judicial, el último bastión que queda independiente en España.
El principal paso que Sánchez y su banda habían dado hasta ahora para controlar al Poder Judicial había sido colocar a Conde-Pumpido en el Tribunal Constitucional. Con él y sus súbditos, obedientes hasta el ridículo, tiene asegurado, que pueden declarar constitucionales leyes antijurídicas como la de amnistía o pueden anular sentencias del Tribunal Supremo, convirtiéndose en Sala de Casación, como han hecho en el caso de los ERE de Andalucía.
Pero el proyecto bolivariano de Sánchez le exige acabar del todo con esa independencia que tanta guerra le está dando. Y para eso cuenta con Bolaños, el triministro, que se ha lanzado en tromba a acabar con el último resquicio de Estado de derecho que va quedando: el Poder Judicial independiente.
“Tiene un plan para que los casos que tocan a la familia de Sánchez sean sobreseídos: declarar ilegal la Acusación Popular”
Lo de lanzarse en tromba no es una exageración: Bolaños ha presentado para que sean tramitados por el procedimiento de urgencia unos proyectos de Ley, que, sustancialmente, van dirigidos a lograr dos objetivos.
El primero, arrebatar a los Jueces la instrucción para dársela a la Fiscalía, con lo que la Policía Judicial, que es la UCO, pasaría a depender directamente de Sánchez porque ¿de quién depende la Fiscalía? Y tiene también un plan para que todos los casos que tocan a la familia de Sánchez sean sobreseídos: declarar ilegal la acusación popular y hacerlo con efectos retroactivos, con lo que las presuntas fechorías del hermano, la esposa y el fiscal general resultarían impunes.
Y el segundo, cambiar radicalmente la forma de acceder a las carreras judicial y fiscal. Se acabó eso de que para ser juez o fiscal haya que saber mucho Derecho, como ocurría en España desde hace siglos, ahora lo que hay que ser es fiel seguidor del sanchismo. Lo que propone Bolaños consiste en que unos 1.300 jueces sustitutos y fiscales interinos, que no han aprobado la oposición y que estaban actuando como suplentes, van a pasar a ser jueces y fiscales de pleno derecho. Y crea un cuarto turno muy distinto del actual, que exige tener 20 años de ejercicio profesional y ser jurista de reconocida competencia. Eso ahora cambia: cualquier licenciado en Derecho con cinco años de ejercicio podrá acceder a ser juez o fiscal con un dictamen práctico evaluado por un Tribunal de cuya composición nada se sabe. Para colar a toda su gente. ¡Ah! Y sólo se podrá preparar la oposición a través de un centro creado por el Ministerio que seleccionará a los preparadores.
¡Más claro, agua!
Por no hablar de algo que se vislumbra en el horizonte y es que Junts no parece dispuesto a aprobar estas leyes… a no ser que Sánchez les conceda lo del referéndum. Para ello, en sustitución de Cerdán, Zapatero ha salido disparado a Suiza para convencer a Puigdemont y ya sabemos que Sánchez para conseguir ser el Maduro español está dispuesto a todo, sobre todo a hacer lo contrario de lo que promete. Así que podemos estar a punto de acabar con la separación de poderes y de consentir la autodeterminación. Y Bolaños al timón de la nave.