La OTAN como una oportunidad de un presupuesto base cero en España
«No se trata de eliminar las dotaciones para servicios esenciales, sino de acabar con gasto absurdo que sólo promueve redes clientelares y subir el gasto en defensa»

Ilustración de Alejandra Svriz.
El presidente Sánchez compareció hace dos meses para comunicar que iba a incrementar el gasto en defensa hasta el 2% del PIB. Posteriormente, lo elevó al 2,1%, negándose a invertir el 5% del PIB que exige la OTAN y cuyo acuerdo ha firmado con dicho porcentaje (3,5 puntos en defensa y 1,5 puntos en un concepto más amplio de seguridad). Su negativa pretende alcanzar la cuadratura del círculo, pues dice que será suficiente, que cumplirá con los esfuerzos pedidos por la OTAN, firma el documento y se niega, al mismo tiempo, a alcanzar dicho porcentaje. Su plan está lleno de inconcreciones, irresponsabilidades, falsedades y desprecio por el Parlamento y por la ortodoxia normativa.
Para aumentar el esperpento, dice que ese incremento presupuestario del 2,1% se puede alcanzar sin problema, a partir de unas premisas falsas y de un desarrollo tan falso como las premisas, además de inconsistente. Dice que lo alcanzará sin subir impuestos, sin reducir otro gasto y sin incurrir en más déficit. Y logra una nueva equivalencia matemática, al decir que el 2,1% es igual al 5%. Un puro despropósito.
Es decir, Sánchez pretende lograr, como digo, la cuadratura del círculo, pues, pese a negarse a aumentar el gasto en defensa al 5%, va a incrementar uno de los componentes del saldo presupuestario, el gasto –ya que no disminuye otras partidas–, sin aumentar la otra –los ingresos vía mayores impuestos–, ni generando más déficit, que es lo que sucede si se aumenta el gasto y no los ingresos. Pura falsedad.
Además, dice que va a sacar los fondos de los Next Generation, cuando no hay fondos más anunciados para su aplicación a distintos proyectos que estos fondos europeos, pero que, sin embargo, no terminan de ejecutarse adecuadamente. Por otra parte, aumenta el gasto en defensa, dice, pero con poco destino al incremento armamentístico. Entonces, ¿para qué aumentamos el gasto en defensa, para incrementar las latas de leche condensada? Este juego de trilerismo puede servirle para la rueda de prensa, pero no le ha servido con la OTAN, que le ha hecho firmar el mismo compromiso que al resto de países de dicha organización.
Aquí es donde surge la oportunidad de realizar un presupuesto base cero en España, que no hará Sánchez, pero que sería una magnífica oportunidad para que lo lleve a cabo el siguiente Gobierno. España no puede incrementar el gasto global. Sí ha de hacerlo en defensa, y debe llevarlo a ese 5%, tras años de abandono presupuestario, porque ha sido una partida infradotada, porque España tiene muchos riesgos en el flanco sur, aparte de los globales que asume por su pertenencia a la UE y a la OTAN, elementos que hace necesario un fuerte incremento en el gasto de defensa. Ahora bien, una cosa es que el gasto en defensa se incremente y otra es que sea un incremento adicional sobre el gasto global de todas las partidas. Eso es un inmenso error, porque por mucho que el gasto no compute artificialmente a efectos del cumplimiento de los objetivos de estabilidad, existe, incrementa las tensiones de gasto y, con ello, las tensiones en la estabilidad presupuestaria.
«Hay que apoyar el incremento del gasto en defensa, pero con la condición de la reducción simultánea en gastos innecesarios»
Y si hay dicho incremento adicional sin reducción de otros gastos innecesarios, ¿de dónde se nutriría? Obviamente, de los contribuyentes mediante más impuestos, o tendría que cubrirse mediante más déficit y más deuda, es decir, con impuestos futuros, porque, aunque no compute, hay que pagar el gasto. Por eso, es imprescindible reducir el gasto innecesario.
Hay que apoyar el incremento del gasto en defensa, pero con la condición de la reducción simultánea de una cuantía equivalente en gastos innecesarios, porque el gasto global no puede aumentar más, ya que incluso debería reducirse; con el control de la ejecución y siempre con tramitación parlamentaria. Es una oportunidad perfecta para elaborar un presupuesto de base cero donde todo se replantee. No se trata de eliminar las dotaciones para servicios esenciales, sino de acabar con tanto gasto absurdo que sólo promueve redes clientelares. Se trata de eliminar ese gasto, de realizar reformas estructurales que hagan ganar eficiencia a los servicios esenciales, y se trata, con el ahorro de los gastos innecesarios, de incrementar el gasto en defensa.
No se puede vivir en el gasto infinito. Hay que concentrar el gasto en lo esencial, como la sanidad, la educación, los servicios sociales y la defensa, y hay que dejar de otorgar esas subvenciones que buscan establecer una forma moderna de caciquismo, y, por supuesto, no puede aumentarse ni el déficit, ni la deuda, ni los impuestos. Al lado del plan de Sánchez sobre el gasto en defensa, las cuentas del Gran Capitán eran un ejemplo de ortodoxia contable. Y, mientras, sigue sin cumplir con su obligación de presentar los presupuestos. Lamentable.