The Objective
Ignacio Vidal-Folch

El triunfo de 'La familia de la tele'

«Si el programa ha fracasado en TVE es porque su virus de escándalo y vulgaridad, habiéndose traspasado a la vida política, ha dejado de tener mordiente»

Opinión
El triunfo de ‘La familia de la tele’

Detalle de una portada de la revista 'Galanes'.

Hace muchos años, el dibujante Miguel Gallardo (1955-2022) y yo publicamos en La Vanguardia unos cómics humorísticos cuyo protagonista, llamado Perico Carambola, era un becario en la revista Galanes especializado en entrevistar y fotografiar a personajes de la farándula: reinonas folclóricas, una modelo rusa, Espartaco Santoni, Julio Iglesias, Alfonso de Holenhole, Rappel, un jeque saudí-marbellí, etcétera. Cada vez que estaba a punto de obtener una foto comprometedora, exclamaba, alborozado: «¡De ésta entro en nómina! ¡Ya estoy en nómina!». El álbum con aquellas historietas lo publicó Glenat.

A veces me acuerdo de Gallardo, y de cuánto nos divertíamos pergeñando aquellas parodias de la vida social española. Nos hubiera gustado publicar más historietas de Perico Carambola, pero se había vuelto imposible, porque con la irrupción de las televisiones privadas y los programas televisivos como Sálvame, Aquí hay tomate, Su media naranja, Gran hermano, y demás horteradas, etcétera, el imaginario colectivo de las clases medias españolas ya se había convertido en su propia parodia. No hubiera tenido sentido dibujar una caricatura de una caricatura. La realidad superaba cualquier ironía.

La plaza pública ya era una verdulería donde todos se acusaban a gritos los unos a otros de sus adulterios, las hijas despotricaban de sus madres, las esposas de sus esposos, las tonadilleras se tiraban del moño «en vivo y en directo» y la despechada mujer del alcalde de Marbella denunciaba en prime time que su marido llegaba a casa cada noche con bolsas de basura llenas de billetes de banco. Belén Esteban ganaba fortunas despotricando contra su marido, el torero Jesulín de Ubrique, semana tras semana, año tras año. Unos gañanes follaban ante los ojos de las cámaras, y cubriendo pudorosamente sus lúbricas urgencias con un edredón. De ahí el término (que no sé si sigue usándose) de edredoning. La classe, mon vieux, la classe. Eso, ¿cómo lo superas con la ficción humorística? Imposible. 

Así que, desbordados por la realidad, Gallardo y yo renunciamos a seguir con Perico Carambola. Lo que no hubieras imaginado, Miguel, es que años más tarde la célula más maleducada y repugnante de aquella legión de monstruos y verduleras tomaría al asalto la TVE bajo la denominación de La familia de la tele; que su jefe, una mariquita mala llamada Jorge Javier Vázquez, se convertiría en maestro de ceremonias en las presentaciones de los libros del presidente del Gobierno; y, finalmente, que el debate político se parecería como dos gotas de agua, a Sálvame.

Si La familia de la tele ha fracasado en televisión española de forma estrepitosa –no sin antes cubrir de vergüenza a su director y a su consejo asesor– es, me parece a mí, porque su virus de escándalo y vulgaridad, habiéndose traspasado a la vida política, ha dejado de tener mordiente, reduciendo a María Patiño y demás recua a mera redundancia. Las excitaciones que suministraban a la sociedad, las emociones banales, pero voceadas a gritos propios de portería nauseabunda del predesarrollo, con su característico olor a coliflor, han calado en los principales partidos, en sus dirigentes, en las redes sociales y en los programas informativos de TVE. El Congreso se ha convertido en el plató de Sálvame.

«Los telediarios se han encomendado a ‘conductores’ al servicio del Gobierno que hacen de Urdaci un prodigio de ecuanimidad»

Los telediarios y debates se han encomendado a «conductores» al servicio del Gobierno que so pretexto de debelar bulos fascistas han convertido a Urdaci en prodigio de ecuanimidad. El Parlamento, desde que entró Iglesias y se puso a besar en los morros ostentosamente a sus correligionarios –¡alarde libertario!–, y a acunar con impostado amor al bebé de Bescansa, y a insultar ácidamente a diestra y siniestra, con la sentimental agresividad pasivo-agresiva de cualquier Rociíto, empezó a parecerse al plató de Sálvame, y desde que se fue no ha hecho más que empeorar. Ahora las bancadas rugen y gritan como enardecidas hinchadas del fútbol, sólo les falta llegar a las tortas. ¡Ya llegará! 

¿Cómo van a competir María Patiño y sus verduleras con eso? ¡Id, petardas, a la papelera de la historia de la televisión! 

Yo sé, Miguel, que tú eras muy de izquierdas, y lo respeto. Pero es que he visto cosas que no creerías, y no sé cómo podrías excusarlas. 

He visto al presidente del Gobierno confirmar, decisión a decisión, que es un aventurero de la política, y un embustero. A la vicepresidenta afirmar que Santos Cerdán (hasta hacía 15 días, y desde 2021, secretario de organización del PSOE), que «ese señor no tiene nada que ver con el PSOE». A Santos Cerdán declarar ante el juez que sus con conversaciones con Puigdemont para conseguir su amnistía eran imprescindibles (como sabíamos todos) para conseguir la investidura de Sánchez (y no para conseguir la «pacificación de Cataluña» que en realidad ya había conseguido el 155).

«Sobre un esperpento no puedes hacer un esperpento» 

Hemos visto al señor Abascal posando muy ufano, ancho pecho, frente estrecha, a lomos de su caballo, y como siervo de Trump, muy ufano de posar a la derecha de un asno total. 

A Isabel Díaz Ayuso, cuyo hermano se lucró durante la covid con contratos con la Comunidad de Madrid de los que ella, la pobre, «no sabía nada» y cuyo novio es un defraudador de Hacienda, criticar a Sánchez por los negocios turbios de su familia. Y ya que hablaba de Sálvame, nunca le perdonaré a Ayuso sus fotos como Virgen de los Dolores, con el rimmel corrido por las lágrimas de cocodrilo, en el funeral de las víctimas del Covid, plaga en cuya gestión fue tan deficitaria o temeraria. De sus viajes a EEUU no diré nada, por ahora.

Ante este panorama desgarrado, ¿qué podía hacer Perico Carambola? ¿Qué podían hacer los feísimos miembros de La familia de la tele? ¿Discutir a gritos si es Rociíto o Antonio David quien tiene que pagar la manutención de los hijos?

¿Y qué podríamos hacer nosotros, Miguel, con este material? Sobre un esperpento no puedes hacer un esperpento. 

Espero verte pronto, aunque ya te adelanto que prisa no tengo. Cuando llegue el momento te prometo que hablaremos de otras cosas. Nos gustaban los cómics, todas las formas del humor, la ilustración de los años 50 y 60. Siempre admiré tu ingenio, tu voluntad, tu curiosidad. Tu risa era contagiosa. 

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