The Objective
Teresa Giménez-Barbat

Zohran Mamdani: el indiscreto encanto del 'progrerío'

«Quienes apoyan al candidato demócrata a la alcaldía de Nueva York son los que más se le parecen: adinerados, con una educación superior y con complejos de culpa»

Opinión
Zohran Mamdani: el indiscreto encanto del ‘progrerío’

Zohran Mamdani.

Tuve un momento de debilidad y puse el telediario de la Sexta el miércoles pasado. Y ahí estaba Trump en plan bocazas hablando de deportar a Zohran Mamdani, ganador de las primarias demócratas a la alcaldía de Nueva York. Naturalmente, la presentadora criticaba a Trump con toda la razón, pues el tipo tiene la nacionalidad americana. Pero no decía nada sobre por qué Mamdani ha provocado el enfado de un amplio sector del electorado americano. Y, motivos razonables, haberlos, haylos. 

Les describo primero al personaje por si hiciera falta. De 33 años, Zohran Mamdani nació en Uganda, está graduado en Estudios Africanos (sea eso lo que sea), es practicante musulmán, socialista confeso y ex rapero. Según admite él mismo, creció en Estados Unidos en una familia privilegiada de progenitores adinerados y famosos. Su madre, Mira Nair, es una conocida directora de cine. Nacida y criada en la India, estudió en Harvard. Su padre, Mahmood Mamdani, profesor de Estudios Postcoloniales (sea eso lo que sea) en la Universidad de Columbia, llegó a Estados Unidos desde Uganda becado por una de esas acaudaladas fundaciones estadounidenses.

Como ven, los Mamdani estudiaron en las universidades estadounidenses más elitistas, lo que convierte a Zohran en miembro de una aristocracia progre y pata negra que le ha abierto puertas. Él mismo no tiene problema en autodefinirse como un «nepo baby». 

Lo que se le echa en cara a Mamdani es un tercermundismo socialista/comunista recalentado que no aporta sorpresa ni interés. Podríamos decir que el candidato demócrata a la alcaldía está casi condenado a profesar lo que Robert Henderson llama «creencias lujosas»,  esas opiniones que otorgan estatus a las clases altas a un coste mínimo o nulo, mientras que lo imponen alto a las bajas. Y quienes apoyan a Mamdani son los que más se le parecen: adinerados, con una educación superior, con complejos de culpa y deseosos de demostrar su superioridad moral.

Entre sus propuestas políticas nunca vistas figuran las mismas que propondría la parte más izquierdista de un gobierno como el de España o el de Cataluña: gratuidad del transporte público, controlar el precio de los alquileres, permisividad con la posesión y consumo de drogas, desarmar a la policía, no cooperar con el Gobierno federal (como nuestra Generalitat con el Gobierno de España, pero por motivos contrarios) en cuestiones de inmigración, montar supermercados controlados por el Estado y acabar con los seguros privados de salud. Y que lo proponga un tipo que, según Henderson, asistió a la escuela privada Bank Street School for Children que cuesta 66.147 dólares al año tiene su punto. 

«La más lujosa de sus creencias es que Occidente (resumiendo: el típico hombre blanco, hetero y cristiano) es lo peor»

Y la más lujosa de sus creencias es que Occidente (resumiendo: el típico hombre blanco, hetero y cristiano) es lo peor. Tiene guasa porque la familia de Mamdani se benefició enormemente de la generosidad y la apertura de ese Occidente que denuncian. ¡Y bien que les fue! A pesar de que regresarían años después, tras la independencia de Uganda, la familia de su padre fue desposeída y expulsada por el nacionalismo negro radical de Idi Amin. Parece un motivo sensato para estar en contra de ciertos regímenes, ¿no? Pues no. Su padre, el de los «estudios africanos»,  le puso a Zohran de segundo nombre Kwame, en honor a Kwame Nkrumah, ganador del Premio Lenin de la Paz y amigo de la China comunista, quien convirtió a Ghana en un Estado de partido único y fomentó un culto a la personalidad que podría dar envidia a Corea del Norte.

Cuesta comprender que esa gente, a pesar de que estas ideas demenciales fueron directamente responsables de la opresión de su propia familia, menosprecien la cultura y la generosidad de quienes les dieron la mayor oportunidad de sus vidas.  Así que, o siguen añorando los movimientos socialistas y comunistas del Tercer Mundo, cosa que sería de psiquiátrico, o han encontrado en lo woke una oportunidad extra para medrar a costa de los mismos. Elijan. 

Y cuesta creer que, a un pijoprogre que también, claro, es anti israelí,  y que le parece intelectual y moralmente correcto utilizar el término «genocidio» para referirse a la guerra en Gaza, la ciudad con más judíos del mundo pueda estar pensando en darle el bastón de mando. Como dice Robert Henderson: «La clase social de las ‘creencias lujosas’ ha hecho algo similar a seleccionar a un estudiante de posgrado al azar de un campamento de Hamás de la Ivy League y nominarlo para alcalde». Entiendo que Trump se ponga como una hidra.

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