The Objective
Esperanza Aguirre

La educación, el gran desafío del PP

«Millones de españoles votaron a Sánchez porque en los centros de producción de ideología domina un cóctel de ‘wokismo’, Agenda 2030 y ‘socialismo del siglo XXI’»

Opinión
La educación, el gran desafío del PP

Ilustración de Alejandra Svriz.

El espectáculo que están ofreciendo Sánchez y su Gobierno desde que, hace justo dos años, tras perder las elecciones generales, maniobró para juntarse a la anti-España y poder seguir en la Moncloa, es un escándalo detrás de otro. Nunca se ha visto nada igual, y eso lo reconocen ya hasta algunos de los que le apoyaron.

Pero, si somos medianamente críticos, tenemos que reconocer que, en la anterior legislatura, la que comenzó con el apretado abrazo de Sánchez con Pablo Iglesias, a pesar de haber dicho que no podría dormir si le tuviera en su Gobierno, ya demostró que Sánchez no sólo estaba a gusto con comunistas e independentistas, sino que, sin inmutarse, hacía suyos muchos de los objetivos de ellos.

Y, a pesar de que eso ya se sabía, el 23-J casi ocho millones de españoles le votaron. ¿Cómo se puede votar a un mentiroso compulsivo, a un aliado de los dictadores comunistas de Hispanoamérica, a un sectario acreditado que ha hecho del odio a media España la clave de su discurso ideológico? Pues le votaron porque hace ya mucho tiempo que en los centros de producción de ideología domina ese cóctel ideológico formado de wokismo, de Agenda 2030 y de «socialismo del siglo XXI» (eufemismo para esconder lo que simplemente es el comunismo). Y, en consecuencia, en las mentes de millones de compatriotas la concepción ideológica del mundo y de la política que reina es la progre. Y, además, esa concepción ideológica es vivida por muchos como una fe religiosa, que no están dispuestos a abandonar.

Cuando hablo de centros de producción ideológica me refiero a los colegios, los institutos, las universidades, los periódicos, las radios, las televisiones, las productoras de películas y series o las editoriales. En su inmensa mayoría son progres y en ellos no dejan entrar ni una gota de pensamiento liberal o, ni siquiera, de pensamiento patriótico español.

El sanchismo y sus socios tienen sus raíces en el socialismo real, es decir, en el comunismo, que, desde Lenin, con el diabólico, pero genial, Willi Münzenberg como agitador cultural, consiguió que la mayoría de los intelectuales de Occidente apoyaran a la Unión Soviética. Y desde entonces han conseguido mantener ese predominio cultural, del que proviene algo tan incomprensible como que casi ocho millones de españoles apoyen a un tipo como Sánchez.

«Si no se acaba con el dominio totalitario sobre la ideología de los ciudadanos, será difícil darle una vuelta al poder de Sánchez»

Esto es lo que hay y cualquier amante de la libertad y enemigo de las dictaduras tiene que tenerlo en cuenta a la hora de plantar cara al Frankenstein que ahora gobierna España. Porque si no se consigue dar una vuelta a ese dominio absoluto que los totalitarios ejercen sobre la ideología de los ciudadanos, va a ser muy difícil darle una vuelta al poder que ahora Sánchez y los suyos disfrutan en nuestra patria y que están aprovechando para acabar con el Estado de derecho y, así, con la libertad de los españoles.

Entre los amantes de la libertad y los enemigos del totalitarismo comunista en España ocupa un lugar destacado el Partido Popular, que acaba de celebrar su XXI Congreso Nacional, en el que han encargado a Jaime de los Santos la gestión de la Vicesecretaría de Igualdad y Educación.

Es decir, que es a él, al que le encomiendan la tarea de diseñar las reformas que el PP tiene que impulsar para acabar con ese predominio ideológico que está detrás del sanchismo y sus aliados. Se trata, pues, de una misión trascendental y nada fácil.

Desde mi experiencia como ministra que fui de Educación, me atrevo a aconsejarle que, para empezar, se lea, si no lo ha hecho ya, el libro de Alicia Delibes, profesora de Matemáticas y ex viceconsejera de Educación de la Comunidad de Madrid, El suicidio de Occidente, que ya en el subtítulo lleva un buen resumen de su contenido: La renuncia a la transmisión del saber.

«Los socialistas hacen la trampa no de defender la legítima igualdad de oportunidades, sino la igualdad de resultados»

Esa renuncia a transmitir los conocimientos que Occidente ha ido acumulando desde hace más de 2.000 años es uno de los ejes de las políticas educativas socialistas, hoy vigentes en España. Los socialistas hacen la trampa no de defender la legítima igualdad de oportunidades, sino la igualdad de resultados, lo que conduce a igualar por abajo el nivel de conocimientos que se adquiere en nuestros centros escolares.

Recuperar la transmisión de conocimientos, junto a valorar el mérito, el esfuerzo y la capacidad de los alumnos, son pasos decisivos para empezar a plantar cara al establishment ideológico que hoy nos domina, que no olvidemos que es el de los wokistas-bolivarianos que nos gobiernan y que quieren acabar con los valores de la civilización occidental.

No podemos dejar de tener presente que los socialistas quieren que la educación sea sinónimo de adoctrinamiento. De ahí aquella declaración solemne de la ministra Celaá, que es la autora de la última Ley de Educación, cuando dijo: «No podemos pensar de ninguna de las maneras que los hijos pertenecen a los padres». En esa frase terrorífica se resume lo que ellos quieren que sea la educación y, por tanto, contra lo que hay que luchar. Porque los hijos, no sólo son de sus padres, sino que son los padres los últimos responsables de su educación. Lo que nos tiene que llevar a defender con todas nuestras fuerzas la libertad de la enseñanza. Incluyendo la libertad de la lengua en que se imparta.

No tengo la menor duda: ahí, en la educación está la clave de la lucha con la que tenemos que oponernos a los totalitarios que nos gobiernan.

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