The Objective
Álvaro Nieto

Un caradura sin crédito

«Pedro Sánchez ha emprendido una nueva huida hacia delante que ya no engaña más que a los miembros de su secta»

Opinión
Un caradura sin crédito

Ilustración de Alejandra Svriz.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha subido este miércoles a la tribuna del Congreso de los Diputados para desplegar un nuevo ejercicio de cinismo. Pretende hacernos creer que se acaba de enterar de los escándalos que desbordan su Gobierno y su partido y, con cara de cordero degollado, se ha enfundado el traje de campeón contra la corrupción como si aquí no hubiera pasado nada.

El problema es que Sánchez carece de credibilidad. Ya todo el mundo sabe que es un farsante, que su palabra no vale nada. Su relato no cuela ni siquiera entre el mítico equipo de opinión sincronizada que, alarmado por la hemorragia, ha empezado a virar para garantizar su supervivencia.

Sánchez lo sabía todo. Si yo sabía que Ábalos era un chorizo ya en abril de 2020, cuando desvelamos el hoy mal llamado caso Koldo y tras haber descubierto el ‘Delcygate’ tres meses antes, ¿cómo no iba a saberlo el presidente del Gobierno, que se supone que es el hombre mejor informado de España y que recibe reportes diarios de los servicios secretos? Es más, bastaba con leer los dos periódicos que he dirigido (primero Vozpópuli y luego THE OBJECTIVE) para darse cuenta del grado de porquería en el que hemos estado inmersos durante los últimos cinco años. ¿Ninguno de sus mil asesores de La Moncloa tuvo nunca un ratito para hacerle un resumen de lo que íbamos publicando?

Sánchez lo sabía todo, y la corrupción nunca le molestó, porque mantuvo a Ábalos en su puesto sin importarle lo más mínimo. Sólo cuando a su ministro de Transportes se le fueron de las manos los líos de faldas, como valientemente contó Ketty Garat en este periódico, se atrevió a echarle del Gobierno. Pero luego, cuando se enteró de que la Fiscalía Anticorrupción le estaba investigando, se apresuró a protegerlo repescándolo en las listas electorales de julio de 2023.

«Sánchez lo sabía todo, y la corrupción nunca le molestó, porque mantuvo a Ábalos en su puesto sin importarle lo más mínimo»

Sánchez lo sabía todo y por eso, en vez de luchar contra la corrupción durante todos estos años, se ha dedicado a desarmar al Estado para garantizar la impunidad de los delincuentes. Rebajó las penas del delito de malversación, desactivó la unidad de delitos económicos de la Policía Nacional (UDEF), colonizó la Fiscalía General del Estado y el Tribunal Constitucional para protegerse de futuros problemas y puso en marcha medidas para castigar a jueces y periodistas díscolos.

Ha dicho este miércoles Sánchez que «a los denunciantes de la corrupción hay que protegerlos, no perseguirlos». No se puede tener más jeta: lleva cinco años persiguiendo, denigrando y castigando a los que dimos la voz de alarma desde el minuto uno (por cierto, con la sucia complicidad de la sincronizada, que no se nos olvide). Sánchez sabía que había que desprestigiarnos para que nadie pudiera creer lo que publicábamos, pero, afortunadamente, en España la verdad ha acabado por imponerse gracias al trabajo de guardias civiles, fiscales y jueces decentes, que supieron darle continuidad a nuestras investigaciones.

Y con esta hoja de servicio, el presidente del Gobierno nos viene ahora con un plan contra la corrupción, cuando lleva años desoyendo las recomendaciones en este sentido de la Unión Europea, el Consejo de Europa y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Entre otras medidas, dice que va a crear un nuevo chiringuito público para perseguir a los chorizos… y su gran aportación es que lo hará usando la Inteligencia Artificial. Propaganda barata. Una nueva huida hacia delante que ya no engaña más que a los miembros de su secta. Su crédito se ha agotado. La única duda es cuánto va a durar esta farsa.

Publicidad