Ni chucho que te ladre, Montoro
«El ‘caso Montoro’ le ha venido como agua de mayo al PSOE. Ofrece munición a un partido que daba sus últimas boqueadas, ahogado entre corruptos y puteros»

El exministro de Hacienda Cristóbal Montoro.
Seamos sinceros, tras su paso por el Gobierno de Aznar, primero, y a continuación, por el de Mariano Rajoy, en el Ministerio de Hacienda, Cristóbal Montoro dejó un reguero de enemigos silentes, pero enemigos, a fin de cuentas. A Montoro le esperaban a la vuelta de la esquina. Y el titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Tarragona ha propiciado ese giro.
«Somos legión los que iremos a bailar sobre su tumba» le escuché una vez comentar entre dientes a una persona pública multada, sancionada y perseguida por la Agencia Tributaria.
El ministro Montoro estimuló el afán recaudatorio en Hacienda, incentivando a aquellos empleados que impusieran sanciones. Cuantos más contribuyentes «cazados», mejor salario para el sancionador. Y todo eso lo hizo al tiempo que aplicaba un cambio de criterio en la tributación (ni siquiera un cambio legal) que supuso que una gran cantidad de contribuyentes de ciertos colectivos, como actores, periodistas y profesiones liberales fueran «cazados» por sorpresa en su declaración del IRPF y revisados y sancionados sus cinco años anteriores, para arañar sus bolsillos hasta el límite de la prescripción. El exministro batió el récord de crear enemigos en el menor espacio de tiempo. Y eso se está notando.
Es más, eso facilita el relato sobre el que ya se ha lanzado el PSOE para atacar al PP. Les ha caído del cielo un Montoro que no tiene ni chucho que le ladre, después de ganarse la enemistad y hasta los odios abisinios de muchos de sus compañeros de Gobierno y de partido, amén de un sinfín de contribuyentes, con esa sonrisita de Bugs Bunny que derrochaba mientras señalaba con su dedo acusador a sus futuras piezas a batir. Pequeño, pero matón, Montoro, según confiesan ahora alguna de sus víctimas, te amenazaba con darte con el IVA en toda la boca si hacías un mal comentario de su persona.
Bravuconadas al margen, hasta aquí no hay reproche penal, aunque sí un reproche moral para sus coacciones, o su falta de imaginación, por ir a la caza de las víctimas más facilonas (no de las grandes empresas que cuentan con enormes gabinetes jurídicos y fiscales que le plantarían cara) o por su «ensañamiento», al retroceder los cinco años previos a su «cambio de interpretación» de la norma, atribuyendo mala fe e imponiendo sanciones a troche y moche.
«Mientras Montoro nos exprimía a unos, supuestamente, ofrecía exenciones fiscales a empresas gasistas, a cambio de dinero»
«Mire usted, no hay dinero, no tenemos dinero», argumentaba Montoro una y otra vez. Y es cierto que había heredado una desastrosa situación económica que atropelló literalmente a José Luis Rodríguez Zapatero, sin que fuera capaz de ver una salida al final del túnel. A eso vinieron Rajoy y Montoro con él, a tratar de sacar de la profunda crisis económica a España. Y lo hicieron, con el esfuerzo de millones de contribuyentes, a quienes nos exprimió. La cuestión es que, de ser cierto lo que sospecha el juez y por lo que le imputa, mientras Montoro nos exprimía a unos, supuestamente, ofrecía exenciones fiscales y rebajas a determinadas empresas gasistas, a cambio de dinero, mucho dinero. En el trasfondo está el despacho del cual fue fundador, aunque dijo haberse desvinculado del mismo al llegar al Gobierno, como mediador y conseguidor necesario entre las empresas y el ministerio.
La Justicia resolverá, como siempre, demasiado tarde, tanto para el afectado, como para quienes ya le han condenado sin esperar a que tenga un juicio justo. Pero lo cierto es que Montoro se ha convertido en una especie de «apestado». Ahora mismo, a Montoro parece no quererle ni su mascota. Desde su partido, se desmarcan: «No tiene ningún vínculo laboral con el PP», aseguran. Pero sí supone una puñalada trapera para un PP en ascenso, sentado simplemente a ver pasar el cadáver de Sánchez. Poco más parece que tenía que hacer Alberto Núñez Feijóo y, de repente, se ve obligado a hacer frente a un «marrón» que, si bien no es suyo, sí embarra de nuevo la imagen del PP y de su presunta solvencia, frente a los desmanes de los puteros, cocainómanos y chorizos del partido rival.
En cambio, el caso Montoro le ha venido como agua de mayo al PSOE. Justo cuando Sánchez empujaba los días para llegar a 2026 con esfuerzo, por ver si la Gürtel y sobre todo el juicio del caso Kitchen sacudía las hostilidades de su propio electorado e invertía la tendencia al batacazo que auguran las encuestas, estalla el caso Montoro, ofreciendo munición a un PSOE que daba sus últimas boqueadas, ahogado entre corruptos, puteros y mangantes presuntos.
Sabe el presidente del Gobierno que esta baza que se le ha presentado puede provocar ese efecto tan deleznable entre el electorado de que «todos son iguales», por lo que «o sigo votando a los míos o dejo de votar y de creer en la política», puesto que en todas partes cuecen habas. Y no hay nada tan decepcionante para un país como ver que su ciudadanía hace suyos esos pensamientos y que España se desploma diez puestos, entre 2023 y 2024 en el Índice de Percepción de la Corrupción a nivel mundial. Pero en el laboratorio socialista ya están trabajando para sacar el mayor partido posible al caso Montoro, como si no tuvieran que taparse un poquito y seguir limpiando la mierda que acaba de salir de debajo de las alfombras de la sede socialista y de algún ministerio. Lo de mejorar la posición de España en el Índice de Percepción de Corrupción, lo dejamos para otro día. Seguro que el año que viene tenemos más motivos aún para alarmarnos.