The Objective
Javier Santacruz

El 15 de julio francés que podemos ver en España

«Lo que está sucediendo en Francia no es aislado. Incluso EEUU, teniendo la moneda de reserva global, ha empezado a pensarse en serio lo de sus cuentas públicas»

Opinión
El 15 de julio francés que podemos ver en España

François Bayrou y Emmanuel Macron. | Europa Press

Hay fechas que quedan grabadas para siempre en la mente de un país. Concretamente, en Francia, nadie olvidará que un día después de su fiesta nacional, todavía resonando los acordes de La Marsellesa, el Gobierno de la República anunció un plan de ajuste presupuestario que, aunque algunos analistas lo han llegado a llamar ‘la motosierra de Macron’, no va más allá de ser un primer paso para una reforma mucho más profunda de la que está por ver el necesario apoyo político.

Este 15 de julio de 2025 para Francia evoca lo que fue el 12 de mayo de 2010 para España. Después de meses de continuas negativas a plantear una política austera que evite que la República Francesa caiga en la misma situación que a principios de los 80, al primer ministro francés, François Bayrou, no le quedó más remedio que salir a la opinión pública con la solemnidad que merece a anunciar que el próximo Presupuesto del Estado de 2026 traerá algo insólito en la Francia del último siglo: una congelación (casi) total del gasto público nominal

Tanto la retórica como las formas recuerdan a diferentes precedentes históricos que los españoles conocemos bien. Por ejemplo, no hay más que acordarse del discurso en la tribuna del Congreso de los Diputados del presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, cuando en las fechas del primer rescate griego decidió congelar las pensiones, recortar un 5% el sueldo de los empleados públicos, suprimir el ‘cheque-bebé’ o la bajada de un 15% de los sueldos de los altos cargos, entre otros. Tanto en España entonces como en Francia ahora, el ‘canario en la mina’ ha sido la prima de riesgo, incluso teniendo en cuenta que como indicador de riesgo soberano real hoy está adulterado por la intervención activa del Banco Central Europeo (BCE).

En el plan de recorte francés, valorado en 43.800 millones de euros, hay una congelación de las pensiones, un recorte del gasto sanitario (a través de un copago farmacéutico del doble del actual), pero en el caso de los empleados públicos han optado por el despido de 3.000 efectivos en 2026 y el establecimiento de una regla de remplazo de uno a tres (se reemplazará a sólo uno de cada tres que se jubilen). Conociendo el poder que tienen los sindicatos franceses de incendiar las calles, es más fácil despedir funcionarios que bajar los salarios de forma lineal al resto.

Precisamente, es este tipo de detalles el que revela que el plan francés es solo un comienzo. No hay que olvidar que el gasto en intereses de la deuda (2,5% del PIB, prácticamente lo mismo que España en 2025) y el gasto en defensa (por encima del 2% del PIB con un incremento esperado de 3.500 millones de euros en 2026). Estas medidas ayudarán a rebajar la ratio de gasto público sobre PIB y, con ello, poder cumplir el objetivo de dejar el déficit en el 4,6% del PIB en 2026. Nada tranquilizador, puesto que la expectativa para 2025 de cierre presupuestario está en el 5,9% (con una ratio de gasto público sobre PIB del 57,6%), del cual la inmensa mayoría es déficit de carácter estructural (-5,2% según la previsión de primavera de la Comisión Europea).

Pero a este comienzo debe seguir un desarrollo más profundo y con más contundencia para enderezar el rumbo de una economía como la francesa que sigue endeudándose. El primer ministro Bayrou dijo acertadamente: “No podemos continuar sin hacer nada”. A lo que hay que añadir que será necesario hacer más cosas para embridar los 150.000 millones de euros de deuda nueva en promedio anual que sitúan la deuda actual en el 114% del PIB. 

Hacer de Francia una economía más productiva es una de las vías clave. En este sentido, gestos como la eliminación de dos de los once días festivos anuales o el control del absentismo laboral van en la buena dirección. En 2025 se espera que el número de empleados se contraiga un 0,2% según la Comisión Europea, el paro aumente cinco décimas hasta el 7,9% y, sin embargo, los salarios subirán por encima de la productividad por ocupado.

Lo que está sucediendo en Francia no es aislado. Incluso Estados Unidos, teniendo la moneda de reserva global, ha empezado a pensarse en serio lo que está pasando con sus cuentas públicas: más de siete puntos sobre PIB de déficit federal. Si sólo atendemos a algunos números como el déficit presupuestario o la prima de riesgo, parecería que España queda ajena a estos ajustes. No es así. Y muy pronto se verá. La doctrina de don Raimundo Fernández-Villaverde del ‘santo temor al déficit’ es intemporal. Más tarde o más temprano, como la ley de la gravedad, siempre cae encima de cualquier gobernante. Y no será una manzana en la cabeza como a Newton.

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