The Objective
Martín Varsavsky

Hamás dispara, el mundo calla: quién mata realmente a los gazatíes que buscan ayuda

«En Gaza se muere de hambre. Pero también se muere bajo las balas de Hamás, el grupo que dice representar a los palestinos y que en realidad los mantiene como rehenes»

Opinión
Hamás dispara, el mundo calla: quién mata realmente a los gazatíes que buscan ayuda

Militantes de Hamás en Gaza. | Hatem Khaled (Reuters)

La tragedia humanitaria en Gaza ha alcanzado una escala insoportable. Mientras el mundo mira —y juzga— a Israel por cada muerte civil, hay un silencio ensordecedor sobre el rol activo que juega Hamás en esa misma catástrofe. Porque sí, en Gaza se muere de hambre. Pero también se muere bajo las balas de Hamás, el grupo que dice representar a los palestinos y que en realidad los mantiene como rehenes.

La narrativa predominante en muchos medios internacionales —y repetida por una parte considerable del activismo europeo— sostiene que el ejército israelí (IDF) dispara indiscriminadamente contra civiles que acuden a buscar ayuda humanitaria. Sin embargo, la evidencia, cada vez más sólida, señala otro culpable: Hamás.

Matar para controlar el hambre

En una revelación que ha pasado prácticamente desapercibida en la prensa occidental, el diario oficial de la Autoridad Palestina, Al-Hayat Al-Jadida, ha acusado a Hamás de desplegar escuadrones de la muerte pertenecientes a su unidad Al-Sahm, cuyo único objetivo es eliminar a cualquier palestino que intente recibir ayuda de centros no controlados por el grupo islamista.

Estos crímenes —ejecuciones extrajudiciales sin juicio previo— son parte de una estrategia sistemática: Hamás quiere monopolizar la distribución de ayuda y revenderla en el mercado negro a precios desorbitados, ganando poder económico y político a costa del sufrimiento de su propia gente.

Casos como el de Osama Al-Mishal, hermano de Hiba Al-Mishal, acribillado tras subirse a un autobús que se dirigía a un centro de ayuda, o las denuncias de las familias Shahin y Al-Hilou, cuyas historias reflejan la misma brutalidad, son solo algunos ejemplos de una práctica extendida.

GHF: cuando ayudar se vuelve un acto de valentía

Uno de los blancos principales de estos ataques es la Gaza Humanitarian Foundation (GHF), una organización que, con el respaldo de Estados Unidos y una red internacional de voluntarios, ha logrado establecer centros de distribución eficaces y bien organizados en medio del caos. Su labor ha sido fundamental para canalizar alimentos, agua y medicinas directamente a la población civil, sin intermediarios armados ni corrupción local.

Todo lo que sé sobre la GHF me llega de primera mano, porque su fundador y líder, el reverendo Johnnie Moore, es amigo mío. A través de nuestras conversaciones he podido conocer la magnitud del esfuerzo logístico y humano que implica su trabajo… y también el nivel de violencia al que se enfrentan.

Johnnie Moore, reconocido por su defensa de los derechos humanos y su compromiso interreligioso, me ha contado cómo los voluntarios y colaboradores de la GHF han sido objeto de amenazas, agresiones e incluso asesinatos a manos de Hamás. ¿Su «crimen»? Entregar comida a quienes la necesitan sin pasar por el control del grupo islamista. Según Moore, «Hamás dispara a su propio pueblo para poder seguir culpando a Israel y enriquecerse con la desesperación».

Disparar a su propia gente: videos que lo prueban

Numerosos videos han sido verificados por observadores independientes: muestran a milicianos de Hamás, vestidos de civil, secuestrando camiones de ayuda y disparando contra multitudes hambrientas. En uno de los clips más impactantes, se observa cómo abren fuego contra palestinos que simplemente recogían paquetes de arroz y harina.

En otro testimonio recogido por coordinadores humanitarios, un residente de Gaza confiesa abiertamente que Hamás dispara en las cercanías de los centros de distribución para generar caos, frenar las entregas y culpar a Israel. La manipulación es tan burda como eficaz: si el IDF es acusado de matar civiles, se detiene el envío de ayuda internacional, y Hamás vuelve a tener el control absoluto.

La verdad, sepultada por la propaganda

El patrón se repite: los medios publican sin contrastar las versiones proporcionadas por Hamás, mientras ignoran a la Autoridad Palestina, a los testimonios locales y a las imágenes que contradicen esa versión. ¿Por qué? Porque es más fácil —y más cómodo— culpar al ejército israelí que asumir que el mayor verdugo de los gazatíes hoy es Hamás.

Mientras el mundo exige «alto el fuego», en Gaza se necesita algo más urgente: alto al terror interno. No puede haber paz ni reconstrucción mientras los propios líderes palestinos maten a quienes solo buscan comida.

Si queremos ayudar a Gaza, debemos empezar por nombrar al verdadero opresor.

Hamás no es un «movimiento de resistencia». Es un grupo armado que secuestra, extorsiona, ejecuta y usa el hambre como herramienta de control político y económico. Quien no se alinea, muere. Quien recibe ayuda ajena, muere. Quien colabora con ONGs internacionales, muere.

El mundo no puede seguir callando ante esta realidad. Hamás dispara, y la comunidad internacional mira hacia otro lado. Ya es hora de exigir que quienes matan palestinos en nombre de Palestina rindan cuentas.

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