Nunca hubo un manifiesto en apoyo a Rajoy
«Nos cachondeamos de los que creen en el horóscopo y luego hay que tomarse muy en serio a los que ven más conspiraciones contra Sánchez que días tiene el año»

Alejandra Svriz
Supongo que acabaremos mirando, entre el descojone y la vergüenza, muchas de las cosas del presente. O igual no. Quizá las olvidaremos por aquello que tiene nuestra memoria, ese mecanismo de protección que nos hace ir olvidando todo lo malo, todo lo bochornoso que ocurre a nuestro alrededor. Véase los que acudieron a las calles en mayo de 2011. ¿Quién nos iba a decir que José Luis Rodríguez Zapatero, el presidente al que le montaron el 15-M, iba a ser el político predilecto de los que hicieron su carrera desde las plazas hasta las moquetas? No hay más que seguir a Ramón Espinar, activo (y previsible) tertuliano: otrora manifestante, hoy denodado defensor contra lo que, en sus años mozos, criticaba con pancarta en mano.
El cambio de posturas, los nuevos amigos que dejaron de ser rivales, las compañías bienpagás, los periodistas afines, los actores apostando por un candidato político, nada de eso es nuevo. A izquierda y derecha. Ha pasado y seguirá pasando. No lo dice mi memoria, acudí a J. F. Lamata, el genio de La Hemeroteca del Buitre, para aliviar mis dudas: «Si hablamos de manifiestos de apoyo a un candidato, sí los ha habido. Incluso alguno que podría considerarse carta o manifiesto de ‘famosos’ apoyando a candidaturas del PP, hablamos de 1993, 1994, 1995 y 1996, de figuras tipo Antonio del Real, Lina Morgan, Norma Duval, José Luis López Vázquez, Pepe Sancho, Arturo Fernández, Leticia Sabater…». Pero, ay, con Sánchez siempre hay nuevas aventuras que contar. Y nuevos manifiestos a los que adherirse.
No nos bastaba con el famoso manifiesto de mayo de 2024, aquel que varios periodistas firmaron y donde se decía, entre otras frases: «Los gobiernos se eligen en las urnas. No al golpismo judicial y mediático». No era suficiente con ver a uno de los principales rostros de RTVE, Silvia Intxaurrondo, apoyar el manifiesto que veía conspiraciones en lo que eran informaciones. No fue lo bastante obsceno observar a una parte del gremio de la información, Jesús Maraña, Ana Pardo de Vera, Maruja Torres, prestarse a llamar golpistas a los compañeros que estaban haciendo su trabajo. La realidad no les hizo pedir perdón. La máquina del fango resultó ser el periodismo en la más que clásica definición atribuida a Orwell: «El periodismo consiste en publicar algo que alguien no quiere que se publique. Todo lo demás son relaciones públicas».
Como no bastaba todo aquello, otro manifiesto se clava en la arena de este verano. La tesis no es demasiado original: ahora ya no se habla directamente de golpismo judicial y mediático, lo que hay, aseguran, es una conspiración de las derechas para derrocar al Gobierno. Nos cachondeamos de los que creen en el horóscopo a pies juntillas, hay mofa de los aficionados al asunto ovnis, pero luego hay que tomarse muy en serio a los abajo firmantes que ven más conspiraciones contra Sánchez que días tiene el año. En esto sí estamos viviendo días históricos, vuelvo a J. F. Lamata: «Si no es un apoyo en periodo electoral, sino durante un mandato, un manifiesto a favor de un presidente del Gobierno del que se considera que está siendo atacado injustamente. En ese caso no hay demasiados precedentes».
«El presidente del Gobierno como víctima y el periodista que sobrevive en este oficio como conspirador»
Por decirlo de otra manera, nunca hubo un manifiesto en apoyo a Rajoy cuando estalló el caso Gürtel. Jamás se vio un manifiesto cantando las bondades de Zapatero cuando éste actuó de manera negligente ante la crisis económica. No se leyó en prensa, en radio o en televisión, un apoyo de un grupo de periodistas a Felipe González cuando las costuras de su gobierno se vieron reventadas por el caso GAL. Como tampoco vimos a Urdaci, por ejemplo, liderar las firmas para un manifiesto en auxilio de José María Aznar tras su escandalosa gestión del 11-M o el desastre del Prestige. Cuando digo que no hubo esos manifiestos, no estoy diciendo que todos esos presidentes no tuvieran, aun en sus días aciagos, apoyos mediáticos o culturales. Tenían y tienen gentes que los quieren, pero nunca hubo un manifiesto como los que se han visto en la era Sánchez.
Ha vencido pues, en una parte de la profesión periodística, la imagen del presidente víctima al que se debe apoyar todo lo posible. El presidente del Gobierno como víctima y el periodista que sobrevive en este oficio como conspirador. El poderoso, visto, por una parte, de los jornaleros de la información, como un pobre indefenso. Nunca hubo un manifiesto de apoyo a Rajoy, ZP, Aznar, González o Adolfo Suárez, y menos mal. Un bochorno menos que tener que borrar de nuestra memoria. Un motivo menos para que la gente piense que todos los periodistas son relaciones públicas.