The Objective
Esperanza Aguirre

El padre de la criatura

«La influencia de Zapatero sobre Sánchez no se limita a la ideológica, sino que, desde el poder y el dinero que le dan sus contactos, es quien mueve los hilos del Gobierno»

Opinión
El padre de la criatura

Ilustración de Alejandra Svriz.

Cuando contemplamos hoy la siniestra y trágica situación política de España, con un Gobierno, presidido por un socialista, que no para de dar los pasos que le marcan los partidos que le han dado el poder, todos enemigos de España: comunistas bolivarianos, independentistas, golpistas y filoterroristas, quizás no prestamos la suficiente atención a analizar cómo hemos llegado a esto.

O dicho de otra manera más directa: ¿qué ha pasado en el PSOE para que aquel partido de Felipe González, socialdemócrata, profundamente anticomunista y que aceptaba la alternancia en el poder, se haya convertido ahora en una copia cada vez más perfecta del modelo chavista venezolano, absolutamente procomunista y dispuesto a quedarse en el poder a cualquier precio?

No está de más recordar que cuando, en marzo de 1996, Felipe González perdió las elecciones frente a José María Aznar, lo hizo por menos de 300.000 votos, al tiempo que Julio Anguita, al frente de Izquierda Unida, obtuvo más de 2.600.000. Lo que quiere decir que, si Felipe se hubiera abrazado al comunista Anguita como Sánchez se abraza, sin complejos ni vergüenza, a cualquiera que le da su apoyo, nunca gratuito, Felipe hubiera seguido en La Moncloa cuatro años más, por lo menos. Pero el PSOE, reinventado en Suresnes por los socialdemócratas europeos, de ninguna manera podía unirse a los comunistas ni a gentuza.

Entonces ¿qué ha pasado? Analizar con detalle estos 29 años desborda los límites de este artículo, pero sí que podemos señalar a José Luis Rodríguez Zapatero como el protagonista de este cambio trascendental.

Zapatero llegó al liderazgo del PSOE en julio de 2000 con 39 años. Era y es un típico representante de la clase política que está generando la democracia desde hace 40 años: entra muy joven en el PSOE y nunca va a cobrar un sueldo en otro sitio que no dependa del partido, que, a sus 25 años, le pone en las listas para ser diputado nacional por León en 1986.

«Hasta 2000, como hacen la mayoría de los políticos actuales, ZP no hizo otra cosa más que aplaudir y obedecer al líder»

Hasta 2000, como hacen la mayoría de los políticos actuales, no hizo otra cosa más que aplaudir y obedecer al líder, en su caso a Felipe González. De manera que, cuando llega a la Secretaría General, no se conoce de él ninguna propuesta distinta de las felipistas, que eran las que habían regido el PSOE hasta ese momento.

Pero, poco a poco, Zapatero va a ir saltándose las líneas rojas que un partido socialdemócrata europeo nunca se saltaría. Empezando por la búsqueda de acuerdos con los terroristas de ETA, de ahí que pusiera a Patxi López al frente de los socialistas vascos, quitando a Nicolás Redondo Terreros, y de ahí que encargara a Eguiguren (condenado por pegar a su mujer con un paraguas), que se reuniera con los dirigentes etarras, saltándose el Pacto Antiterrorista que él mismo había propuesto y había firmado con Aznar.

 A la vez que empieza a buscar la cercanía con terroristas y con independentistas, lo hace también con los restos del comunismo. Así nació en diciembre de 2003 el Pacto del Tinell, que fueron a firmar ante notario y que hoy sigue vigente. Los socialistas con Esquerra y con los comunistas se comprometían a no pactar nunca con el PP. Pero, sobre todo, así se hizo público que el eje central de su política iba a ser el odio a la derecha y su disposición a unirse a cualquiera que también compartiera ese odio.

Con ese pacto se cargó el espíritu de la Constitución de 1978. Lo que, con S.M. el Rey D. Juan Carlos como motor del cambio, llevaron a cabo las generaciones de Suárez, Fraga, Carrillo y el propio Felipe González, con la reconciliación de los españoles como bandera, se lo llevó por delante Zapatero cuando decidió hacer del enfrentamiento entre españoles el eje de su política.

«Lo único que ha hecho y hace Sánchez es seguir al pie de la letra lo que ideó su padre espiritual»

Probablemente los políticos de la derecha no reaccionamos con la suficiente energía ante aquella barbaridad, de la que, sin duda, viene lo que ahora estamos viviendo.

Aunque ahora Sánchez se pasea altivo en el Falcon por todo el mundo, sus ministros le llaman «el puto amo» y presume de ser el capitán del barco socialista, en el fondo lo único que ha hecho y hace es seguir al pie de la letra lo que ideó su padre espiritual, que el tiempo está demostrando que es una fórmula muy eficaz para hacerse con el poder y no soltarlo nunca. Con el poder y con el dinero, como vemos por los casos de corrupción que le rodean.

En un artículo escalofriante el pasado domingo Jesús Cacho describía con muchos detalles cómo la influencia de Zapatero sobre Sánchez y su banda no se limita a la ideológica, sino que es él, desde el poder y el dinero que le dan sus contactos y alianzas con personajes como Maduro y Xi Jinping, el que mueve los hilos del Gobierno, donde ha ido colocando a sus peones para que no se desvíen del rumbo que ya marcó desde que se cargó el espíritu de nuestra Constitución para implantar en España un régimen autocrático, que bien podríamos calificar de zapateril.

Los lazos de Zapatero con los dictadores comunistas son tan fuertes y estrechos que dinero no les va a faltar para sus planes políticos y privados. Tanto dinero que, a su lado, las golferías de los de la banda del Peugeot son peanuts.

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