La economía de Trump o el regreso del Mago de Oz
«Tener un irresponsable a los mandos de la mayor economía del mundo puede causar algo parecido a una Gran Depresión o una conflagración mundial»

Ilustración de Alejandra Svriz.
El Mago de Oz, el popular cuento para niños de L. Frank Baum, escritor norteamericano de finales del siglo XIX, ha sido interpretado de muchas maneras. Relata las aventuras de una niña de Kansas, Dorothy, cuya casa de madera es transportada por un tornado al maravilloso mundo de Oz, poblado por toda clase de hombrecillos, hadas y brujas, que se interponen al propósito de la niña de volver a su añorado Estado de Kansas. Ella cuenta con la compañía y ayuda de un extraño grupo compuesto por un espantapájaros, un hombre de hojalata y un león cobarde. Un hada buena le da unos zapatitos de plata y le recomienda seguir un camino de baldosas amarillas que la llevará a Oz, la ciudad de esmeralda, donde está el palacio del poderoso Mago, que podrá indicarle cómo regresar a su querido Estado. Cuando, después de muchas y extrañas aventuras, Dorothy llega a Oz, descubre que el famoso Mago es un farsante que finge tener mucho poder y pretende controlar el mundo desde su impresionante escondrijo, sin tener mucha idea de lo que hace. Al final es el hada buena la que ayuda a Dorothy a volver a Kansas.
Mi colega Hugh Rockoff, profesor de la Universidad de Rutgers, escribió hace años una interpretación económica del popular cuento de Baum según la cual el espantapájaros es la agricultura, el hombre de hojalata es la industria, el león es la política, los zapatitos de plata son la moneda de ese metal, el camino de baldosas amarillas es el patrón oro, la ciudad de esmeralda es el papel moneda (que en Estados Unidos siempre ha sido de color verde), Oz es la abreviatura de onza en inglés, y el Mago representa a los economistas pretenciosos e incompetentes y, frente al león cobarde, encarna otra versión de la política. A mí, desde que Trump se ha metido a mangonear en la economía, me ha venido a las mientes la imagen del Mago de Oz, en su gabinete secreto, manejando las palancas de mando sin ton ni son, dándose aires de todopoderoso, y metiendo la pata a diestro y siniestro.
Trump es un ignorante que se precia de no haber leído un libro en su vida. Quizá exagere un poco, porque se graduó de Economía en la prestigiosa Wharton School, de la Universidad de Pennsylvania. En todo caso, dudo mucho que tan afamada escuela se envanezca mucho de este exalumno, que parece una prueba viviente de que no todo estudiante de la Wharton merece el grado que recibió.
<Nada en su carrera implica competencia en economía. Heredó de su padre un imperio inmobiliario y se ha declarado varias veces en bancarrota. Al parecer fue rescatado por la mafia rusa, que le convirtió en «nuestro hombre en Washington», y su único claro éxito profesional (aparte de la política, de la que luego hablaremos un poco) ha sido como cómico en televisión. Y estoy convencido de que son sus dotes de cómico televisivo las que le han brindado acceso a la política; desde luego no su pericia en economía. No será la primera vez, ni la última, en que un actor o actriz gana unas elecciones en los Estados Unidos. El otro gran ejemplo, aunque dista de ser el único, es el de Ronald Reagan, cuyo estilo en público era, comparado con el de Trump, de admirable comedimiento y discreción.
«Le cuesta formular una idea» han escrito de Trump en The Guardian, publicación británica, eso sí, de muy diferente sintonía. Desde luego, ideas brillantes ha tenido pocas y pruebas de estulticia, en cambio, ha dado en numerosas ocasiones, como cuando restó importancia a la pandemia de covid-19, o negó, contra toda evidencia, haber sido derrotado en las elecciones de 2020. Pero lo que ya es de escándalo es que haya necesitado seis meses de su segundo mandato para enterarse de que Putin es un bandido, digno heredero de Stalin, agresor e imperialista. Con tales grados de ignorancia y necedad, la política exterior de Trump es un muestrario de exabruptos, rectificaciones y medias vueltas que no inspira sino desconfianza e inquietud, algo fatal tanto en política como en economía.
«Lo único relacionado con la economía que parece haber aprendido Trump es el arte de la negociación, o, más bien, del bluff»
Pero volvamos a ésta. Lo único relacionado con la economía que parece haber aprendido Trump a lo largo de su prolongada y ajetreada vida es el arte de la negociación, o, más bien, del bluff. Ello consiste en comenzar todo regateo amenazando y reclamando lo impensable (el Canal de Panamá, Canadá, Groenlandia…), para amedrentar al contrincante e inducirle a reducir sus pretensiones. Para esto, no obstante, no hace falta haber estudiado en la Wharton School. Se aprende más bien jugando al póker. O quizá también en el mercado inmobiliario de Nueva York.
Lo que sin duda ignora Trump completamente es la teoría básica del comercio internacional, cuyo glorioso origen está ya en Adam Smith y David Ricardo: ¡tiene más de dos siglos! Esta teoría ha ido siendo refinada y completada por generaciones de economistas, pero sus conclusiones básicas no han variado: en principio, el comercio internacional beneficia a las partes participantes, por lo que, siempre en principio, las limitaciones y obstáculos que se le impongan son perjudiciales para todas las partes. Trump parece pensar lo contrario, aunque con la dificultad que tiene para formular ideas, es difícil conjeturar cuál sea su pensamiento. Quizá los profesores de la Wharton School pudieran ilustrarnos en la materia.
Sólo hay algo peor que un ignorante: un ignorante que se cree muy listo. Es el caso de Trump. Desde luego, el lamentable espectáculo que dio hace unos meses ante un nutrido grupo de periodistas exhibiendo un cartapacio en donde mostraba unas cuentas de la vieja que, según él, reflejaban el perjuicio que el comercio habría infligido a la economía estadounidense, constituyó un espectáculo embarazoso que hubiera justificado un suspenso en cualquier examen de Introducción a la Economía. Lo más alarmante de todas estas manifestaciones de Trump sobre temas económicos no es ya su enciclopédica ignorancia, con serlo mucho, sino la de sus asesores económicos, que le permiten ponerse en ridículo con tal publicidad. Los Estados Unidos han tenido presidentes limitados e ignorantes, pero el caso de Trump rompe todos los récords.
«Las consecuencias de los estúpidos juegos económicos del Mago de Washington pueden pronto tener consecuencias terribles»
Y no se trata simplemente de una anécdota chusca. Es que, al igual que el Mago de Oz, Trump es el personaje hoy a los mandos en Washington que controla palancas importantísimas, de las que depende el bienestar de miles de millones de personas. El tener un irresponsable a los mandos de la mayor economía del mundo puede dar lugar a consecuencias de gran alcance que causan alarma y hielan la sangre. Hace poco menos de un siglo, la incapacidad de economistas y políticos para comprender los cambios políticos, económicos y sociales que se habían producido como consecuencia de la Primera Guerra Mundial dio lugar a la pavorosa Gran Depresión de 1929-39, que desembocó en la Segunda Guerra Mundial, después de haber causado los ominosos triunfos del comunismo en Rusia, del fascismo en Italia y del nazismo en Alemania.
Las desatentadas manipulaciones arancelarias de Donald Trump pueden causar algo parecido a la Gran Depresión en un mundo ya amenazado por Putin, Xi Jinping, el populismo, y el islamismo, y causar una conflagración mundial, con la que Rusia viene amenazando repetidamente. El Mago de Oz es un divertido cuento para niños que, como Alicia en el País de las Maravillas, tiene también interesantes mensajes para los mayores. Las consecuencias de los estúpidos juegos económicos del Mago de Washington pueden pronto tener consecuencias terribles para mayores y pequeñitos. Para el mundo entero: pueden causar otra Gran Depresión y hasta una Tercera Guerra Mundial. Ojalá me equivoque.