Elecciones generales: no es el cuándo, es el cómo
«¿Puede pensarse racionalmente que esta gente tiene límites y que las elecciones serán limpias? La lupa más grande y la mayor suspicacia sobre Indra, por favor»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Dicen que los ilusionistas te hacen ver lo que ellos quieren que veas, y no ver lo que tienes delante de tus ojos.
¿Cuándo serán las próximas elecciones generales? Muchos pensamos que muy pronto, y nos reafirmamos en esta idea por el mantra que repite Sánchez de elecciones en 2027. Porque la medieval locución latina «excusatio non petita, accusatio manifesta» nunca falla. Además, quién está en el Palacio de la Moncloa, ¿por qué no iba a mentir en este tema también?
Pero lo que nos debe interesar, y hasta preocupar, no es cuándo serán las elecciones generales, sino cómo serán. Es decir, si serán limpias y si su resultado se respetará. Muchos, los buenistas tan numerosos, dirán que es una exageración preocuparse por la limpieza de las próximas elecciones, que estamos en una democracia, en Europa, etcétera, etcétera.
Llevan razón al decir que estamos en una democracia. Porque estamos, pero no somos una democracia. ¿Somos una democracia cuándo el Fiscal General del Estado se va a sentar en el banquillo, y no dimite? ¿Somos una democracia cuando el saqueo del Tribunal Constitucional ha de ser juzgado por Luxemburgo, y una Audiencia Provincial se alza contra el saqueo de la independencia judicial por el rodillo autollamado progresista del Tribunal? Etcétera, etcétera.
«La inquietud no termina en un proceso electoral limpio y en un correcto cómputo de los votos, pues ¿se respetará el resultado electoral?»
Si se ha entrado por Sánchez y su gobierno en las instituciones del Estado, no todas, afortunadamente y por ahora, saqueando lo más preciado que tienen; lo mismo en las grandes empresas españolas, y teledirigiéndolas, etc., ¿puede pensarse racionalmente que esta gente tiene límites y que las elecciones serán limpias? La lupa más grande y la mayor suspicacia sobre Indra, por favor, para que el cómputo de los votos sea el que debe ser, y que ello constituya la excepción a la regla general saqueadora y corrupta.
La inquietud no termina en un proceso electoral limpio y en un correcto cómputo de los votos, pues ¿se respetará el resultado electoral? Motivos hay para preocuparse: El Meritísima Cruz de San Raimundo de Peñafort, omnipresente y muy poderoso, no solamente valida la elección de un Maduro que perdió las elecciones, sino que calla cuando en la propia Embajada de España en Colombia, Edmundo González, ganador por mayoría aplastante en las elecciones, es «invitado» por influyentes maduristas a salir de Venezuela…
No va a ser fácil volver a ser una democracia. Y hasta que se logre, centrémonos en lo importante y atentos a todas las fullerías que se harán para no perder el poder. Del dinero.