La inmigración hispanoamericana es la más rentable para España
«Mientras España invierte 500 millones al año en integrar a no hispanohablantes, los hispanoamericanos llegan con las herramientas ya en la mano»

Personas esperando en los asientos del aeroppuerto de Barajas. | Europa Press
España se encuentra en una encrucijada histórica. Mientras las pirámides demográficas se invierten y el sistema de pensiones cruje bajo el peso de una sociedad envejecida, la necesidad de inmigración no es ya una opción política, sino una realidad matemática ineludible. Pero no toda inmigración es igual. Los números más recientes revelan una verdad incómoda: la procedencia importa, y mucho.
El Idioma como llave maestra
Hay algo casi mágico en la facilidad con que un venezolano entiende las instrucciones de un médico madrileño, o como una colombiana navega sin problemas los laberintos burocráticos de la Seguridad Social. No es casualidad: es el poder transformador de compartir una lengua y un código cultural.
Mientras España invierte 500 millones de euros anuales en programas de integración para grupos no hispanohablantes, los hispanoamericanos llegan con las herramientas ya en la mano. No necesitan años de cursos de español, ni mediadores culturales que traduzcan no solo palabras, sino formas de entender el mundo.
Los datos de la Fundación BBVA son elocuentes: el 85% de los hispanoamericanos se sienten plenamente integrados en cinco años frente a un 60% de los africanos. No es superioridad ni inferioridad: es compatibilidad.
La Revolución Silenciosa del Empleo
En las oficinas de la Seguridad Social, una revolución silenciosa está teniendo lugar. Los números de mayo de 2025 cuentan una historia fascinante: los venezolanos cotizan al 74% de su población activa. Imagínenselo: de cada 100 venezolanos en edad de trabajar, 74 están contribuyendo formalmente al sistema que pagará las pensiones del futuro. Los colombianos alcanzan el 65%, los peruanos el 66%.
Contrasten esto con las cifras africanas: marroquíes al 38%, senegaleses al 35%, nigerianos al 35%. Los hispanoamericanos se insertan más rápidamente en la economía formal, esa que cotiza, esa que sostiene el Estado de bienestar.
«Los números de mayo de 2025 cuentan una historia fascinante: los venezolanos cotizan al 74% de su población activa»
La diferencia son 3.500 millones de euros que los hispanoamericanos aportan anualmente a las arcas públicas, frente a los 1.800 millones de los africanos no comunitarios, con una población similar.
El peso de los números ocultos
Detrás de cada estadística hay una historia humana y también una realidad fiscal. El 12% de los hogares hispanoamericanos depende del Ingreso Mínimo Vital, frente al 25% de los africanos. No es una cuestión moral—ambos grupos tienen derecho a la protección social—sino de sostenibilidad del sistema. Con una inmigración masiva africana el sistema se va a la ruina.
Cuando un Estado invierte en integración, espera un retorno. Los hispanoamericanos lo ofrecen más rápido: empleos formales en seis meses, vs. períodos de 6-12 meses de regularización para muchos africanos, durante los cuales el gasto público es inevitable, pero la contribución aún no llega.
La generación que viene
Quizá el dato más revelador sea el que mira al futuro: el 17% de hijos de hispanoamericanos abandona la educación tempranamente, frente al 32% de hijos de africanos. Esta no es solo una cifra educativa; es el pronóstico de la España de 2040.
Un joven colombiano de segunda generación que termina la universidad se convertirá en el médico, ingeniero o empresario que sostendrá el sistema cuando los baby boomers nativos se jubilen. Un joven que abandona los estudios, independientemente de su origen, se convierte en una oportunidad perdida para todos.
Criminalidad
Los datos del Ministerio del Interior añaden una dimensión compleja: la tasa de imputación por cada 1.000 residentes es un 30% menor entre hispanoamericanos que entre africanos.
No se trata de estigmatizar, sino de reconocer la realidad que un cristiano que habla español es simplemente más productivo en su conjunto que otras alternativas.
Una estrategia, no un prejuicio
España no puede elegir quién llama a sus puertas, pero sí puede diseñar políticas que maximicen el beneficio mutuo.