Vox contra el pecado de la Iglesia
«Es la primera vez que tenemos a una derecha anticlerical, que repudia a la mitad de los españoles pero que se dice patriota, y que puede decidir el gobierno de España»

El presidente de Vox, Santiago Abascal. | Alejandro Martínez Vélez (Europa Press)
El ataque de Vox a la Conferencia Episcopal no es por la cuestión de Jumilla y la libertad de cultos, va más allá. Piensa que estamos en plena guerra donde nos jugamos el apocalipsis si vencen «los malos», o la reconstrucción si ganan «los buenos». Vox cree que en esa batalla todos tienen que ocupar su lugar en las trincheras que cavan los progresistas y el partido de Abascal. Por eso Vox exige que el Rey se salte la Constitución y tome el poder para impedir que Sánchez rompa España, y ahora reclama que la Iglesia se enfrente, dicen, a la «ofensiva LGTB», la inmigración irregular y el avance del islamismo en nuestro país.
En su pensamiento, esta Iglesia no es la Iglesia que debería ser, como tampoco Felipe VI es el rey adecuado. No acaba aquí, porque dicen que esta es una Constitución indigna y que la Transición fue una farsa, que no tenemos una democracia, ni una Europa decente, ni un Occidente respetable. Tampoco les gusta el libre mercado, ni la sociedad actual ni España. Además, las relaciones internacionales las consideran averiadas, sostienen que los medios de comunicación no informan adecuadamente, y que la Universidad no merece tal nombre. Ítem más: no somos lo patriotas que deberíamos, ni nos comportamos ni pensamos bien. Vox defiende que todo está mal y que lo bueno se perdió, está a punto de perderse, o se oculta.
En esa mentalidad hay dos elementos. Primero está el componente electoral. Es evidente que Vox es un partido que aspira a recoger a los descontentos que guardan aspiraciones de «revolución»; es decir, a los que viven incómodos con un entorno cultural y sociopolítico con el que desean acabar para imponer algo nuevo. Vox quiere empatizar con esas personas y tener así votantes fieles. Lo hace con asuntos controvertidos añadiendo una crítica despiadada y una promesa de dar la vuelta a las cosas. Así toman postura desafiante con la inmigración irregular, la decadencia de Occidente, los errores bochornosos de la Unión Europea, o el islamismo. Como Vox es un partido, y todo partido es una empresa que se mide por resultados, según vea que puede pescar más votos aprieta más en unos temas y luego en otros. Ojo: al partido de Abascal le salen muy bien los sondeos. No solo sube, sino que es decisivo para que gobierne el PP. En suma: ser así le renta.
El segundo elemento es el componente ideológico. Aquí es bueno apuntar que tiene sentido que la última purga en Vox fuera para liquidar a los liberales. Los purgados sostenían una filosofía pragmática, el liberalismo, que se acomoda a la realidad sobre la base de la tolerancia. Lo digo porque un ideólogo, como el de Vox, no evoluciona, jamás cambia, no piensa que puede mejorar o estar errado, cree que los demás están equivocados siempre, e interpreta la vida en función de su objetivo político. Hablen con muchos votantes de Vox o de otros partidos ideologizados y verán. De hecho, los que ahora se acercan a este partido son los que piensan que los males de Occidente proceden del liberalismo.
«Sorprende que se quiera volver a la ‘España de siempre’ insultando a la Conferencia Episcopal y haciendo anticlericalismo»
Esa ideología convierte a Vox en intolerante con todo aquel que no se sube a su carro o que no reacciona igual. Cuando se siente discutido o no se le da la razón, pasa a insultar con los clásicos modos del totalitarismo: desautorizar aludiendo al dinero y al sexo. Si eres escritor y no juntas las letras como les gusta, es que estás vendido o no eres tan listo como ellos. Si eres el Rey y no encarcelas a Sánchez, te apodan «Felpudo VI». Si eres la Iglesia y te dedicas a la labor pastoral, sin politicismos, como desde 1972 y Tarancón, mirando siempre a Roma, y no repites en los púlpitos los discursos de Abascal, es que el Gobierno te tiene sujeto «por las subvenciones» o es que los casos de pederastia te «tienen amordazado».
Abascal dice que está «perplejo» con esta Iglesia porque no es como Vox. A mí me sorprende que se quiera volver a la «España de siempre» yendo contra la Iglesia, insultando a la Conferencia Episcopal y haciendo anticlericalismo. Me desconcierta que los pensadores más cercanos a Vox hablen de reconstruir la comunidad española, europea y occidental sobre la base del cristianismo, cosa que se dice desde mediados del siglo XIX, sin contar con la Iglesia, atacando al clero y despreciando a los Papas. Sí, a León XIV también.
En esta tesitura, no me deja muy tranquilo pensar que los dirigentes de Vox quieran redactar la doctrina de la Iglesia, o nombrar obispos y al mismísimo Papa en su proyecto contra el Islam y por la Reconquista occidental. O pensar que quieren redactar las pastorales, las encíclicas y las hojas parroquiales. O gestionar las ONG religiosas. También hay quien dice que en Vox influyen ciertas sectas religiosas muy integristas. Puede, lo cierto es que es la primera vez que tenemos a una derecha anticlerical, ni monárquica ni republicana, que repudia a la mitad de los españoles pero que se dice patriota, y que puede decidir el gobierno de España. Curioso.