The Objective
Carlos Mayoral

Catedral, mezquita o idiocia

«Se desprende de ese debate superficial una idea más profunda: la necesidad que tienen algunos de negar la presencia musulmana en el sustrato cultural español»

Opinión
Catedral, mezquita o idiocia

Una de las puertas de la mezquita de Córdoba con visibles daños ocasionados por el incendio. | Madero Cubero (Europa Press)

Uno de los miembros más olvidados de la Generación del 98 es Ángel Ganivet, autor granadino y afilado pensador. Conoció a Miguel de Unamuno cuando ambos preparaban la cátedra de Griego, en los tiempos en que los títulos no se regalaban, y la meritocracia tenía cierto sentido. Como quiera que eran oposiciones duras, Unamuno y Ganivet terminaron trabando una amistad duradera, que se tradujo en una correspondencia interesantísima. Unamuno sacaría la oposición en Salamanca, y Ganivet la perdería por Granada. El andaluz opositaría entonces al cuerpo consular, y residiría en varios países nórdicos, lo que le dio una visión particular de España: desde allí, podía analizar su país con la perspectiva de una cultura muy distinta a la hispánica. Acabaría por suicidarse: se arrojó al río Dvina una noche de invierno, agobiado por un pesimismo político extremo. Pero eso es harina de otro costal…

Volviendo a las cartas entre Unamuno y Ganivet, en ellas florece una genial discusión entre dos mentes preclaras. Mientras el vasco, movido por un sentimiento de arraigo a su tierra natal, defendía una cierta base racial, un casticismo en torno al cual acabaría escribiendo sesudos ensayos; el andaluz, espoleado por la evidente mezcolanza de su ciudad, creía en un sustrato heterogéneo, amalgama de infinitas culturas en su infinita riqueza. Evidentemente, los estudios posteriores, muchos de ellos financiados intelectualmente por noventayochistas, acabarían dando la razón a Ganivet.

«A los cerriles no les importa ni la catedral, ni el lenguaje, ni el patrimonio, ni nada que no sea sacarle punta a su afiladísima ideología»

Desde la sinceridad, provoca cierta vergüenza escuchar a tantos españoles opinar sobre las raíces que sustentan nuestra cultura al calor del incendio provocado en la mezquita de Córdoba. Empezando por el lenguaje, que como siempre es una carcasa ideológica: ¿Catedral? ¿Mezquita? Se desprende de ese debate superficial una idea mucho más profunda: la necesidad que tienen algunos españolitos de negar la presencia musulmana en el sustrato cultural español. A esas alturas, a los cerriles no les importa ni la catedral, ni el lenguaje, ni el patrimonio, ni nada que no sea sacarle punta a su afiladísima ideología.

Leo en un tuit: «Esa no es mi cultura», dice un usuario de la red al hablar de mezquita cordobesa. Pero resulta que sí, sí lo es. Del mismo modo que desde esta tribuna se ha reprendido a esos americanistas que intentan negar la influencia española en la cultura del continente, es de justicia afearles la conducta a quienes pretenden hacer de la sangre española un líquido rancio y puro, sin injerencias de lo que ellos suponen extranjero.

Porque si nos hiciéramos aquella pregunta de los Monty Python, ya saben, ¿qué han hecho los musulmanes por nosotros? Pues eso, aparte de la química, el álgebra, la agricultura, la música, la filosofía, el arte, la economía, la lengua y otros muchos conceptos, habría que citar aquí la mezquita de Córdoba, que este que les escribe seguirá llamando así porque así se llamó en su momento de mayor esplendor, por cierto, y representa mejor que ningún otro término el imaginario que mi lengua persigue. Por lo demás, animo a cada uno de los aquí presentes a que, si realmente quieren ideologizarse, lo hagan a través de mentes como las de Unamuno o Ganivet: libres, escépticos, impuros, soberanos de su propio criterio. Ahí está, en opinión del arriba firmante, la verdadera cultura.

Publicidad