Contra la escasez y por la abundancia
«El decrecentismo de Muñoz Molina está bastante extendido en la izquierda, que se ha olvidado de la idea de progreso. Es una izquierda reactiva, no activa ni soñadora»

Alejandra Svriz
«Si hay una posibilidad de salvación de este mundo, es mediante la recuperación de una cierta idea de la escasez», dijo el escritor Antonio Muñoz Molina en una entrevista reciente. Lo primero en lo que pensé al escuchar esa frase fue en el antónimo de escasez, abundancia. Porque creo que lo que necesitamos para salvar al mundo es promover precisamente la idea opuesta a la que propone el escritor jienense.
Es fácil hablar de escasez desde la abundancia. Pero para alguien sin casa o con un trabajo de mierda en una gran ciudad, la idea de la escasez no es nada atractiva. Es un fenómeno que ocurre sobre todo en la izquierda, que lleva décadas más centrada en la redistribución que en la producción, como si ya hubiéramos creado todo lo necesario y ahora solo hiciera falta repartirlo. No es así. La mayoría de retos a los que nos enfrentaremos en el futuro requieren de soluciones que todavía tenemos que inventar.
«Marx no quería frenar el crecimiento, sino dirigirlo hacia una abundancia compartida»
Como los recursos son limitados, las ideas parece que también, a juzgar por los comentarios de Muñoz Molina. Su decrecentismo está bastante extendido en la izquierda, que tiene una crisis de imaginación. Se ha olvidado de la idea de progreso. Ni siquiera la izquierda radical habla ya de utopía. El futuro no le parece un terreno donde extender nuevas ideas, sino algo sombrío y deprimente. Es una izquierda reactiva, no activa ni soñadora.
No fue siempre así. Marx no quería frenar el crecimiento, sino dirigirlo hacia una abundancia compartida. La solución a los excesos del capitalismo no estaba en parar la máquina sino en apropiársela para el bien común. Si vamos a tener nostalgia política, un fenómeno muy común en la política contemporánea, tanto a izquierda como a derecha, no nos quedemos en nuestros padres. Vayamos más atrás. Leamos al Marx ilustrado, y no al joven hegeliano.
En su estupendo libro Abundance, los periodistas Ezra Klein y Derek Thompson critican lo que consideran una lógica de la escasez que predomina en la política contemporánea. Defienden un cambio de mentalidad. «Tenemos una sorprendente abundancia de bienes que llenan nuestras casas y una escasez de lo necesario para construir una buena vida», escriben. «Pedimos una corrección. Nos interesa más la producción que el consumo. Creemos que lo que podemos construir es más importante que lo que podemos comprar. La abundancia, tal como la definimos, es un estado. Es el estado en el que hay suficiente de lo que necesitamos para crear vidas mejores que las que hemos tenido».