¿Tan bien o tan mal?
«España económicamente está en el alero mientras el Gobierno centra su mirada en meterse con Madrid, especialmente en quien preside esta comunidad autónoma»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Uno, en su ingenuidad, venía creyendo que los analistas económicos que publican en los medios presentaban los datos, y sus interpretaciones -precisamente por basarse en esos datos- no podían ser contradictorias, pero mi creencia se vino abajo el domingo 10 de agosto al leer dos artículos. Uno firmado en El Confidencial por Ruth Ugalde y Alberto Sanz y otro en El País firmado por Laura Delle Femmine y Álvaro Sánchez.
Unas cuantas citas de este último artículo:
» Durante la recuperación pospandémica, el ritmo lo marcaban las exportaciones y el consumo público; ahora son los hogares y las empresas quienes marcan el compás. El consumo de las familias y la inversión privada han ganado peso en el crecimiento, impulsadas por el tirón del empleo, la relajación de los tipos de interés y un intenso aumento demográfico a lomos de la inmigración.
» Las previsiones confirman que dudas hay pocas a corto plazo. España será la economía desarrollada que más crezca en 2025.
» ‘Aunque los salarios reales están estancados, hay más empleo y las familias tienen mucho ahorro. Queda margen’, asegura Manuel Alejandro Hidalgo, profesor de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla (citado el artículo de El País).
» La inversión también despega y recupera el terreno perdido.
» España mantiene el tipo: las previsiones de crecimiento para 2026 auguran un avance sólido.
Vayamos ahora al otro artículo, el de El Confidencial:
» La fiesta se acabó y, con ella, los sueños de grandeza. Las familias vivieron un acelerado proceso de empobrecimiento, el desempleo se disparó hasta rozar el 25% y la deuda pública pasó del 35% a superar el 100% del PIB, nivel en el que todavía continúa.
» El fuerte ajuste presupuestario que acompañó al estallido de la crisis provocó un retroceso sin precedentes en la inversión pública en España, que entre 2007 y 2014 redujo su peso sobre el PIB a casi la mitad, con duras consecuencias directas en la inversión en infraestructuras, que cayó cerca de un 72%.
» Esta falta de inversión está detrás del caos ferroviario y energético. Unas noticias que amenazan con convertirse en cotidianas por el natural deterioro de las infraestructuras con el paso del tiempo y la falta de capacidad de las administraciones para darle la vuelta.
» Las redes eléctricas actuales se han saturado de oferta de electricidad, principalmente de renovables. La potencia instalada de renovables ha aumentado un 60% en ese período, de 55 a 88 gigavatios (GW), y la demanda máxima horaria en España, a diferencia de 2019, ya no supera los 40 GW.
» Un 69% de los consumidores que quieren conectarse, la mayoría de ellos industrias y promotores, han sido rechazados. Según estimaciones «conservadoras», teniendo en cuenta que 32 gigavatios corresponden a la industria, sus cifras apuntan a que se están perdiendo oportunidades de inversión en España por esta vía, que rondan los 200.000 millones por no tener la red eléctrica adecuada.
» Toda la sobrecapacidad que tenía España cuando estalló la burbuja se ha más que consumido y ahora nuestro país tiene el reto de no morir de éxito.
Ustedes, amables lectores, sacarán sus conclusiones. Las mías son sencillas: España económicamente está en el alero mientras el Gobierno centra su mirada en meterse con Madrid, especialmente en quien preside esta comunidad autónoma.