The Objective
Martín Varsavsky

Incendios y la necesidad de un realismo ecológico

«Se impulsa la repoblación masiva sin gestión: sin cortafuegos, sin limpiar matorrales, sin permitir el pastoreo que mantenía el monte despejado»

Opinión
Incendios y la necesidad de un realismo ecológico

Ilustración de Alejandra Svriz.

En España nos repiten cada verano que los incendios forestales son «culpa del cambio climático». Pero los datos lo desmienten. Si el calor fuese la causa, ardería más Andalucía que Galicia. Andalucía es más cálida y seca, pero este agosto la tragedia estuvo en Galicia: solo en Orense se quemaron más de 62.000 hectáreas, con el incendio de Larouco (18.000 ha) como el mayor de su historia, y casi 500 fuegos en todo el mes. Mientras tanto, en Andalucía, mucho más calurosa, los grandes incendios han sido escasos. El calor no enciende: lo hacen los pirómanos, las negligencias y el abandono del monte. La obsesión con plantar árboles y luego la prohibición de talas preventivas.

Lo mismo se observa al mirar al sur: Marruecos es mucho más caluroso que España en agosto y tiene millones de hectáreas de bosque –el de argán, con casi cuatro millones de hectáreas, más los montes del Rif y el Atlas–. Sin embargo, en 2025 la agencia forestal marroquí reportó apenas 130 hectáreas quemadas en todo el país, mientras que España perdió más de 95.000 en solo dos semanas. Si el calor fuese el culpable, Marruecos ardería mucho más que Galicia. No lo hace.

La misma trampa retórica se usa con las olas de calor. Nos dicen que el clima mata, pero en realidad lo que mata es no poder costear la climatización. Nadie muere en una ola de calor de 40 °C en la calle si en su casa tiene 25 °C gracias al aire acondicionado. El problema es que en España la electricidad es de las más caras del mundo: en 2023 los picos superaron los 300 euros/MWh. En EEUU, ciudades como Phoenix, donde en verano hay 40–45 °C casi todos los días, no sufren mortalidad masiva porque la energía cuesta la mitad que aquí y todo el mundo puede permitirse mantener sus hogares frescos.

También en los bosques la receta ecologista fracasa. Se impulsa la repoblación masiva sin gestión: sin cortafuegos, sin limpiar matorrales, sin permitir el pastoreo que mantenía el monte despejado. El resultado es un polvorín verde: en 2023, el 95 % de los incendios en España tuvieron origen humano, y la acumulación de combustible vegetal los convirtió en megafuegos imposibles de controlar.

«La alternativa es un realismo ecológico: cuidar el medio ambiente desde el pragmatismo»

Este error de diagnóstico recuerda al socialismo populista: promete sacar a la gente de la pobreza y la hunde más, como pasó con Alberto Fernández en Argentina con pobreza récord del 51%; y como pasa en España, donde el español medio no sube de nivel de vida desde hace dos décadas. Es luego Milei, con políticas de libre mercado, quien saca a 10 millones de argentinos de la pobreza.

Con el ecologismo ocurre lo mismo: sus recetas «bienintencionadas» generan más incendios, más inundaciones y energía más cara. La alternativa es un realismo ecológico: cuidar el medio ambiente desde el pragmatismo, con embalses que salvan vidas, energía asequible y bosques gestionados con inteligencia. Un ambientalismo humano, que ponga primero a las personas, y no a la ideología planetaria.

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