The Objective
Jorge Vilches

Las locas aventuras de Colau y Thunberg

«Las locas aventuras de Colau y Thunberg no son por humanitarismo sincero, sino en función del impacto mediático y el apaño ideológico»

Opinión
Las locas aventuras de Colau y Thunberg

Vista de uno de los barcos que forman parte de la Flotilla en el puerto de Barcelona. | Toni Albir (EFE)

La brisa del puerto de Barcelona mecía las banderas palestinas y los kufiyas comprados a los vendedores ambulantes. La coreografía de consignas antisemitas y su comparsa tamboril amenizaban la espera. No había puños levantados porque los asistentes sujetaban su iPhone para colgar el vídeo en alguna red social progresista, no en X, que es nazi. Alguien gritó «¡Están ahí!», y todos se volvieron. 

Entre la turbamulta de gente pija con conciencia cool avanzaban a paso lento Ada Colau y Greta Thunberg. Saludaban sonrientes a un lado y otro del pasillo, como estrellas de la gala de los Goya. A dos metros, casi ocultos por la gorra y las gafas de sol, iban sus asistentes personales. Pisaron la pasarela para subir al crucero y se desató el delirio, con las mujeres haciendo ululatos y los hombres quién sabe. La tripulación aguardaba servil para indicarles el camarote. 

En ese momento quité el audio del vídeo y puse la sintonía de Love Boat, la serie de televisión. Así se entendía mejor. Colau, en pleno proceso de conversión a Fernando Esteso, Thunberg como una envejecida sota de bastos, y unos 300 activistas figurantes más en el reparto. 

Una marejadilla después, con náuseas incluidas, la Flotilla ya había vuelto al puerto de Barcelona. Quizá así ha sido mejor. Imaginemos que en su trayecto hubieran sido abordadas por piratas somalíes, que pillan lejos, pero el rescate por Colau y Thunberg los hubiera sacado de pobres. Pedro Sánchez habría usado los fondos Next Generation para pagar a los delincuentes, y quizá los hubiera reubicado en centros de acogida en alguna autonomía del PP. Seguro que Óscar López -no tengo espacio para explicar quién es, busquen en internet- habría dicho que Ayuso es racista por no querer acogerles en Madrid. Es posible que no todo el mundo hubiera estado de acuerdo en pagar el rescate. Hay gente muy nazi. 

Pero también es posible que la Flotilla se hubiera encontrado con alguna embarcación de la mafia de la inmigración. El trayecto coincide y el mar es un pañuelo. El dilema hubiera sido fortísimo, tío. ¿Qué hacer? ¿Combatir a Netanyahu o ayudar a los africanos de la barcaza? Puedo imaginar el debate entre Colau y Thunberg, con los otros activistas sentados en el suelo del barco liándose un piti y tocando el bongó. ¿Qué es primero? ¿La guerra o la revolución? Habrían tardado tanto en decidirse que los inmigrantes se hubieran amotinado, y no sé si hay quilla suficiente como para que pase tanto ego. Seguramente, al conocer la luctuosa noticia, Pedro Sánchez habría salido en TVE para decir: «Yo estoy bien». 

Por otro lado, hay quien dice que en el Mediterráneo hay un Triángulo como el de las Bermudas, un lugar donde desaparecen misteriosamente embarcaciones y aviones de pasajeros, incluso algún surfista. En este caso, el Gobierno no habría enviado a la Armada ni a un guardacostas ni a nadie. «Si quieren algo, que lo pidan», habría dicho el presidente o cualquiera de sus corifeos ministeriales. Incluso Margarita Robles, más conocida como «la pájara» entre la muchachada de la trama Ábalos-Koldo, hubiera dicho que los militares no están para todo, que ya está bien y patatín patatán. 

Podríamos haber tenido un incidente diplomático. No ya con Marruecos o Argelia, ni siquiera con Israel, sino quizá con el Reino Unido. Porque si han vuelto a Barcelona por una marejadilla es posible que, expulsadas por el viento de Alborán, la Flotilla hubiera llegado a la isla Edimburgo de los Siete Mares, en medio del Atlántico. A ver, el lugar es una monada, pero está prohibido ir por motivos inconfesables. Ya lo contaron Edgar Allan Poe, Julio Verne y Emilio Salgari, pero como son escritores colonialistas y heteropatriarcales, pues Ada y Greta no los han tenido en cuenta. 

Eso sí, imagino que en el cuarto de hora de crucero, cualquiera de las dos habrá llenado páginas y páginas de su cuaderno de bitácora, o de guiones para las redes sociales, pero para X, no, que ya he dicho que es nazi. Lo más probable es que piensen en intentarlo de nuevo y llegar a Gaza. Aunque también podrían ir a otros sitios a ayudar a gente necesitada, por ejemplo, a Ucrania. Ah, no, que los ucranianos también son nazis y por eso intervino Putin. Pues a Sudán, donde hay 12 millones de personas desplazadas, según ACNUR, víctimas de la hambruna y de enfermedades. Pero me temo que no irán porque los sudaneses se la sudan. 

No se sorprendan. Tiene su lógica. Las locas aventuras de Colau y Thunberg no son por humanitarismo sincero, sino en función del impacto mediático y el apaño ideológico. 

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