The Objective
Ricardo Dudda

El éxito es de los pesados

«Un autor mediocre que insiste e insiste quizá llegue más lejos que un autor brillante pero humilde al que le provoca pudor la autopromoción y el acoso»

Opinión
El éxito es de los pesados

El escritor Ignacio Martínez Pisón. | Wikipedia

Suelo escoger mis lecturas para que encajen en mi contexto. Por ejemplo, si estoy en el campo o la playa, en lugares que invitan a la melancolía y la contemplación (exterior e interior), no me apetece leer un ensayo político, sino una novela. Los ensayos son para la ciudad, las novelas para el campo. Es una regla que incumplo constantemente, pero que no ha desaparecido del todo.

La última semana de agosto escapé a la casa de mi tío en un pueblo de la Maragatería, en León. Está en mitad de la nada. Me cogí varios libros, entre ellos las memorias de Ignacio Martínez de Pisón, Ropa de casa. Siempre me ha parecido que sus libros hablan de mi familia materna de Astorga, aunque a veces no tengan nada que ver. Pisón es el escritor de la clase media española del siglo XX, y por eso veo en sus personajes a mis abuelos, a mis tíos, a mi madre. 

Nació en 1960 en Logroño, se crio en Zaragoza, emigró de joven a Barcelona para convertirse en escritor, y lo consiguió. Es una experiencia difícilmente replicable hoy: ¿quién puede decir a los veinte años que quiere ser escritor y consigue vivir de ello exclusivamente? En la Transición el ascensor social funcionaba porque partía desde muy abajo: con que te subiera dos o tres pisos ya estabas mucho mejor que tus padres. También era una época en la que había una voracidad por lo nuevo.

Pisón fue rápidamente incluido en la Nueva Narrativa Española. Como escribe Daniel Gascón en una reseña del libro, en la época «había creadores de talento, editoriales y empresas culturales nuevas o que congeniaban con la sensibilidad, un público lector más amplio y formado, nuevas instancias de legitimación cultural, una industria periodística próspera que podía aportar unos ingresos respetables, algunos programas de apoyo a la cultura, en un contexto de desarrollo económico y, pese a la agitación y la lacra del terrorismo, optimismo político: son algunos de los factores que permitieron una profesionalización de escritores, cineastas y artistas de orígenes socioeconómicos diversos». 

Esto, por supuesto, no explica la calidad de Pisón, pero sí quizá su profesionalización como escritor. Con el tiempo, se convirtió en uno de los novelistas más interesantes (y consistentes) de su generación: creo que es él quien dice en el libro (ahora no lo recuerdo: quizá lo leí en otro lado) que la novela es un género adulto y se perfecciona con el tiempo. No sé si estoy de acuerdo, pero al menos en su caso es así. 

Por el libro se pasean muchos escritores. Hay algunos que han quedado más o menos en el olvido, como su amigo Bernardo Atxaga. Otros alcanzaron la gloria absoluta, como Javier Marías o Antonio Muñoz Molina (aunque creo que hay un buen salto entre ambos, en favor del primero). Pisón se ha mantenido con un nivel altísimo. Ha tenido éxito de público y de crítica (ganó el Premio Nacional de Narrativa en 2015). Al mismo tiempo, me da la sensación de que no se ha convertido en un household name, es decir, en alguien reconocible por mi tío o mi abuela.

Quizá es una visión del éxito demasiado centrada en la visibilidad, en estar presente mediáticamente. Es el éxito que funciona hoy. Al contrario que algunos de sus coetáneos, Pisón habla a través de sus libros y columnas. Hay otros autores que escriben libros como excusa para hablar de ellos mismos. 

Pero también creo que no tiene esa visibilidad (que es una cosa diferente al éxito) por su humildad tan aragonesa. En mi experiencia en el sector, me he dado cuenta de que muchas veces quien tiene más éxito es a veces quien es más pesado. Un autor mediocre que insiste e insiste y pregunta y repregunta y exige (a sus editores, a libreros, a otros autores, incluso a los lectores) quizá llegue más lejos que un autor brillante, pero humilde al que le provoca pudor la autopromoción constante y el acoso. El éxito es de los pesados, los pelmas, los chapas, los plastas. Es un éxito muchas veces efímero: cuando su estrategia deja de funcionar, lo que queda es su obra, que muchas veces no sabe hablar por sí misma. 

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