Sánchez dice que no insulta
«El problema político que el ‘zapaterosanchismo’ nos plantea, la bolivarización de España, es tan grave que nos olvida su nefasta gestión de los asuntos cotidianos»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Rubalcaba, que en paz descanse, poco antes de morir tuvo el acierto de expresar, con especial brillantez, lo que le parecía que podía ser un gobierno socialista sostenido por comunistas, independentistas y filoterroristas: «Sería un gobierno Frankenstein». Es decir, una monstruosidad artificial e incoherente. No sabía él, que era un socialista sin fisuras, hasta qué punto estaba acertando con esa profecía.
Gracias al apoyo incondicional de esos aliados, los que le han convertido en Frankenstein, Sánchez sigue en La Moncloa. A pesar de que su número dos en el partido y su hombre de la máxima confianza, Santos Cerdán, está desde hace ya más dos meses en la cárcel. Recordemos que Sánchez lo eligió para negociar con el prófugo Puigdemont, que es, al final, quien decide quién tiene que gobernar España y cómo tiene que gobernarla. Y a pesar de que su -porque es suyo- fiscal general está procesado por haber utilizado el poder que ese puesto le otorga para revelar secretos y, así, favorecerle a él. Y a pesar de todo lo que tiene en su familia.
A pesar de todo eso, se fue tranquilamente a veranear a ese palacio de Lanzarote, que el Rey de Jordania regaló al Rey Juan Carlos, pero que sólo utiliza él. Y después a pasar unos días en un hotel de cinco estrellas en Andorra, con un apabullante coste (Falcon, helicópteros, policías, guardias civiles, etc) que pagamos todos.
Y ahora vuelve a la vida política para, apoyándose en sus más de 1.200 asesores, a 65.000 euros cada uno, elegidos a dedo, seguir avanzando en su proyecto de acabar con la España Constitucional y acercarse al modelo bolivariano, que tanto admira su promotor Zapatero, que parece que está muy bien retribuido por esa admiración. Asesores que se han convertido en unos especialistas en construir mentiras, porque no olvidemos que la tesis doctoral del Jefe de todos ellos, Diego Rubio, que es el Jefe de Gabinete del autócrata, se titula, precisamente, “La ética del engaño”. O sea, que se le podrá acusar de muchas cosas, pero no de decir bien claro para qué ha sido fichado.
La corrupción va a estar en el centro de la vida política y sólo con un sentido de la decencia y la moral tan pervertido como los suyos se podrá comprender que no se marche a su casa. Pero no sólo va a ser la corrupción lo que va a marcar este curso. También va a estar presidido por unas políticas que sistemáticamente disfraza a base de mentiras, pero que los ciudadanos sufrimos en nuestras vidas cotidianas.
Ahí tenemos la vanagloria con que habla de la situación económica, a base de manipular cifras, cuando la verdad es que seguimos fatal en empleo: somos el país con mayor porcentaje de paro de toda la Unión Europea, a pesar de la trampa que hacen con los fijos discontinuos. Cuando los intereses de la deuda nos cuestan más de 42.000 millones de euros al año, más del doble de lo que invertimos en defensa. Cuando la cesta de la compra se ha disparado. Y cuando vemos que el Estado se queda con el fruto de nuestro trabajo desde el 1 de enero hasta el 18 de agosto para pagar a esos asesores, para comprar voluntades y, también, para hacerse con el poder en empresas privadas, como Indra y Telefónica, y colocar allí a sus amigos y utilizarlas en su propio beneficio.
Y ahí tenemos el rotundo fracaso de su política educativa, con esa Ley Celaá, que da una vuelta de tuerca a la ya muy nefasta LOGSE y que ha conseguido que los alumnos españoles de 15 años hayan logrado los peores resultados de la historia en Matemáticas y Ciencias, según las pruebas de PISA. Y que haya niños de 12 años que después de nueve años de escolarización, al llegar a la ESO, son prácticamente analfabetos, los hay que no saben ni siquiera escribir su nombre. Y con una Ministra, de la que no se recuerda que haya dedicado un solo minuto a la marcha de la Educación en España, absorbida como está en balbucear los argumentarios que le pasan los asesores mentirosos para proteger la imagen de su Amo.
El problema político que el zapaterosanchismo nos plantea, la bolivarización de España, es tan grave y trascendente que, a veces, se nos olvida su nefasta gestión de todos los asuntos que tienen que ver con la vida cotidiana de los ciudadanos. Y no tenemos más que ver cómo ha reaccionado ante las últimas catástrofes que hemos sufrido: la dana y los incendios. Ahí también han aparecido los asesores, que, inmediatamente, han maniobrado para echarle la culpa a las administraciones autonómicas y para exculpar al Gobierno de las siniestras políticas inspiradas en los dogmas del cambio climático, que están en el origen de las dos tragedias, por no construir presas y embalses y por no permitir la limpieza de los bosques, entre otras razones.
El primer día después de sus largas vacaciones, en la entrevista que le hace Pepa Bueno en TVE, presume de su bonhomía, asegurando que está por el diálogo y que él jamás insulta, cuando delante de todos los españoles, en el Congreso de los Diputados, no sólo una vez, sino varias, llamó corrupta a la Presidenta de la Comunidad de Madrid. Y tiene la cara dura de decir que los miembros de la oposición se dedican a insultarle a él sin parar, y que no convoca elecciones porque la tardanza en celebrarse éstas y en elegir al nuevo Gobierno impediría gastar adecuadamente los fondos de la Unión Europea.
Pero el Frankenstein que profetizó Rubalcaba ahí sigue, gracias, claro, a todos los que, descaradamente, quieren la destrucción de España, con Otegi en primera línea.