La condonación no sirve para nada
«La condonación no sirve para que nadie le perdone la hipoteca, solo sirve para premiar a aquellos que quieren derribar la casa de todos los españoles»

La vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero. | Joaquin Corchero (Europa Press)
Durante las últimas semanas hemos oído hablar mucho de la condonación, la quita de la deuda. De por qué es la panacea para las comunidades autónomas, o de por qué no sirve para nada. Creo que los ciudadanos están hartos de que los políticos les digan qué tienen que pensar, así que, querido lector, le propongo, más que argumentos, hacerle unas preguntas:
Si la condonación es tan buena… ¿por qué el PSOE no la llevó en su programa electoral de julio de 2023? Si se hace por la buena marcha de la economía, según afirma el Gobierno… ¿por qué, siendo la misma economía, en junio de 2023 nadie la defendía y en noviembre pasó a ser fundamental? ¿Qué acontecimiento económico ocurrió entre medias?
Si tan positiva va a ser para las comunidades autónomas, ¿por qué María Jesús Montero, cuando era consejera de Hacienda de la Junta de Andalucía estaba en contra de condonar o reestructurar deuda, y lo que exigía era un nuevo sistema de financiación? ¿Quería inmolarse?
Si condonar la deuda va a proporcionar mayor margen para políticas sociales… ¿por qué la propia Airef ya ha dicho que lo que hipotéticamente pueda ahorrarse, no podrá destinarse a gasto social? Es más, ¿por qué los propios técnicos del Ministerio de Hacienda, en el documento de la Consulta Pública, página 7, afirman que tampoco se puede gastar? ¿Miente la Ministra, o todos los demás?
Estas son las preguntas que hay encima de la mesa. No es por pensar mal de la gente, pero cualquiera podría inducir que todo esto se hace por conseguir los votos de los separatistas y, por tanto, para que Sánchez se mantenga en el poder.
Porque lo cierto es que este trampantojo no servirá para nada. ¿Por qué? Se preguntarán. Muy sencilla: no se condona nada, no se perdona nada. El Gobierno ha utilizado hasta la saciedad el ejemplo de que es como «si a un español se le pagase la mitad de la hipoteca y dijese que no». Lo cierto es que nadie «perdona» la hipoteca, solo se reparte entre toda la comunidad de propietarios.
Para entendernos, usted, pasa de tener una deuda con el «banco de Madrid, de Valencia o de Andalucía», a deberla al Banco de España. Pero cada mes le van a pasar la misma cuota. En resumidas cuentas: los españoles debían antes de la condonación 1.7 billones de deuda, y ahora deberán… 1.7 billones de deuda. Lo mismo, nada cambia.
Y es normal que no se condone nada, porque es lo que ocurre con usted, o conmigo. Con cualquiera que tenga una deuda. Haga la prueba: vaya usted hoy mismo a Hacienda con su renta, y diga que vota a Sánchez. Estoy seguro de que no le condonarán sus impuestos.
Esta condonación es algo inservible. Pero hay una salvedad. Sí que le puede servir a aquel que tenga pensado romper con España. En el año 2017 lo que hacía imposible económicamente la independencia de Cataluña fueron dos cosas: los independentistas no tenían el control de los impuestos, y una deuda descontrolada.
Ahora, pensemos, ¿qué dos pagos han pedido los independentistas para hacer Presidente a Sánchez? Efectivamente: condonación de la deuda y un cupo independentista para tener su Agencia Tributaria Catalana.
Sánchez e Illa han perpetrado lo que Puigdemont siempre soñó hacer realidad, la Ley de Transitoriedad para la independencia de Cataluña, que en su artículo 80 instauraba su Agencia Tributaria propia.
Pero, querido lector, no todos son malas noticias, y también detrás de todo esto hay sitio para el optimismo: ya queda un día menos para que acabe todo esto. Y para cuando ese día pase, es mucho lo que está por venir. Ya lo estamos viendo en las comunidades autónomas gobernadas por el Partido Popular, y lo veremos en España cuando gobierne Alberto Núñez Feijóo.
Está por venir un país que no utilice la financiación autonómica como medio de pago para investiduras, sino como medio para dar a los ciudadanos recursos para lo más importante: sanidad, educación y políticas sociales. Un sistema que se acuerde por todos, y no por la minoría. Un sistema solidario, justo y que dé suficientes recursos a las regiones que lo necesitan
Que tenga en cuenta todas las variables: población, dispersión, insularidad, envejecimiento… Que se utilicen las inversiones como método para vertebrar nuestro país, no para comprar votaciones.
Que se ayude a las Comunidades Autónomas endeudadas reestructurando su deuda, no condonándola, con periodos de carencia, tipos de interés bonificados y un alargamiento de los plazos de amortización, para la progresiva vuelta a los mercados.
En definitiva, la condonación no sirve para que nadie le perdone la hipoteca, solo sirve para premiar a aquellos que quieren derribar la casa de todos los españoles. Pero pronto pasaremos página de todo esto y podremos arreglar y asentar los cimientos de un futuro ilusionante que está por venir.