The Objective
Jorge Vilches

PP y Vox, original y copia

«Si acoger a los menores ilegales fuera deseado por la gente, Sánchez los habría llevado a todos a Cataluña y el País Vasco. No es así»

Opinión
PP y Vox, original y copia

Ilustración de Alejandra Svriz.

Feijóo ha decidido faltar a la apertura del año judicial, y algunos comentaristas políticos dicen que esta «radicalización» es para competir con Vox. Según estas voces, esta derechización será su ruina porque solo alimentará a los «ultras». El motivo, dicen, es que los electores, «entre la copia y el original, se quedan con el original». Falso. Un repaso a la vida política occidental de los últimos ochenta años nos muestra que los partidos se copian continuamente porque son empresas de captación de votantes que compiten con otras empresas que quieren lo mismo. Ese copieteo es de un resultado incierto porque depende de muchos factores, desde la credibilidad, hasta el tipo de líder o la eficacia comunicativa. 

En teoría, el PP estaría adoptando una línea más dura con la inmigración ilegal para conseguir al electorado que quiere mano firme con los irregulares. De hecho, Vox ha denunciado que el PP da «bandazos» en este tema, y que se mueve a «golpe de encuesta». Estas acusaciones de la portavoz de Vox muestran que la línea adoptada ahora por el PP les hace daño. La baza del partido de Abascal era ser el elemento discrepante frente a un sistema que alienta la inmigración ilegal. Por eso, en cuanto hay competencia por esta cuestión, Vox se altera. Es normal. Todos los partidos quieren tener el monopolio en algún ámbito, como los nacionalistas. 

Es más; la queja de Vox ante el giro del PP sobre la inmigración ilegal demuestra que en realidad era tomado como una ventaja electoral, no como un verdadero problema civilizatorio y de orden público que había que resolver de cualquier forma. Si fuera tan urgente y vital daría igual quién lo resolviese, o verían con buenos ojos que más partidos se sumen a su causa. Reclamar el monopolio de una política pública -ya sea esta o la subvención por nacimiento o las ayudas a los parados, que da igual- indica siempre un interés espurio. 

Es lógico que Vox desee monopolizar la exigencia de las deportaciones de ilegales y de protección de las fronteras. Se trata de un problema creciente que genera temor, y esta emoción impulsa a la gente a tomar una decisión política. Cualquier noticia sobre una agresión de un ilegal a un español -más si es una mujer menor de edad-, corrobora el discurso de que los irregulares aumentan la inseguridad y que hay que tomar medidas que «el sistema» no quiere. La emoción del miedo por el desamparo moviliza mucho más que poner una parada de autobús en la esquina, dar un bono cultural a los jóvenes, o plantear un pacto por la emergencia climática. 

Si acoger a los menores ilegales fuera deseado por la gente, Sánchez los habría llevado a todos a Cataluña y el País Vasco. No es así. Salvo una minoría, los españoles quieren la deportación de los delincuentes y que se cuiden las fronteras para que no entren ilegales. Además, el que esto esté ocurriendo en otros países europeos y en EEUU hace que la mayoría se quite complejos y lo diga abiertamente. En suma: se ha convertido en una cuestión política y electoral de primer orden que afecta a todos los partidos. 

Vamos al tema del original y la copia. Empiezo con una premisa reciente: Sánchez copió el populismo de izquierdas a Pablo Iglesias justo cuando parecía que Podemos podía adelantar a los socialistas. El PSOE pasó de decir que jamás negociaría con los podemitas a pactar con ellos, asumir su discurso, alianzas, comportamiento y programa, y ahora Sánchez está en Moncloa y el otro se dedica a poner cañas. Hoy, el sanchismo es la versión más populista del socialismo, y eso le permite sostenerse en las urnas gracias a ganarse el respaldo del votante de la extrema izquierda. 

¿Puede pasar esto con el PP y Vox? ¿Es posible que el PP, alentando el combate a la inmigración ilegal, alimente a Vox? Las encuestas dicen que el partido de Abascal sube por su postura firme ante el problema, aunque seguramente sea porque hasta ahora tenía el monopolio en esta cuestión. Eso dicen los sondeos en Cataluña, donde Vox está en dura pugna con Aliança Catalana, un partido xenófobo. Veremos qué tal le sienta la competencia con el PP. Ya señalé que no hay pronóstico seguro en estos mimetismos. Ahora bien, la «copia» es legítima y hasta obligada si se considera que la inmigración ilegal es una de las principales preocupaciones de los españoles. 

La clave estará en la rotundidad y coherencia con la que el PP presente su propuesta para contener la inmigración ilegal de manera que el electorado prefiera su fórmula a la de Vox. Y que lo haga sin dañar su vínculo con los democristianos, ni parecer un «ultra» a los votantes del centro centrado que todo lo cogen con papel de fumar. Lo hará, imagino, asumiendo el coste de la crítica despiadada de los medios públicos, como RTVE, y de la prensa sanchista. Lo interesante, fuera del combate entre partidos, es que el tema va a dejar de ser un tabú y que empezaremos a oír algo parecido a la verdad. 

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