El antisemitismo como gancho electoral
«Sánchez no ha hecho declaraciones sobre los genocidios en Yemen o Sudán, por ejemplo, o los «femicidios» en Afganistán. Solo por los muertos en Gaza»

Ilustración de Alejandra Svriz.
El mismo día que Sánchez orquestaba una maniobra de distracción con un boicot a Israel, los terroristas han atentado en Jerusalén Este dejando seis muertos, un español entre ellos, y más de una decena de heridos. El presidente pensaba contrarrestar el impacto de la entrevista a la mujer de Ábalos con una declaración antisemita, y los asesinos le han aguado la jugada. Lo triste es que lo utiliza como gancho electoral.
Sánchez es un tipo despiadado al que no le importa nada. Tampoco las víctimas en Gaza ni en Israel. Es capaz de lo que sea para aguantar en el poder y resistir en las urnas. Por eso, si hace una política antisemita es porque considera que engancha con una parte del electorado español. No ha hecho declaraciones sobre los genocidios en Yemen o Sudán, por ejemplo, o los «femicidios» en Afganistán, sino solo por los muertos en Gaza. Piensa que puede rascar votos a Sumar y Podemos, y competir con el PP de Feijóo, que se ha apresurado a criticar al gobierno de Israel.
El líder de los populares toma una posición distante denunciando a Netanyahu lo mismo que a Hamás. Esto coincide con el sentir del votante de la derecha, en gran medida porque ese elector desprecia al grupo terrorista y a sus apoyos aquí, como la cómica flotilla, pero su conciencia no acepta la muerte de inocentes. Esta posición sirve para censurar a un Gobierno, no a un Estado ni a un pueblo o a una religión. La distinción es sutil pero fácilmente comprensible. Vox, por su lado, entra donde el PP no se atreve, que es a criticar la permisividad de la Unión Europea con Hamás. Esta vuelta de tuerca coincide con su electorado, que ve siempre la mano tonta de Bruselas en todos los desastres.
Hasta aquí, todo normal. Lo irresponsable es alentar el antisemitismo como estrategia electoral, al estilo de Sánchez. El presidente español no es nadie en la esfera internacional. Sus palabras no sirven de nada en ningún sitio. No es respetado en ningún foro, salvo en el de Sao Paulo y en el Grupo de Puebla, junto a los extremistas de izquierdas. Marruecos y Argelia se ríen del presidente y le presionan, y en la Unión Europea no es tenido en cuenta para las grandes decisiones a pesar de que España es la cuarta potencia económica. Se le vincula más a China y Venezuela, que a las democracias respetables, y Hamás le felicita.
No es la mejor carta de presentación para hacer declaraciones de política exterior, a no ser que solo se hagan para consumo interno, para España y su electorado. De hecho, no las ha consultado con el partido de la oposición, a pesar de ser una decisión de Estado, ni con los socios europeos. Tampoco la ha llevado al Congreso porque ahí se podría diluir su intención de apropiarse del efecto electoral del antisemitismo y, además, quizá las cifras le dejasen en evidencia.
Me refiero a que cuando Sánchez habla de lo que por decreto va a prohibir que se compre o transite por nuestro país, tampoco es para tanto. El efecto material en Israel es nulo, pero el daño moral está hecho porque el presidente socialista no ha distinguido en su declaración a Netanyahu de Israel, y ha promovido, queriendo o no, que se produzcan ataques a los israelíes sin distinción. Es lo mismo que están haciendo los cafres del mundo etarra en la vuelta ciclista.
Ahora bien, si Sánchez hace antisemitismo para ganar votos es que hay público que se lo compra. Y no solo en la izquierda. Los incidentes contra judíos han aumentado en España un 321% en 2024 respecto a 2023, con 193 casos frente a 60. El pico de ataques se ha producido desde noviembre de 2023, justo después de la respuesta de Israel a Hamás por los asesinatos del 7 de octubre. En esa violencia no se distingue a un judío de otro. Se le ataca por su religión o nacionalidad, nada más. Ese aumento se debe al blanqueamiento del antisemitismo desde la prensa e instituciones como el Congreso y el Gobierno, con ministros y diputados que alientan esa persecución y justifican a Hamás.
A partir de hoy, Sánchez será responsable directo de cualquier ataque a personas o bienes relacionados con Israel y el judaísmo que se haga en suelo español. No olvidemos que Hamás ha dado la justificación al último atentado que aquí va a manejar la extrema izquierda porque sabe que cuela en la opinión pública: «Es una respuesta natural a los crímenes de la ocupación israelí». El conjunto es para hacérnoslo mirar.