The Objective
Ignacio Vidal-Folch

Error innecesario de Madrid y Murcia

«El saber es objetivamente positivo. Las lenguas son inocentes. Es obvio que es bueno para todos que los jóvenes inmigrantes mantengan contacto con sus raíces»

Opinión
Error innecesario de Madrid y Murcia

Una lumna en clase de árabe. | Ramon Costa (Zuma Press)

Cediendo a la exigencia de Vox, el PP de Murcia acaba de suprimir el Programa de Enseñanza de Lengua Árabe y Cultura Marroquí (PLACM), financiado por el Ministerio de Educación español y la Fundación Hassan II para Marroquíes Residentes en el Extranjero (MRE). Creo que es un error, una ofensa innecesaria a Marruecos y un flaco favor a los chicos marroquíes que viven en España y también al patrimonio intelectual español. Por cierto que esos cursos no le costaban dinero al Estado, pues los pagaba el reino vecino.  

El argumento de la portavoz de Vox es que aquí, en España, la única cultura que hay que estudiar es la cultura española, y el que quiera aprender la cultura de otro país, «que se vaya allí a aprenderla». Vaya argumento indigente, no puedo perder mi precioso tiempo en rebatirlo.  

Bueno, venga, un minuto: el saber es objetivamente positivo. Las lenguas son inocentes. Es obvio que es bueno para todos que los jóvenes inmigrantes mantengan contacto con sus raíces y con la lengua de sus padres y de sus abuelos. Esos cursos no son una madrasa para aprenderse de memoria el Corán y las enseñanzas de los mulás. No los va –no los iba– a convertir en yihadistas ni en proclives a pegar a la mujer, lapidar a la adúltera y demás horrores asociados a muchas comunidades musulmanas, que es lo que parecen temer los políticos murcianos de Vox (a los del PP lo único que les importa en este caso es mantener el apoyo parlamentario que necesitan para no perder el gobierno). Al revés, contribuye a que los chicos se vieran a sí mismos en profundidad. Además les acercaba a la universidad y contribuía a la integración en la sociedad española. 

El árabe ya se estudia, faltaría más, en muchas universidades de nuestro país, pero no hay que descartar que en el futuro nos convenga tener varios cientos o miles más de ciudadanos bilingües, con un conocimiento de su lengua materna más allá del uso familiar, un conocimiento profundo, filológico, universitario. 

Algunos de esos estudiantes ya tendrían un futuro laboral asegurado, como por ejemplo lo tienen (o lo tenían hasta que estalló la guerra) los chicos rusos adoptados por parejas españolas que los sábados por la mañana acuden a una escuela rusa a mantener la lengua y conocer las tradiciones, las canciones, etc., de su país de origen. Así sucedía por lo menos en Barcelona.   

Pero más de un minuto, no. Mejor citaré a J. M. Zuloaga. Por cierto, es el mismo Zuloaga al que conocí en ABC, donde era el gran especialista en ETA. Gracias a sus excelentes contactos con la Guardia Civil, salía a exclusiva por día. Las exclusivas se le caían de los bolsillos. Como estaba amenazado de muerte, llevaba una vida aventurera, peligrosa, durmiendo cada noche en una casa. Podría haber escrito diez libros hipnóticos, pero no. Cuando fui –por pura curiosidad y admiración—a conocerle en la redacción de La Razón, llevado por Tomás Cuesta, me divirtió ver que a su espalda, clavada en la pared, tenía una gran bandera de España con un toro rampante. Al lado, un listado con los nombres y alias de todos los cabecillas de la banda, a los que conocía casi como si fueran de su familia. Cada vez que caía uno, tachaba su nombre con un rotulador. Qué tiempos.  

Perdón por el excurso, me pongo a escribir y se me va el santo al cielo.  

Cita Zuloaga al sociólogo, especialista en migración y periodista español Paulino Ros. «Radicado en Murcia, el investigador dedica la mayor parte de su labor divulgativa a esta región, conocida por albergar una numerosa comunidad marroquí de varias generaciones. Por esta razón, en particular, declaró que ‘la decisión de retirar el PLACM es extremadamente preocupante, peligrosa e injusta’. Agrega que en España, y más aún en Murcia, la importancia del PLACM ‘no solo reside en que constituye una herramienta para el alumnado que aprende la lengua y la cultura de uno de sus dos países, en un marco educativo convencional. También es una forma de que la escuela establezca vínculos con miles de familias residentes, a través de los niños. Es una herramienta educativa que mantiene una dinámica interactiva entre el entorno de aprendizaje, el alumno y su entorno familiar, con una dimensión educativa primordial de socialización e integración’».

Es de cajón. Ahora recuerdo al filósofo de las religiones, y de las relaciones entre islam y cristianismo, Mikel de Epalza, que me acogió en Túnez, donde daba clases en la universidad, cuando yo tenía 16 años. Una compañía magistral y un verano inolvidable. Luego con los años se volvería rigurosamente abstemio, pero entonces bebía mucho y, como tenía el hígado fatal, por las noches sufría y yo le oía gemir en el dormitorio de al lado. Esto era triste. Ahora recordándolo me viene a la mente aquella canción de Leonard Cohen, The Tower of Song: «I ask to Hank Williams, how lonely does it get? / Hank Williams hasn’t answered yet / But I hear him coughing all night long / Oh, a hundred floors above in the tower of song». Sí, era así, más o menos. Todavía lo oigo.

Epalza era jesuita, luego se salió y se casó. Fue profesor de árabe en la universidad de Alicante. Tradujo al catalán el Corán, y se disponía a traducirlo también al castellano cuando falleció en un accidente de tráfico. 

Una vez, cenando en Barcelona, me contó que, con motivo de la edición catalana del Corán, Jordi Pujol lo había invitado al palacio de la Generalitat. Epalza, vasco de origen, no era nacionalista, sino un sabio y un cosmopolita perfecto. Pero como jesuita prototípico que había sido siempre procuraba no contradecir de frente al otro, sino, digamos, tratar lateral, más sibilinamente, de convencerle. Pujol, por ejemplo, le dijo que los árabes, que habían estado en Cataluña durante unos cien años… y él: «Bueno, honorable, más bien trescientos…», etc., etc., siempre con una sonrisa idealmente jesuítica. 

Luego añadió Epalza: «Pujol me ha dicho que está muy bien que haya traducido el Corán al catalán, porque sin duda servirá para que esa gente nos comprenda un poco más a nosotros. Y entonces, tras salir de mi estupor, no pude menos que responderle: No, mire, honorable, lo he traducido para que ustedes les comprendan mejor a ellos».  

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