The Objective
Francisco Sierra

«Este no se va»

«El panorama es mortal políticamente para cualquier líder democrático occidental con sentido de la responsabilidad política»

Opinión
«Este no se va»

Ilustración de Alejandra Svriz.

 «Este no se va», es la frase de septiembre. Se repite y se escucha por todas partes. En el metro, en la oficina, en el supermercado, en el gimnasio. Cualquier charla de amigos, vecinos o conocidos que se atreva a comentar la actualidad política suele acabar con uno de los interlocutores diciendo «este no se va». Con «este» todos entendamos que estamos hablando de ese presidente que se aferra a la Moncloa como si fuera un okupa de esos que tras pagar el alquiler unos meses deciden seguir en la vivienda, pero ya sin cumplir los requisitos básicos del contrato por el que pudo acceder a ella. Requisitos como podrían ser tener una mayoría estable, o unos Presupuestos que pueda sacar adelante o estar limpio de corrupción.

«Este» es ese Sánchez que resiste cada día más demacrado, e impasible el ademán, a imputaciones y/o procesamientos de su entorno familiar o político. «Este» es ese presidente al que sus socios independentistas ya no se conforman con imponerles chantajes que le hagan mear sangre sobre los principios básicos del Estado de Derecho. «Este» es ese Sánchez incapaz de sacar adelante ninguna ley por falta de una mayoría estable y coherente. Es el Sánchez gestor que, en sus siete años de gobierno, olvidó la inversión y gasto en mantenimiento de cuestiones tan fundamentales como la red ferroviaria o la red eléctrica.

Ahora, un país en el que turismo es fundamental chapotea, día sí y día también, en una caótica planificación de un tráfico creciente y liberalizado. Lo mismo con una red eléctrica en la que a pesar de la apuesta del Gobierno por la energía renovable nadie pensó en redimensionar la red. Años sin invertir nos han llevado a que hayamos conseguido el récord de tener 38 provincias con la red eléctrica saturada. Es decir, con la capacidad de crecimiento económico topado por la energía.

Explicable de alguna forma en un país en el que llevamos ya dos años sin Presupuestos Generales, y todo apunta a que pueden ser tres. Ni siquiera se cumple la obligación constitucional de presentar al Congreso unos proyectos de las Cuentas. «Este» es el que ha vuelto a prometer que lo presentará este año, y que no comenta que ya se ha saltado el requisito previo de presentar y que le sean aprobadas por ambas cámaras, sus propuestas de techo de gasto. 

«Este» es la forma coloquial y resignada de expresar la decepción que provoca el presidente con su obstinada resistencia a cualquier miligramo de asunción de responsabilidad política. Decepción y sorpresa porque habiendo ya superado demasiadas veces todas las líneas rojas inimaginables en cualquier democracia liberal occidental, se resiste también a la evidencia matemática de que no tiene votos para gobernar. 

«Este» es el que ante esa evidencia que obligaría a cualquier político europeo democrático a proponer una moción de confianza o, directamente, a convocar elecciones, ha decidido amenazar con intentar «gobernar sin el Parlamento». «Este» es el que lleva años con un Congreso de los Diputados domesticado rompiendo con décadas de tradición legislativa y que se niega a pisar el Senado de mayoría popular. Queda claro que a «este» no le gusta ningún poder que limite o cuestione su poder ejecutivo. Ni el legislativo, ni el judicial, ni siquiera el tradicionalmente llamado «cuarto poder» de una prensa libre y crítica con el poder.

«Este» es ese Sánchez que se ha convertido en un paria para sus aliados y socios de la Unión Europea o de la OTAN. El presidente de la cuarta economía de la UE que ha dejado de ser convocado a reuniones de crisis de estas organizaciones porque sus socios están cada vez más convencidos de que, aunque diga mucho, no hará nada. Lo hizo con el 5% de gastos en seguridad y defensa que firmó y no ejecutó. Ha roto ya varias veces consejos y hasta obligaciones como las de evitar empresas chinas en cuestiones de seguridad y defensa. 

«Este» es el Sánchez que, dado el desolador panorama político nacional que sufre, decidió hace meses radicalizar todas sus posturas en el escenario internacional con el fin de buscar algún rédito electoral en esa extrema izquierda que es ya la única bolsa en la que puede pescar votos. 

«Este no se va». Parece tan certera la frase que este presidente ni siquiera se anima a convocar elecciones a pesar de que su amigo Tezanos le garantiza, en esa cocina de bulos en la que ha convertido al CIS, un triunfo con nueve puntos de ventaja sobre el PP. Prefiere Sánchez seguir intentando comprar los siete votos de sus socios independentistas, aunque cada negociación sea un chantaje. Decía la vicepresidenta segunda del gobierno, Yolanda Díaz, sobre su negociación con Junts para aprobar su proyecto de reducción de horas en las jornadas laborales, que «ella tiene límites y no estaba dispuesta a entregar su país». 

Una frase dicha con toda la intención del mundo. Yolanda Díaz le dijo a Carlos Alsina en Onda Cero, todo lo que Sánchez lleva años negando. Reconoció la líder de Sumar que el Gobierno incumple la Constitución al no presentar Presupuestos. También que nunca ha sido cierta la supuesta mayoría progresista del Congreso porque Junts siempre ha sido de derechas, o que el Gobierno, su Gobierno, aprobó la amnistía en contra del sentimiento mayoritario de la sociedad.

Estaba muy enfadada con la derrota de lo que podría haber sido su gran defensa electoral para cuando haya elecciones. Enfadada con la ausencia de ayudas de sus socios socialistas de Gobierno. Con la ausencia de todos los ministros y sobre todo con la ausencia en la votación del mismísimo presidente del gobierno. «Este» no se va y cuando las ve venir mal dadas, «este» se va al cine a ver el prestreno de El cautivo de Alejando Amenábar. 

Cautivo está Sánchez de los próximos informes de la UCO. Cautivo parece también de esas revelaciones que tiene en el extranjero y con las que amenaza el comisionista Víctor del Aldama. Cautivo de los juicios que le rodean. Cautivo de las decisiones que pueda tomar el PP con adelantos electorales en distintas comunidades que le puedan obligar a repetidos cambios en el gobierno de sus ministros-candidatos. La primera, María Jesús Montero, su vicepresidenta primera y ministra de Hacienda y también candidata socialista a la Junta de Andalucía. Una Montero que parece encadenada al peso de ese proyecto de financiación singular para Cataluña que tanto daño le puede hacer ante sus votantes socialistas. 

El panorama es mortal políticamente para cualquier líder democrático occidental con sentido de la responsabilidad política. Pero estamos hablando de Sánchez y ya los españoles sabemos que pase lo que pase «este no se va». De momento.

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