The Objective
Laura Fàbregas

Tanto 'derechón' sin hijos

«Para cambiar y mejorar el mundo, primero hay que cambiarse a uno mismo»

Opinión
Tanto ‘derechón’ sin hijos

El activista estadounidense Charlie Kirk junto a su mujer, Erika Frantzve, y sus dos hijos.

La coherencia, en política, debe ser siempre un valor secundario. No sea que, en nombre de esta, terminemos en los Gulags. Pero aún así es sorprendente el número de hombres y mujeres jóvenes de derechas que están solteros en España y preconizan públicamente las bondades del matrimonio y la familia tradicional. 

Con el terrible asesinato de Charlie Kirk son varios los destacados periodistas o influencers de la derecha patria que han salido a defender sus tesis, como que la familia importa y es la base para crear individuos con valores en una sociedad sólida. Pero mientras el mismo Kirk predicó con el ejemplo, tantos otros que nos alertan del «Gran Remplazo» que sufre Occidente con la llegada masiva de inmigrantes, no han sabido crear en su vida vínculos estables. Y muchos de ellos -y ellas- rondan la cuarentena y escriben en foros y periódicos sobre la pérdida de la «identidad» europea, la virtudes del cristianismo y la falta de «natalidad».

Claro que habrá de todo, quien no ha podido o le ha ido mal, pero también quien no ha querido o no ha dedicado el esfuerzo y la paciencia que se requiere para mantener ese vínculo entre hombre y mujer que consideran esencial. Como bien ha explicado Varsavsky en estas páginas, cuanto más estable es la familia, mejores son los resultados en educación, en ingresos y en seguridad social. El mismo Barack Obama señaló que uno de los grandes problemas de la comunidad negra en Estados Unidos era el elevado número de niños que se criaban sin padre. Y es que las causas de la desigualdad no hay que buscarlas solo en «el sistema» o la «superestructura»…

Este desgaste de la familia ha llegado también en España. Hay una soltería a lo Bridget Jones como fenómeno generalizado, que afecta a muchas personas más allá de su ideología. Pero en este caso los de izquierda no van haciendo apología de la familia tradicional. Y en muchos casos acaban sucumbiendo a ella porque el imperativo biológico, o la llamada de la naturaleza, es más fuerte que la retórica. 

Quizás es verdad que para cambiar y mejorar el mundo, primero hay que cambiarse a uno mismo. Y esta lección sirve tanto para los afroamericanos que abandonan a sus hijos como para estos influencers patrios de la derecha.

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